Capítulo 2

Camino a pasos apresurados y torpes por el parque de la universidad, en dirección a los dormitorios. Cargo la incertidumbre tanto en mis pensamientos como en los gestos de mi rostro. 

Tiene hasta las 20 horas del día de mañana. —me dijo después de revisar mi trabajo. Me dedicó una mirada significativa poco antes de levantarse de su asiento. Y sin más se fue del lugar.

Aún no comprendo muy bien lo que acaba de pasar. Si interprete bien sus últimas palabras o simplemente escuché mal. En todo caso, ni oportunidad tuve de preguntarle cuando salí a su alcance. Debo decir que sentí una sensación familiar.

Sacudí ligeramente mi cabeza de un lado a otro y aceleré mis pasos. No podía darme el lujo de divagar en mis recuerdos. Si me dio la oportunidad de terminar el trabajo no debo volver a fallar. Aunque siendo sinceros, es poco probable terminar un trabajo que tuvo un plazo de dos meses y teniendo en cuenta que solo lo avancé un 60%.

—Aunque no duerma, ni coma debo terminar este trabajo —me dije con determinación frente a mi ordenador—. Cueste lo que cueste.

Las horas pasaron, la oscuridad se apodero del cielo y sentía como la adrenalina estaba a mi favor, lo mismo podría decir de mis ojos. Cuando amaneció mis manos seguían tecleando sin parar, con agilidad leí las tesis relacionadas al tema que había escogido y guardado con anterioridad. Fácilmente redacte oración tras oración hasta llegar a las ultimas hojas de esta investigación.

—¡Listo! —Me recline hacia atrás sobre mi asiento, estirando cada musculo adormecido de mi cuerpo, en especial mis glúteos. Me fijé, con una sonrisa de satisfacción, la hora en mi celular.

¡Rayos!

Salté lejos de mi asiento intentado encontrar mi USB. Tan solo quedaba 15 minutos y todavía no había impreso el trabajo, teniendo en cuenta que hablamos de un trabajo de 120 hojas. Cogí rápidamente mi celular y le envié un mensaje a Clara, mi amiga más cercana, avisándole de mi llegada y que tenga listo su impresora. Su dormitorio queda en el edifico C y yo estaba en el F.

Después de casi desmayarme porque su maquina se atasco con una de las hojas para luego recordar que no tenía un folder… salí corriendo con el corazón en la boca fuera de la residencia.

Solo me quedaba 3 minutos para que se terminará el plazo. Me abrí paso entre los estudiantes que disfrutaban de su domingo sin imaginarse del por qué una chica de cabellos alocados, sudadera con una mancha y con las agujetas mal sujetadas corría como si se fuere acabar el mundo.  

—No cabe duda que no decepciona, señorita Sánchez. —Intento articular palabra alguna, pero mi respiración acelerada me lo impide limitándome a sonreír—. Aunque seria muy pronto decir eso… —Planta las dudas en mí, mientras observa las hojas de reojo—. Que tenga buenas noches, señorita.

Asiento y lo veo perderse por el pasillo.

Suelto un fuerte suspiro, cargado de cansancio y temor. Aun no sé si me evaluará de la misma manera o me descontará puntos por mi tardanza. De solo imaginar que el trabajo no cumpla con sus expectativas, sumándole el hecho de la entrega a destiempo, se me eriza la piel.

Levanto mi mirada, miestras camino, con la intención de sentir la brisa de otoño y aliviar mis nervios; sin embargo, me encuentro con una mirada sorprendida pero rápidamente este cambia a una mirada extrañada. Aunque a quién debería extrañarle es a mí. Él jamás viene a este edificio, al menos no por voluntad propia.

—A pasado un buen tiempo…   

No me mira más, sino detrás mío. Como si buscara algo o mejor dicho a alguien. Sinceramente no quiero estar aquí, no con él. No se supone que este fuere uno de los lugares posibles en el que nos podríamos cruzar. Evité por semanas lugares que salía frecuentar con tanta naturalidad y añoranza, solo para evitar esto.

Verlo me hace sentir insignificante, tonta y… con esperanzas. Odio esa sensación. Creer que aún hay esperanza para algo que ya no tiene reparo. Solo me hace sentir como una masoquista, segada de la realidad y apegada a la ficción.

Qué tonta.