Bebes el tazón de cerveza distraído, tus amigos ríen y cantan a la par esa noche tan peculiar, estás cansado, tienes migraña y no deseas estar más con aquellos borrachos que llamas compañeros. El barco zarpará dentro de tres días, tienes tiempo aún de recorrer la isla, tiempo de tener algún amorío del momento como el capitán lo ha estado haciendo desde el primer día, suspiras y dejas a un lado el tazón sin deseo alguno de beber, te planteas una y otra vez el por qué has decidido convertirte en un pirata, ¿Acaso ese era tu sueño? ¡Lo disfrutas, claro que lo haces! Más no comprendes como has llegado a esto, no sabes que puede pasar si llegan a capturarte.
Sientes un mal sabor en la boca, tu noche se ha amargado al plantearte aquello, no tienes nada más que hacer, tampoco a donde ir pero, aun así, te levantas de tu asiento y esquivas a tus compañeros borrachos que festejan su último asalto, consiguieron una gran recompensa y la están desperdiciando en alcohol, pero tú no eres como ellos, tu guardas con sumo cuidado las riquezas ganadas para así, algún día, poder pagar las deudas de tu padre.
El muelle está vacío a estas horas, no deseas regresar tan temprano al barco pero tampoco quieres seguir en ese lugar, caminas sin rumbo alguno. La brillante luna llena es tu amiga esta noche y el sonido de la marea te acompaña en esta velada mediante te acercas a la playa, tus ojos están fijos en el cielo, tus pensamientos divagan en la dirección de la pequeña brisa del mar.
Prestas atención al murmuro del mar, sabes que hay algo mal en él, dejas de caminar y observas desde la orilla la hilera de rocas que desembocan en el mar, las olas no rompen como de costumbre contra ellas sino que las acarician con suavidad y susurran, divisas entonces la larga cabellera rojiza ondear, la luna ilumina la figura femenina de la mujer que se encuentra sobre las rocas.
No puedes moverte, tampoco producir palabra alguna, estás hipnotizado por ella, incluso desde la lejanía puedes oír su dulce cantar, su cálida voz te abraza y deja sin aliento, inconscientemente avanzas en su dirección, deseas verla, deseas escuchar su cantar y anhelas conocerla. La mujer se percata tu presencia, sus suaves y delicados movimientos al girar te dejan sin aliento, quieres llamarla, pero no puedes hablar.
Sus ojos verdes como el jade se posan sobre ti, brillan a pesar de la penumbra, su pálida piel de porcelana te seduce, su cuerpo desnudo es cubierto por su cabellera rojiza como el llameante fuego, cruzan miradas y sientes algo extraño en tu pecho, necesitas saber su nombre, necesitas hablarle, sientes que ya la has visto antes, en algún sueño lejano, no sabes por qué, pero su rostro te es familiar.
La extraña mujer contempla el mar nuevamente, como si este la llamase da un paso delante, seguido de otro llegando a la punta de esa cordillera rocosa, sus ojos jades están perdidos en las olas, vuelve a mirarte, ahora su semblante muestra tristeza, ladea la cabeza y sin evitarlo derrama lágrimas azucaradas. Su profunda y dolorosa tristeza te lastima, quieres abrazarla, susurrarle que todo estará bien, está sufriendo por ti, algo en tu interior te lo advierte, grita con todas sus fuerzas que ella carga con un gran pesar relacionado contigo.
La joven de melena carmesí cierra sus ojos y se deja caer desde el acantilado rocoso al mar, las olas la aceptan y cubren con suavidad evitando cualquier golpe, las alarmas se encienden en tu cabeza, estás dispuesto a correr y rescatarla, quieres hacerlo pero aún no sales de la sorpresa que sus acciones te indujeron. ¡El mar se la ha tragado! Te preguntas ¿Qué problema tendría semejante mujer como para acabar con su vida de esa forma tan cruel? No, no puedes aceptar que aquella muñeca de porcelana esté muerta.
Entras alertado al mar, corres evitando que las violentas olas te atrapen y arrastren hasta las profundidades, el agua comienza a llegarte a la cintura, el mar se descontrola ante tus acciones, ¿Qué está sucediendo? Te preguntas alterado. Algo agarra tu tobillo, no tienes tiempo de reaccionar, te jala y arrastra a las profundidades oscuras del mar.
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Editado: 28.10.2018