El tiempo pasó rápido para Gonzalo. Gracias a la incipiente amistad de David con Luke pudo acercarse a Luz y crear un vínculo más profundo que ser solo simples vecinos. Gonzalo iba todos los días a buscar a David a casa de Luz y aprovechaba los pocos minutos del que disponía para conversar con ella en el umbral de la puerta antes de que su hijo apareciera para irse con él. Los fines de semana se topaban en el parque de juegos que había en el barrio y allí pasaban largas horas conversando de la vida, de los niños, de sus propias juventudes, etc. Gonzalo le contó acerca de su vida en el orfanato y Luz le contó cómo falleció su marido. Cualquiera fuera el tema, lo cierto era que la amistad que crecía entre ellos se estaba volviendo tan estrecha como la de sus hijos. Y lo que comenzó para Gonzalo como un simple objetivo para cumplir sus fines, hoy lo estaba disfrutando. Realmente le gustaba compartir con Luz.
- ¿Luci? – Le preguntó Gonzalo dudoso de contarle aquello que tanto le mortificaba.
- ¿Gonzi? – Le sonrió ella.
- Hay algo que quiero preguntarte. Y te pido por la amistad que nos une que seas absolutamente franca con tu respuesta. – Luz asintió. – No sé si has escuchado ciertos rumores que corren por ahí con respecto a la fidelidad de mi mujer. – Luz bajó la mirada y nuevamente asintió. – Yo sé que son horribles rumores, que por lo demás, no creo que sean ciertos, pero el hecho es que no dejan de molestarme y dañarme, lo quiera o no. Quiero saber si tú has visto u oído algo. ¡Diablos! Me avergüenza estar preguntándote esto. – Gonzalo se cubrió su rostro totalmente abochornado.
- No te voy a mentir. Sí lo he escuchado. Sé que te llaman “cornudo”, pero la verdad es que no quise prestarles atención a esos chismes. Como alguien que ha sido víctima de ellos, puedo decirte que la mayoría de las veces son falsos. Lo fueron en mi caso. Personalmente no he visto nada ni he oído nada directamente de tu mujer. Claro que es porque no me he fijado en ello. Pero yo que tu no me preocuparía tanto. Seguro deben ser mentiras. Lo que sí me preocupa, es tu hijo.
- ¿Mi hijo? – Gonzalo la miró con extrañeza.
- Sí, tu hijo. Verás. – Tomó aire como para darse valor por lo que iba a decir. - Yo sé que el pequeño Ewok no va a la escuela porque él da exámenes libres, pero me parece un tanto …… mejor olvídalo, no debí mencionar nada. Al fin y al cabo no es de mi incumbencia.
- ¿Acaso estás demente? No puedes decir una cosa así y esperar que no te exija que termines la idea. Debes decirme sin importar qué. – Gonzalo se sentía un poco molesto. Esperaba que Luz ya lo conociera bien a esa altura y no temiera decirle las cosas como eran.
- Bueno, pero después no te quejes ni me reclames nada. Yo solo te lo comento por el bien del Ewok. – Gonzalo asintió para demostrarle que estaba dispuesto a ello. – Creo que tu hijo no está muy bien cuidado por su madre. David pasa muchas horas solo cada día vagando por la calle. Es cierto que usualmente no se mueve mucho del sector, pero me da miedo que un día pase un auto y lo atropellen o lo suban a la fuerza para llevárselo lejos. La gente está demasiado mala. Por ahora estoy yo para velar por él porque estoy en casa y constantemente estoy observándolo por la ventana, pero el día que vuelva a encontrar trabajo y este no me permita hacerlo desde casa, tendré que irme por muchas horas y ruego a Dios que no le pase nada. Tu mujer aparentemente no se preocupa de él. Al menos nunca la he visto salir a la calle a buscarlo o llamarlo para comer o simplemente para jugar con él. Yo no sé lo que hará durante todo el día, pero creo que necesitas hablar con ella, de lo contrario, el más perjudicado será David. – Terminó de decir Luz con evidente enfado hacia la esposa de Gonzalo.
Gonzalo escuchaba incrédulo lo que Luz le decía. Parecía que estaba hablando de otra persona y no de su amada Aitana. Era cierto que no era flor de madre, pero de ahí a ser una absoluta indiferente con su propio hijo era otra cosa. Sin embargo, aquella que se lo decía era su amiga. ¿Qué ganaría ella inventando una cosa así?, pensó.
Y si como supusiera la desconfianza sobre ella, Luz de pronto lo increpó.
- No me crees, ¿verdad?
- No es eso, es solo que …… - Gonzalo no encontraba una razón para justificar el actuar de Aitana. Primero estaban las acusaciones en su contra respecto a su supuesta infidelidad. Ahora además pesaba sobre ella el cartel de “mala madre”. Sentía como que las cosas cada vez se estaban haciendo más grandes. Luz había sido franca con él y ahora era el turno de que él lo fuera con ella.
- ¡Qué! – Le cuestionó Luz elevando un poco la voz. –¡Te dije, Gonzi, que no quería decírtelo porque supuse que esa sería tu reacción! - Gruño en voz alta - ¡Si supieras las ganas que tengo de atravesarte con un sable de luz justo en este momento! – Gonzalo se rió por lo bajo.
- Tienes razón, Luci. Lamento haber reaccionado así. Pero debes entender que una acusación de ese estilo, así como la “otra”, deben hacerse con pruebas. Ahora ……si tu – le decía meneando la cabeza de un lado al otro. - estuvieras dispuesta a ayudarme con eso, te estaría eternamente agradecido. - Luz lo miró con recelo entrecerrando sus ojos.
- ¿Y qué se supone que esperas que haga? ¿Qué la espíe? ¿Qué la vigile todo el día para saber qué hace? ¿Que grabe sus conversaciones y la fotografíe a escondidas? No me tientes, Palpatine, mira que no respondo si no te gusta lo que descubro. – Le miró divertida.