Olas azucaradas

Tormenta.

Despiertas sobresaltado, no sabes dónde estás, tampoco vez con claridad, debes parpadear varias veces y refregar tus ojos con las palmas de tus manos. El sueño que has tenido te ha dejado ansioso y desconcertado. No puedes parar de pensar en aquella pelirroja tan especial, ahora la recuerdas, ahora sabes quién es, sabes por qué ha actuado de esa forma contigo y sabes por qué anhelas tanto a esa mujer. No paras darle vuelta a aquel inusual sueño, tu pecho sube y baja con rapidez debido a tu acelerada respiración, debes encontrarla, debes comentarle que ya la recuerdas, que al fin podrán estar juntos de una maldita vez.

Esta vez no dejarás que Dione se salga con la suya, si es posible, estas dispuesto a acabar con ella con tal de estar al lado de tu amada, no volverás a morir y tampoco la dejarás morir a ella, su amor florecerá y al fin podrán tener una historia feliz.

La madera chilla, aquel sonido típico que hace cuando una ola choca contra tu barco, ahora caes en cuenta del salado aroma de la brisa marina, caes en cuenta que estas en el camerino del capitán, tus compañeros te han encontrado inocente en la playa, mal herido o eso parecía. No sientes dolor, por extraño que suene y parezca, la herida de tu pierna ya no la sientes y puedes moverla a gusto, ¿Acaso esto ha sido obra de tu amada sirena? Sin embargo, sabes que la herida sigue allí ante la sangre que se asoma y mancha los vendajes que te han hecho tus compañeros.

Te sientes mareado, cansado, no sabes que hacer, en que pensar, solo tienes una cosa en mente, a una persona en mente: tú amada sirena.

Oh, recuerdas a la perfección las noches pasionales que han pasado juntos, recuerdas sus dulces susurros al decirte cuanto te amaba e incluso, recuerdas el aroma de su piel, la textura de esta, suave, aterciopelada, el aroma del mar impregnaba en ella, en su enredado y rojizo cabello.

Anhelas verla nuevamente, anhelas besarla con pasión como en los viejos tiempos, pero sabes que no puedes, sabes que en esta historia Dione es la villana, quien se ha interpuesto entre ustedes una vez y es capaz de volver a hacerlo.

Oyes la dulce voz de una mujer en la proa, extraño, el capitán jamás ha admitido mujeres en este barco, según él, son un problema para los marineros. Frunces el entrecejo y te levantas cojeando de la cama, te estás sobre esforzando pero la curiosidad te inunda puesto a que la mujer ha comenzado a cantar, no es un canto similar al de tu sirena, todo lo contrario, no llega a seducirte como tu amada lo hace.

Muy en lo profundo, sientes familiar ese canto, los recuerdos de esa voz que intenta hacer semejanza con la angelical están ligados al dolor y la rabia, no sientes recordarla con claridad ahora, no sabes de quien puede ser, sin embargo, mediante avanzas, un gran mal presentimiento se asoma en tu pecho, tal vez, no quieres recordar quien es la dueña de tan fingida voz.

El capitán aplaude seducido por la mujer que ha cantado, esta, le hace una reverencia para posteriormente colocar en la mano de tu compañero una bolsa de oro, arqueas una ceja mientras sales a la cubierta y al fin puedes verla con claridad: es ella, aquella sirena que tantas desgracias les ha traído a ustedes dos, Dione.

— Y recuerde, capitán. Esa sirena le traerá juventud eterna si logra consumir sus escamas, el rostro, puede venderlo por una gran fortuna, nuestra familia solo ha de necesitar un mechón de su cabello.

La mirada de Dione se posa sobre ti, sus ojos azules brillan, sin embargo, sabes que esa sirena no es capaz de sentir nada más que odio hacia tu persona. La mujer viste como si fuese una dama de alta clase, una dama refinada y educada, capaz de darle una fortuna al capitán con tal de que case a tu sirena.

— Lady Valentine, ¿Teniendo la juventud eterna ante ustedes, porque solo conformarse con un cabello de la sirena?

Vez a Dione encogerse de hombros mientras camina lentamente alrededor de tu capitán, seduciéndolo con sus encantos sobre naturales. Su hermosura te asquea, incluso llegas a tener nauseas con tan solo verla de reojo. Dione desea asesinar a tu amada y ha enviado a tu capitán a su búsqueda, la rabia crece poco a poco, te ciega.

¿Por qué Dione? ¿Qué te hemos hecho? Te preguntas sin cesar, tu mandíbula se tensa y la rabia se apodera de tu cuerpo.

Le arrebatas el arma de fuego a tu compañero, quien se encuentra a tu lado observando la escena embelesado por la sirena, cojeando te acercas rápidamente empujando a tu capitán y apuntando el arma al rostro de la hermosa y despiadada sirena. La rubia alza una ceja, su expresión sigue siendo la misma, no se inmuta del arma, sabe que no eres capaz de dispararle, te conoce a la perfección.

— ¿Estás seguro de esto, Daniel? — cuestiona entonces mientras una horrible pero coqueta sonrisa se forma en sus labios— ¿Desperdiciarás tú tiempo apuntándome con un arma, en vez de salvar a tu amada sirena?

Es cierto, debes correr, debes advertirle a Coral, ¿Pero qué estás haciendo idiota? Corre, búscala, sácala de este lugar antes de que sea demasiado tarde.



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En el texto hay: piratas, sirenas, drama y romance

Editado: 28.10.2018

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