Ola de Amor

Capítulo 4

Lucah y yo nos conocimos a los 15 años, en el colegio. Al principio solo teníamos una relación cordial de compañeros, pero su actitud confiable y cómica me hizo acércame. En aquellos tiempos solía tener dos amigas, entonces él se unió.

Recuerdo lo mucho que nos divertíamos por los prados después de clases, me seguía en cada una de mis locuras, me regañaba por abusar de los dulces. Se sentía tan agradable su compañía, compartíamos tantos gustos, desde los programas infantiles hasta el gusto por el deporte. Los cuatro jugábamos básquet en todos los recesos. 

En situaciones de estrés me hacía reír, además de lo despreocupado que podía ser. Muy competitivo, alegre, engreído en ocasiones y de temperamento flemático. Ese era Lucah. Un amigo que aún permanece a mi lado. 

—Aquí tienen sus refrescos —Dejo mi emparedado sobre la mesa y cojo el refresco de fresa. Le agradezco a Lucah.

—Eres un encanto, chico —dice Clara, bebiendo su refresco—. Sigo sin entender por qué no tienes pareja...—Le vuelve a dar otro sorbo—. Eres caballeroso, simpático y con buen perfil.

No puedo evitar reírme en voz baja. El pie de Clara choca con la mía, a propósito.

—Tal vez no tengo tanto encanto como dices, Clara —Lucah toma asiento al frente de ella, y le da un sorbido a su bebida. Su semblante se mantiene intacto.

—¡Oh, vamos! Eres alto, atlético —enumera con sus dedos—, amable y un poeta en su máxima expresión. ¡Hasta tienes un club de fans!

—Soy estudiante de literatura y lingüística, Clara. No soy poeta —aclara Lucah, después de darle la última mordisca a su emparedado. Empezó último y termina primero, ¿acaso no desayunó? —. Y no tengo eso último que mencionaste.

—Bueno, lo inventé, pero y si lo tienes y no lo sabemos... —Por breves segundo se torna pensativa— ¡Claro! —Brinco en mi sitio ante su exclamación repentina—. Recuerdas a esa chi... ¡Oye! 

Clara se queja al ver como Lucah se come una de sus papas fritas.

—Retiro lo dicho, no eres nada caballeroso —Lo fulmina con la mirada, pero él solo se limita a reírse.

—Toma —Me extiende una servilleta—. Para que te limpies —responde a mi duda interna reflejada en mi rostro.

Se dio cuenta.

Uso la servilleta para limpiar la pequeña mancha de kétchup que quedo en mi pantalón después de casi dejar caer mi merienda por el chillido de Clara. 

—Deberías ser más cuidadosa, Romy. —La miro con incredulidad.

Y Lucah solo niega con un ligero movimiento de cabeza, dedicándome una mirada cómplice.

Disfruto pasar mi tiempo con ellos. Bromear y reírnos juntos puede aliviar los momentos de estrés, sentir que no estamos solos en este lugar, además de apoyarnos como los amigos que somos, en las buenas y en las malas.

—Chicos, ¿tienen algo que hacer este sábado?

—Eso depende. —Lucah y yo respondemos al unísono. Los tres reímos como tontos. Sin embargo, dejamos de hacerlo al ver la sonrisa que dibuja Clara en su rostro mientras se cruza los brazos.

—Este sábado hay una gran fiesta —dice con mucha emoción—, y hemos sido invitados. —Antes que pudiera decir algo ella se anticipa—. No hay excusas, ni objeciones.

Nos mira a cada uno con los ojos entrecerrados y su dedo índice apuntándonos.

—No creo que sea buena idea… —digo en voz baja. Ella sabe que lo mío no son los espacios cerrados, lleno de gente sudando.

—Entonces eso es un no. —finaliza Lucah, levantándose de su asiento.

—¿Qué? ¿Por qué? —Clara también se levanta para detenerlo. Luego me mira a mí en busca de apoyo. Yo desvió la mirada— Romy…

—Tengo un proyecto en proceso, López —Me cubro la boca.

—¡No me llames por mi apellido! —Le da un golpe significativo en su hombro—. Ya recordé por qué sigues solo.

—¡Auch! —Los dos me reprenden con la mirada.

Esa fui yo.

Je.




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