Oleg

Cap 1 - Rompan filas

Los gritos de mando del sargento Wonk son lo único que logro escuchar bajo el torrencial aguacero. Llevamos horas caminando bajo la lluvia sin rumbo alguno. Creo que este ha sido uno de los peores entrenamientos que he recibido. ¿Por qué mi familia tiene una tradición militar? Es broma me encanta esta vida de mierda.

­­— ¡Presenten armas! ¡sobre el hombro ar! ¡firmes ar! ¡vista al frente!

Cada uno de nosotros adoptaba la posición que pedía según sus órdenes. Luego seguíamos nuestra marcha sin rumbo aparente 

Bajo la lluvia yo voy a gritar

Bajo la lluvia yo voy a gritar

Soy un soldado una maquina mortal

Por mi patria yo voy a luchar

Y a mis enemigos voy aniquilar

A eso le llamo un coro motivacional. Y unos minutos después a unos cincuenta metros logramos divisar por fin el campamento.

—¡Rompan filas!

Es lo último que grita antes de retirarse y dejarnos en medio de aquel torrencial aguacero. Cada uno de mis compañeros toma su fusil al hombro y corre en busca de refugio hasta el campamento. Por lo menos estamos cargando unos treinta kilos más con todo nuestro equipo mojado y nuestro uniforme empapado. 

Descargo mi equipo a un lado del camarote. Suspiro audiblemente al igual que mis compañeros al sentir el alivio de despojarnos de aquel pesado equipaje. Unos minutos después me desplomo sobre la pequeña cama y cierro los ojos para relajarme un poco. 

— ¿Crees que nos levante a media noche como ayer? llevamos semanas sin dormir una mierda. 

Dice mi mejor amigo a un lado tapado la cara con una de sus manos. 

—No lo sé. Pero lo que sí es seguro es que algo traman. Quieren probar hasta donde llega nuestra fuerza. Supongo que detrás de todo esto hay una gran misión.  

Llegamos hasta el batallón y caminamos directo al armerillo para entregar armas. 

—Yo estaba pensando lo mismo. Sé que hay una misión importante. Es algo grande pero demasiado secreto. Y de lo que estoy seguro mi querido Oleg es que tu cara sexi de puto y yo estaremos allí. 

Doy un puño en su brazo y asiento. 

—¡Claro que estaremos allí Rick! nos necesitan y lo saben. El sargento sabe que no encontrara mejores soldados que nosotros. 

Entregamos nuestro armamento al soldado Odork encargado del armerillo. Firmamos el libro para el acta de entrega y caminamos hasta nuestra habitación. 

—Oh por Dios estas botas huelen a diablo. 

Digo a mi amigo el cual eleva una ceja y asiente en respuesta. 

—¿Qué esperas después de tenerlas puestas casi 24 horas? es una mierda Oleg

Grita divertido. Luego se queda pensando y pregunto de inmediato

— ¿Que sucede? ¿aún sigues con eso? 

Una sonrisa triste se dibuja en sus labios y asiente. 

—Sí, solo espero la oportunidad que tanto busco, para demostrarle a mi padre que puedo ser tan bueno como él. 

—No tienes por qué compararte con él. Ustedes son buenos, pero no en las mismas cosas. 

—Lo sé. Pero mi padre no lo ve de esa manera. 

—Eso te lo has metido tú en la cabeza. 

—Por supuesto que no. Y no me importa lo que tenga que hacer, pero le demostraré a mi padre que soy un puto soldado de verdad y que no necesito de él para ser el mejor. Tú lo tienes fácil porque eres como una maquina Volkov, nadie te gana en ningún aspecto por algo eres el mejor de aquí.

Asiento y solo guardo silencio. Soy mayor que Rick unos cuatro años, pero por más que intento nunca puedo persuadirlo de cuan obstinado es. Tiene un carácter de mierda y lo mejor es no contradecirle. El hace lo mismo conmigo. Y si, así funciona nuestra amistad. 

………………

 

Un líquido frio golpea mi rostro. Apenas y creo que sentí la almohada bajo mi rostro, cuando el sargento Wonk grita en medio de la habitación. 

— ¡Firmes! 

Me levanto apresuradamente con el cabello empapado y el corazón a punto de salirse de mi pecho. Observo a mi derecha y a Rick le han hecho lo mismo. 

—Soldados Volkov y Scaff a mi oficina ahora

— ¡Permiso para cambiarme señor!

Gritamos ambos al unísono. 

— ¡Ar!

Ambos corremos por nuestras cosas y en un minuto ya estábamos listos. El sargento nos hace seña para que le sigamos y así lo hacemos. 

Una vez entramos a su oficina notamos la presencia de unas 4 personas a las que nunca había visto. 

—Descansen soldados por favor tomen asiento. 

Ambos hacemos lo que pide y en ese momento el ambiente se torna tenso. 

—Soldados. Los he traído aquí esta noche por una simple razón. Llevo semanas evaluando su comportamiento, entrenamiento descanso y todo lo demás y son ustedes los elegidos para la misión Júlian.




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