Oliver

Capítulo 6

La luz del sol se filtraba a través de las vidrieras de la iglesia, tiñendo el interior con colores cálidos mientras la congregación se agolpaba en la salida. Ella se encontraba entre la multitud, su corazón latiendo entre una mezcla de nostalgia. Había dejado atrás este mundo hace un año, buscando un cambio en las luces Neón de las Vegas, pero ahora estaba de vuelta, aunque solo por un día. 

El sonido de las campanas se mezclaban con las risas y felicitaciones. Los novios, radiantes de felicidad, pasaban por la puerta seguidos por una ola de alegría y una lluvia de arroz. A pesar de su resistencia no podía evitar sentirse arrastrada por la atmósfera festiva. La cultura, pasión y tradiciones de su familia, era un lazo que, a pesar de sus esfuerzos nunca se romperia del todo. 

—¡Vivan los novios! —gritó el padre de la novia con una emoción genuina. Su voz resonó con la autoridad de quien ha vivido y liderado en la sombras de la ley.  La multitud respondió con un estruendo de aplausos y vítores, cada palmada era un eco de la tradición y el honor familiar. 

Mientras los invitados comenzaban a dispersarse hacia la celebración que les esperaba, ella tomaba una respiración profunda, preparándose para sumergirse una vez más en el mar de caras conocidas y recuerdos que este lugar evocaba. 

—¡¿No es hermoso todo esto?! —le susurró su hermana acercándose a ella con una copa de vino en la mano. 

La recepción de la boda era un despliegue de la rica herencia italiana y el orgullo de una familia arraigada en tradiciones. La sala estaba adornada con elegancia pero sutil, las mesas vestidas con manteles de lino blanco y centro de mesas de flores frescas. Los invitados vestidos con sus mejores galas, se mezclaban entre risas y conversaciones animadas mientras los niños corrían entre las piernas de los adultos.

—Las luces de las Vegas no brillan tan fuerte como los recuerdos de casa —respondió con una sonrisa melancólica mientras veía a su hermana sentarse en la silla del al lado. 

—¿Cómo has estado hermanita? —preguntó, su tono era suave pero sus ojos revelaban la dureza de la vida. 

Su hermana con una personalidad tan férrea como el acero, nunca se ha doblegado ante las expectativas de un mundo dominado por hombres. En el submundo de la mafia, donde el silencio es oro y la palabra es ley. Ella ha labrado su camino con la determinación de un escultor.  

—Sobrevivo… —expresó, pero antes de poder proseguir fue interrumpida.

—Deberías estar aquí con tu familia, no sirviendo a extraños en un hotel —dijo su madre con un suspiro de desaprobación. Su mirada aún ardía con enojo frente a las expectativas incumplidas.

—Me siento bien allí. Este ya no es mi mundo.

—Siempre seras parte de este mundo, no importa donde estés, lo quieras o no —aseguró su madre con firmeza, aunque sus palabras también iban cargadas con un amor que se sentía traicionado—. Tu decisión rompio más corazones de los que imaginas —grito, y sus palabras se elevaban junto a la música por encima del murmullo. Su madre, con la sabiduría y la melancolía de los años reflejado en su rostro, continuaba hablando pero ahora con la voz temblorosa. 

Pero ella, cuyos ojos se perdían en el brillo de las luces, intentaba refugiarse en la indiferencia. En ese momento el esposo de su hermana, un hombre de estatura y presencia, se acercó con una sonrisa tranquilizadora y extendió su mano hacia la madre. 

—¡Ven bailemos! —la invitó, su voz era un bálsamo en medio de la tensión, con un suspiro su madre aceptó y ella veía como su semblante se relajaba camino a la pista de baile. 

—No dejes que sus palabras te afecten —aconsejo su hermana mientras apretaba su mano de manera afectuosa—. Eres dueña de tu destino, y es algo que ni las tradiciones ni las expectativas pueden cambiar. Pero… 

—Isabella, no… 

—Helena, en cierto modo ella tiene razón. Tienes una carrera, ¿qué haces de mucama? 

—Pruebo cosas nuevas. Además, necesitaba el trabajo, me he quedado sin dinero. 

—¿Y por qué no me pediste ayuda?

—No quiero ese dinero… 

—Pues ese dinero puso un techo en tu cabeza, llenó tu estómago y pagó tu educación. Nuestro padre era un hombre de honor —repuso Isabella, con una voz teñida de orgullo y dolor—. Él construyó todo esto desde la nada, con sus manos y su ingenio. 

—Lo sé, Isabella, lo sé… 

Ella asintió con brevedad, recordando los días en que su padre la llevaba de la mano por las calles de North Beach. Él, era un titán entre mortales, un líder que navegaba las aguas turbulentas de la lealtad y la traición con la gracia de un maestro. Sin embargo, aun así seguía siendo su padre.  

—Mira yo no pretendo pelear contigo. Te echo de menos, los niños por igual extrañan a su Lena 

—Y yo los extraño a ellos. 

—Pero ayúdame a entender, ¿por qué te fuiste?

Helena, quien una vez estuvo atrapada en la telaraña de compromisos y lealtades, se encontró en una encrucijada del corazón. Hace dos años, su mano fue prometida a un hombre de su mismo mundo, un compromiso tejido más por conveniencia que por amor, pero en un acto de valentía rompió las cadenas de ese destino prefabricado, aún suspirando por el dulce recuerdo de su primer amor. Sin embargo, la decisión no fue sin consecuencias. Su madre aún con el sabor amargo de la desilusión, no puede ocultar su descontento; y en un giro inesperado, ella dejó su trabajo como maestra, empaco sus cosas y huyó a las Vegas. 

Ella negó con la cabeza, cerró los ojos un momento y llevó una mano al puente de la nariz por unos segundos: —Es solo… que al cancelar mi compromiso necesitaba otro aire… otro rumbo —respondió a su hermana brevemente entre divagues. 

Un mes después de su compromiso el corazón de su nona había dejado de latir, pero no sin antes de compartir con ella una revelación; la historia de aquel que había sido su primer amor. 

 

                                      ******




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.