Ola de suerte

Parte 4: Un paseo por Londres

La mañana de aquel día viernes fue mágica para Logan, pues habiéndose despertado a las cuatro durando así dos horas escribiendo su nueva historia de misterio “La nube que llama a la luna”, donde el protagonista debe de investigar una serie de asesinatos hechos en el condado Bulr, así que con su motocicleta Harley y su libreta de apunte, dibujaba y anotaba toda clase de sucesos tanto raros como paranormales, ¿será que pueda resolver este caso?, que no lo deja menos que confundido y de cierta manera aterrado pues… —Logan mirando el reloj por encima de su oficina, marcaban las seis en punto, hora perfecta así que saliendo del programa Word, apagó su Mac.

Cada mañana Alba y él se despertaban temprano, él ya estaba acostumbrado y aunque se negaba a que ella lo hiciera, esta simplemente lo ignoraba mientras espetaba:

—Sé que quieres que duerma más pero, de verdad necesito acostumbrarme a despertar temprano −para luego en tono dulce decir—. ¿O quién te va a preparar tu desayuno?

Él todo pícaro, la miró mientras sus brazos rodeaban la cintura de la chica, tan fugaz, tan misteriosa, tan llena de cariño hacia él desde que lo conoció.

Al salir de la biblioteca se dirigió al baño, donde este pudo lavarse la cara, así que con un jabón se frotó la piel clara de su frente y mejillas, pese a que jamás le ha importado su imagen, de cierta manera (y más ahora) cuida de ella todo el tiempo y aunque no se unta tantas cremas como Alba, le preocupa un poco aquellos ligeros puntos negros de su cara y nariz.

Sus ojos marrones se veían relativamente normales pues con las desveladas que últimamente se daba escribiendo o a veces hablando toda la noche con ella, sí debían de estar más cansados, sus ojeras siempre están, se desvele o no así que eso le importa poco, su cabello ondulado como siempre y largo ya que hacía meses que no se lo recortaba, y este gracias a la ventanita circular que se encuentra en el baño por la parte de arriba, hacía que se pasará la luz del sol matutino, haciendo ver su cabello castaño ya que sin luz reflejada este sería más tirando al negro que otro color.

Después de durar cuarenta y cinco minutos en preparar milanesa de pollo empanizada con ensalada de alfalfa para el desayuno (gracias a Google pudo saber bien y aunque no es el mejor en prepararlo lo hizo apetecible) se sentó al final, observó no una, ni dos, sino tres veces aquella comida, pensando en si realmente son los gramos adecuados de pan rayado (o empanizado) en los pedazos de pollo. −Pero qué demonios, claro que son los adecuados. —Decía a viva voz con los dedos y boca llena de empanizado.

—¿De nuevo hablando solo cariño? —Decía Alba risueña entrando a la cocina—. Guau, te salió excelente, de hecho el aroma fue lo que me despertó, ahh y tu celular que no dejaba de vibrar. —Con intención de ver qué respuesta le daba, siguió—. Creo era tu editor.

—No te preocupes, perdón de hecho olvidé quitarle la vibración, ya luego hablaré con él. —Dando un beso a su frente prosiguió—. Y gracias amor, de hecho no supe si realmente quedó pero lo probé un poco y me parece bien, si gustas lavarte tus manos, ahora nos preparo el plato.

La mañana y el medio día fueron geniales para ambos, pues después de haber desayunado tuvieron que limpiar un poco toda aquella casa, empezando por el piso de abajo, donde tres habitaciones estaban prácticamente sin usar, la biblioteca estaba un poco desordenada pues regularmente Logan cada ciertas horas del día se dedica a leer (algo curioso es que pese a tener todos los libros escritos por él, la única persona que las hojea para leer es Alba, el chico pocas veces leía sus obras después de terminadas), y si no fuera por el montón de envolturas de frituras, libros tirados en los sofás, alguna que otra lata de refresco y de cerveza, aquella habitación con cuadros de artistas ya muertos, estaría muy limpia.

Desde hace un tiempo, Logan suele comprar objetos (¿cómo se puede decir esto…?) innecesarios, cosa que a Alba no le agrada, en una ocasión él llegó con un collar y un anillo con distintos y elegidos cuidadosamente diamantes pequeños, y en otra con una escultura gigante de un libro que tienen por fuera de la biblioteca, pero el colmo fue cuando el chico adquirió un cine, dicho cine ya estaba por morir pues casi sin ventas y sin poder remodelar todo en su interior, hacía saber a Frank (el antiguo dueño) que ese negocio de entretenimiento terminaría en la quiebra, ahí es donde entró un chico muy peculiar, sencillo pero con esos aires de rico, según su hermano (el cual estaba a lado de Frank en ese momento) es un escritor, Logan Scott, sus publicaciones han vuelto locos a casi todo el mundo y aunque no es uno de los más ricos, sí que tiene lo suyo. En fin, se acercaba y muy amablemente estaba dispuesto a comprar y llevar adelante aquel cine, no fue mucho lo que le ganó el dueño pero sin duda era lo justo.

—Logan, no entiendo por qué compraste este cine  —preguntaba molesta su esposa—. Puedo entender que quieras comprar algún detalle para la casa o así pero, esto, ¿de verdad?

Ambos estaban esa noche en aquel cine, después de varias semanas de remodelación y sin avisarle a su mujer, Logan contrató a personal para que lo convirtieran en algo cómodo para ellos.

A la chica la noticia no le agradó, Logan llevaba tiempo comprando cosas que no debería, ella sabe que no le va mal en su trabajo pero llegar a estas alturas, ¿además cuál era la idea, ir cada tres o cuatro meses a ver una película? Ellos todas las noches antes de dormir ven una en su habitación, conectan su teatro en casa y todo es de maravilla.

Esa noche se molestaron, ella quería aplicarle la ley de hielo, él de cierta manera lo aceptó y la dejó ser, los siguientes días fueron iguales, hasta que hablaron y quedaron en que el chico se desharía de ese cine.

Una tarde decidieron salir a dar un paseo, en el auto se dirigieron hacia las zonas centrales de Londres, luego de dejar el auto en un estacionamiento se aventuraron a distintas zonas para divertirse.



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En el texto hay: romance, millonario joven, suerte y destino

Editado: 02.05.2022

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