Ola de Amor

Capítulo 3

Ante un largo silencio y muchas dudas, él se limita a decir:

—Solo olvida que esto pasó.

Sus palabras son frías, carente de emoción, directas y, después de todo, con cierta sensación de tristeza.

No soy la única con este juego de sensaciones, pero el consuelo mutuo ya no es una opción, ya no. Me invade el sentimiento de añoranza y al mismo tiempo de rechazo. Sujeto con fuerza los bordes de mi suéter obligándome a no voltear y ceder. Él simplemente pasa por mi lado y sigue su recorrido. Imito su acción y huyo del lugar.

De un momento a otro mi visión se vuelve borrosa. La lluvia cae, pero no del cielo. El dolor es latente en mi pecho y pequeños sollozos quieren escapar. Detesto sentirme así, volver a terminar con los ojos rojos abrazando mi almohada en la soledad que cubre esta habitación. Tan patética me veo, sin poder dejar ir este intenso querer. Tan patética me escucharía si dijera lo que pensé por un momento. Tan patética me siento por desear volver el tiempo y…

Solo ha pasado un mes. Supongo que no es tiempo suficiente para superar una ruptura, pero ya quiero dejar de tener estos episodios. Dejar de hundirme en la desesperación y que esto interfiera en mis estudios. Sin embargo, esto es lo que merezco por haber sido inmadura.

El tiempo transcurre sin darme cuenta. El sonido de mi celular me despierta de golpe, desorientada en tiempo y espacio, posiblemente también en persona, contesto a la llamada.

—¿Por qué aún no llegas? —La voz de Clara se escucha del otro lado.

—¿A dónde? —Respondo mientras me levanto de mi cama.

—¡A la clase, mujer! —Alejo el celular por el fuerte chillido. Después escucho que se disculpa con alguien.

Esperen… ¿clases? Giro hacia mi escritorio y veo el horario personalizado y el calendario. ¡Rayos! Olvide poner mi alarma.

—¡Tonta!

—Romy, ¿me acabas de decir tonta?

—No, no. Fue hacia mí… —Corro hacia el baño—. Distrae a la profesora mientras llego.

—Espero que los cielos nos amparen.

Es lo último que escucho antes de que la llamada termine.

La universidad es un lugar muy grande, con área verdes que siempre captan mi atención. Cerca del área hay centros comerciales, farmacias, librerías. Es una zona comercial y muy concurrida. Pero aquí, a esta hora es tan tranquilo. Disfruto de la paz que me transmite y me recuerda cuanto extraño mi hogar.

—¿No vas tarde a clase? —Doy un brinco del susto.

—¿Por qué eres así? —Me quejo ante su divertida y sincera sonrisa.

—Tranquila, pequeña Romilly —Entrecierro los ojos. ¿Cuándo dejara de llamarme así? —. ¿Estás bien?

—¿Tan mal me veo…? —Su mirada hacia mí se intensifica, con cierta preocupación—. No dormí la otra noche. Luego te cuento. —Hago una seña de irme.

—Espera —Rebusca entre sus cosas y de su mochila saca un frasco pequeño—. Debo imaginar que no has desayunado. Esto te mantendrá hasta la hora del almuerzo. —Me da una botella con el nombre de YogurtBio en la etiqueta—. Es de fresa —agrega, animándome.

—Sabes que no soy una niña, ¿verdad?

—Tu tamaño y rostro no diría lo mismo —dice, con diversión y un suspiro involuntario se me escapa—. Pero tu manera de ser haría dudar a cualquiera sobre tu aparecía.

Lucah me regala una tierna y cálida sonrisa. Tan típico de él. Correspondo, para mi sorpresa, con una sonrisa. 

—Ahora sí ve que se te hace tarde. 

Me despido para luego retomar mi camino hacia el departamento de salud.




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