Oldfield

Epígrafe + prólogo

«Y lo único que se pierde en ti, eres tú».

Y Él también dijo: «Muerde a tu Salvador, y todo cobrará otro significado».

 

Hacía más o menos 25 años, ocurrió un extraño accidente en el pueblo de Oldfield. El orfanato de Las Hermanas de La Cruz se incendió por fallas en la conexión eléctrica y algunos niños que recientemente habían sido adoptados fueron raptados, torturados y asesinados; resultó en un total de 57 fallecidos. Una suma alarmante para una población que no superaba los 5 mil habitantes. Aquel incidente ocasionó que alrededor del 50 % de las familias conservadoras se mudaran y abandonaran su historia, dando paso a los nuevos visitantes que pronto compraron durante los remates las casas más costosas del lugar e invirtieron sus pocos ahorros en resurgir una economía casi muerta. Con el transcurrir de los anales el evento quedó en el olvido. No se mencionaba el pasado y fue como si la memoria de la gente hubiese sido restablecida.

 

Curiosamente, en este apartado y aislado espacio geográfico tampoco existían datos sobre la tasa demográfica, tanto de natalidad como de mortalidad. Según reportes del único hospital, todos los niños nacían muertos y la persona oriunda más joven era de 40 años, o eso se creía, hasta que en los registros de la universidad surgió el nombre de Gillian Juliette Modsen.

 

Una nueva estudiante.

Una nueva vecina.

Una nueva amiga.

Una nueva amante.

Una nueva víctima.

 




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