Oliver

Capítulo 8

En los días siguientes, Oliver, se había convertido en una sombra de sí mismo, moviéndose a través de sus días con la precisión de un reloj. Su rutina en el hotel se había vuelto mecánica, en un reflejo de su estado interno. 

Cada mañana, antes de que el sol se asomara, sus zapatillas golpeaban el pavimento del parque, marcando el ritmo de un corazón que luchaba por sentir. Su comportamiento a la hora de entrenar era un testimonio silencioso de su desconexión; el gimnasio resonaba con el sonido de su esfuerzo, pero incluso el eco parecía vacío, sus golpes al saco de boxeo eran fuertes y precisos, pero sus ojos estaban vacíos, perdidos en algún lugar del presente. 

—Estás empujando demasiado fuerte —comentó Ryun observando con preocupación. Desde aquella conversación hace unos días, era como si él se hubiera puesto en automático por decisión propia. 

—¡Perdón! —se disculpó casi de inmediato y continuó.  

Mientras tanto, en las redes sociales, su oponente continuaba su campaña de desprestigio, pero Oliver apenas le prestaba atención. Estaba demasiado sumergido en su propio mundo, un mundo que se había reducido a entrenar y correr, a la soledad de su habitación.

—He estado pensando… —Él se detuvo un momento de golpear mientras escuchaba a su amigo—, podríamos continuar el entrenamiento en Nueva York —propuso, y Oliver de inmediato negó con la cabeza y prosiguió golpeando el saco. 

Volver a Nueva York, volver a la ciudad que lo había acogido cuando fue echado como un paria de North Beach. Ahora la ciudad de las oportunidades le parecía ajena a él. Y ni hablar del hecho de que todos los malditos reporteros de la ciudad, querían una entrevista, supuestamente para escuchar su versión, pero lo cierto era que solo querían seguir alimentando el morbo de la Cenicienta de Queens. 

—Tú puedes ir. 

Nuevamente se detuvo y comenzó a acomodar sus guantes; su mano parecía doler. 

—Tú también pudiste irte aquella noche y no lo hiciste. Tú solo elegiste salvar a un extraño que te trató de la mierda la primera vez que te vio. ¿Recuerdas lo que dijiste?

Oliver ensanchó su boca con una sonrisa genuina y dejó escapar una carcajada que resonó en todo el gimnasio:—Te pregunte: ¿qué si querías averiguar si tus ojos podían hacerse más pequeños? Aunque también dije otras frases célebres. 

La risa de Ryun, acompañó a la de Oliver, la cual aún colgaba en el aire; la lealtad y el deber pesaban sobre él como una armadura invisible. Y aunque no estaba acostumbrado a estar tan lejos de casa y de sus negocios por demasiado tiempo, Ryun sabía que esta vez tenía que hacer una excepción. Su amistad era un lazo forjado en el fuego de las circunstancias más difíciles.   

 

                                      ******

La noche se cernía sobre ellos, un manto oscuro que prometía tanto peligro como oportunidad. Aquella entrega estaba destinada a ser tan clandestina como crucial. Abajo de un puente, en un lugar desolado, una estructura olvidada que se erguía como un monumento a los secretos de la ciudad de Nueva York. Sería el fondo de su último acto en este peligroso juego de sombras. 

—¿Quién es el niño? —preguntó en un tono hostil, a quien ha sido su compañero desde hace tres años en este viaje delictivo. 

—Es una flor nueva, el jefe lo ha mandado para que vea la dinámica del equipo —respondió su compañero en el asiento del conductor. Ryun sentado en el asiento del copiloto, observaba a Oliver con desconfianza desde el espejo central. 

—¡No suelo besar en la primera cita! —exclamó Oliver un tanto cabreado por su prepotencia. En su voz no había un ápice de miedo. 

—Si bajas ahora, te dejaré besar mis puños. ¡Hijo de puta!  

—¡Vamos, vamos! No hay que jodernos entre nosotros. 

—No quiero errores. ¡Hombre! Es mi última vez, Rocky —añadió Ryun. Después de esta noche veria como sus sueños se harían realidad. Abrir su propia cadena de gimnasios por todo Nueva York. 

—¿Realmente te vas? —preguntó su compañero en un tono ronco sacando una cajetilla de cigarros y depositando uno en la comisura de sus labios. Rocky se percibía inquieto, su mirada esquiva y su sudoración eran señales que no pasaron desapercibidas para Oliver, quien siempre tenía un buen ojo para reconocer un malnacido a kilómetros. 

—¡Esa mierda va a matarte algún día! —exclamó Ryun. 

—Bueno, al menos moriré bajo mis términos —alegó, con un semblante un tanto animoso encendiendo el cigarro. Lo cual provocó una cara de asco en Oliver.  

El interior del coche se llenó rápidamente con el humo del cigarro, una nube densa y asfixiante que se adhería a todo. Oliver, sentado en el asiento trasero, sintió como la opresión en su pecho crecía con cada bocanada que el imbécil allí sentado exhalaba con indiferencia. 

—Voy a orinar… —dijo abriendo la puerta del coche y saliendo lo más rápido que pudo. 

—El niño no aguanta un poco de humo y quiere pertenecer a este negocio —repuso Ryun con burlas en voz alta, haciendo que Rocky soltará carcajadas roncas. 

El frío de la noche golpeó su rostro, pero era un alivio bienvenido comparado con el veneno que se esparcía dentro del vehículo. Se alejó unos pasos respirando profundamente, intentando purgar los recuerdos de los maltratos de su tío que el humo había evocado. 

—¡Mierda! —exclamó Rocky con sobresalto—. Yo también iré a orinar. Mis malditos riñones ya no son lo que eran antes.

—Te dije en estos tres años, que el alcohol y el cigarro te matarían.  

—Perdona por vivir mi vida mamá —contestó soltando una risotada burlesca y saliendo del auto— ¡Diablos! Como voy a extrañar esto —agregó en un tono neutro. 

Rocky se alejó del coche, su silueta recortada contra las luces distantes de la ciudad. Con el cigarro colgando de sus labios, sacó un teléfono y marcó un número con manos que no traicionaban su nerviosismo.

Es hora —expresó en un tono bajo y apresurado—¡Los hijos de puta no sospechan nada! —Él miró hacia atrás, asegurándose de que no estaba siendo observado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.