El aroma a Hot Cakes de mañana estaba en su pleno auge, Logan pudo revisar su reloj y daban las nueve y diez —ahg, me quedé dormido. —Dijo más entre el sueño que despierto—. Ese día Alba se encontraba en la cocina con Marcy, la esposa del buen Ralphi, ellas sin duda se hicieron muy buenas amigas.
Los esposos estaban aún en cama, pero la niña pequeña de Ralph, Maraya, estaba con su papá moviendo y brincando en la cama de este, con claras intenciones de que se levantara.
Logan pese a haber dormido temprano, se sentía con sueño así que desesperado mejor fue al lavabo y bañó su cara con el agua del grifo, fría como el invierno mismo, gracias a eso la cara se le puso roja.
—¿Todo bien amor? —Preguntaba Alba al ver a su futuro marido rojo como tomate.
—Claro claro, es que aquí el agua está más helada.
—Lo está, y más por esta temporada donde la nieve ya se deja ver, en un par de días estará el doble, por alguna razón nuestra casa y las tuberías son muy propensas a helarse incluso más que en otras localidades de Inglaterra. —Respondió Ralph, entrando a la cocina aún adormilado.
Para entonces el cachorro beagle de Ralph llamado Murfy ya había entrado, como rayo movía la cola de aquí hacia allá, para que luego Logan fuera tras su captura, donde al final sucumbió por las feroces manos del escritor acariciando su barriga y empezara a besarlo por su frente mientras le hablaba.
—Entonces, ¿cuál es el plan Logan? —Preguntaba Ralph, a la hora donde todos estaban desayunando sus Hot Cakes.
—No te preocupes, tengo planes para la editorial Writeer, ellos hace meses se comunicaron conmigo ofreciendo un plan muy jugoso, ¿verdad cariño? —Logan, dando un sorbo a su jugo, miró a Alba.
—Exacto, básicamente le dijeron que no se preocupara por nada, ellos publicarían los libros pero sin trucos (al parecer ellos también sabían algo de los tratos de su competidor).
Writeer era una editorial londinense muy respetable y prestigiosa, Logan al querer trabajar con ellos no pudo en sus primeros meses de escritor notable, y eso lo entendió y su meta era estar con ellos. Desde hacía más de doscientos años seguían apoyando a escritores del mundo y de muchas épocas, donde grandes escritores han pasado con ellos.
Sin duda eran conscientes del gran esfuerzo que Logan ha estado haciendo en cada uno de sus libros, al principio veían a un chico que después de no ver resultados, dejaría la escritura pero se equivocaron, el escritor jamás dejó de hacer lo que le apasiona, escribir. Algo curioso y a notar es que Appolef desde siempre ha tratado de blasfemar a Writeer pero estos jamás le han seguido el juego.
—Pues te vas a lo grande viejo, pero dime, ¿si te aceptan pondrás de condición que yo seguiré siendo tu editor verdad? —Preguntaba preocupado pero risueño.
—Claro que sí amigo, mis obras no tendrían ese efecto si no fuera por tu trabajo. —Respondía gustoso Logan.
En efecto a ello, todos en la mesa sonreían, ambos eran inseparables y era verdad, Ralph hacía un trabajo magistral editando los libros de Logan, y si no lo tuviera casi no los publicaría más.
Después del desayuno y de haber limpiado la casa, todos se sentaron en los sofás para poder hablar bien sobre esa editorial, de si valdría la pena en cuestión de que no vaya a ser una empresa abusiva, el chico tenía buena espina acerca de esa decisión así que con la aceptación de todos comenzó a llamarlos desde su celular.
Alba pese a la ilusión que veía en su marido, notaba cierta suspicacia, había razón para ello pues además de Appolef han habido un par de personas que le han visto la cara, claramente se siente con ese malestar de descofianza. Le llevó alrededor de veinte minutos en hablar y quedar en algo con ellos, decidieron hacerle una entrevista a Ralph y a él, y para suerte de ambos, el director y un camarada vivían en Birmingham.
Esa tarde, el chico y su editor después de haber quedado en una cita que más que formal era informal pues al parecer el encanto de Logan hizo que el director aceptara la entrevista en su propia casa.
—Demonios no sé por qué tengo muchísimo sueño. —Decía con soñolencia Logan, una soñolencia que te hacia dormir nada más verla.
—Sin duda te ves cansado, ¿has estado escribiendo hasta noche verdad? —Preguntó su amigo Ralph, cuando ambos subieron al coche del escritor rumbo a casa del director.
El chico se limitó a asentir mientras daba marcha atrás en aquel casi caluroso día.
Al llegar, justo veintitrés minutos después aparcaron en una residencia que aunque trata de verse modesta y rústica, tenía cierta lujosidad, con sus paredes de ladrillo y su jardín lo suficientemente amplio para estacionar así como el coche de Logan, varios más, también tenía su terraza y una zona grande para niños aunque claro, sin niños en ese momento.
—El paquete completo. —Señaló Ralph irónico al observar aquella residencia.
Al tocar el timbre, la persona que salió a recibirlos fue el mismo director, el señor Harry Oldman con su mano derecha a un lado. Ambos hombres estaban emocionados por la llegada del escritor popular.
Logan, contando la situación de su anterior editorial (incluso lo del golpe no previsto pues a Ralphi se le había escapado sin querer), y con esperanza a ser aceptado junto con su amigo dió la seña que el señor Oldman podía hablar.
—Muy bien señor Scott, realmente ese tema de tu anterior editorial fue deshonesto y desagradable. Pero en fin, tu contrato de dos años con ellos vence en una semana, es tiempo suficiente para nosotros hacer nuestro papeleo y añadirlos a nuestro equipo. —Logan en ese instante se sintió tan bien al oír aquellas palabras—. Puedo decir y a nombre de la compañía que somos dichosos por tenerte como escritor, al igual con el señor Ralph, que su trabajo se valorará en nuestra editorial —y al ver cómo se miraron por un segundo, este añadió amigablemente—. Y claro que seguirá siendo exclusivo del señor Scott.