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Seis años antes.
El pequeño Oliver jugaba con sus trenecitos sentado en el suelo de su habitación, mientras Grace, la niñera, había ido por galletas y jugo a la cocina.
El cuarto era enorme para el niño de apenas contados seis años, pero no parecía sentirse intimidado en lo absoluto por ello.
Jugando estrelló el tren contra otro, en su imaginación ambos ardían en llamas y podía ver a los pasajeros gritando por ayuda desde las ventanillas.
-Uhm, ¿puedes oírlos suplicar, verdad? Una ayuda que jamás llegará... Ver como el fuego los consume -La voz de un chico lo distrajo de su juego, volteando hacia él. El castaño esbozó una sonrisa llena de dientes afilados- Soy Wally, por cierto.
-Mi nombre es Oliver -La voz infantil aunque monótona del niño se hizo oír.- ¿Cómo entraste a mi casa?
-Yo vivo aquí, pequeño -Respondió el chico sentándose frente a él- Así que... Tú eres el hijo de ella... -Lo último pareció murmurarlo para sí mismo.
-No, yo vivo aquí... Le diré a la señorita Grace si no te vas o llamaré a la policía -Dijo con un puchero y el ceño fruncido.
-¿Un mocoso como tú? ¿Acaso te sabes los números? -Se burló Wally.
-¡No soy un mocoso! -Protestó arrojándole uno de los trencitos a la cabeza, la cual rebotó.
-Diría que me dolió pero no, ya nada me duele -Comentó con cierto aburrimiento.
El pelinegro tuvo una sensación extraña, le dio curiosidad su comentario y quiso hacerle daño de verdad.
-¿Porque no te duele? -Preguntó, olvidando que se suponía llamaría a la policía.
-Solo no... -Lo cortó, luego lo miró nuevamente- ¿Y tú, Oliver? ¿Sientes dolor?
El niño pareció pensarlo un momento antes de responder.
-Sí, sí duele... Pero no me importa -Se encogió de hombros.
Wally lo observó alzando una ceja.
-¿No te importa? ¿No lloras?
-¿Para qué llorar? Es inútil, eso no calmará el dolor... -Volvió a bajar la vista a sus juguetes, mientras seguía jugando.
El chico comenzó a sentir un extraño interés por ese niño, no parecía del todo normal con ese tipo de respuestas.
-¿Tienes miedo, Oliver? -Cuestionó, enseñando los dientes como si esperara asustarlo.
Pero el menor no se inmutaba a aquello.
-No, no tengo miedo -Contestó tranquilamente.
-¿A nada? ¿Ni siquiera a la muerte? -Arrojó los juguetes lejos y se abalanzó, colocándose sobre el niño tomando su frágil cuello entre sus heladas manos. Su piel era suave como el algodón, quería destrozarlo, desgarrarlo y verlo llorar, que sangrara, hizo presión en la zona-
-No -Respondió nuevamente Oliver, sin expresión alguna en su rostro de querubín, sentía que de a poquito le empezaba a faltar el aire pero no sentía nada de temor- Si muero hoy... o mañana, no importa, no tengo miedo de morir -
El ceño del adolescente se frunció ¿qué clase de niño era que no se asustaba? Lo comenzó a ahorcar y sintió que apenas se retorcía, pero no era una lucha desesperada como esperaba.
-¿No lucharás? ¿Te rendirás así de fácil a la muerte? -La voz del adolescente sonaba indignada, casi furiosa.
-¡¿Quién eres?! ¡Suelta a ese niño! -Grace llegó al rescate del chiquillo.
Wally la vio fastidiado, fácilmente podría matarla pero ella no le interesaba, así que simplemente soltó a Oliver y luego corrió a la ventana, arrojándose por la misma. La chica gritó, asomándose luego a la ventana encontrándose con... Nada, no había nada. Parecía que había desaparecido.
-¿Pero qué...? -La pobre parecía asustada, rápidamente regresó con el niño y lo cargó en brazos- V-vamos a dar un paseo al parque ¿está bien, Oli? Por dios... Debo llamar a tu mami -
Como odiaba ese chiquillo que lo trataran como lo que era. Un niño.
Actualidad
El tiempo fue pasando luego de eso. Hubo varios encuentros en los que Wally intentó matar a Oliver, pero siempre algo ocurría antes de que pudiese concretarlo, al final terminó encariñándose de alguna forma con él, después de todo, ese niño no era Edith, era distinto a ella y sin embargo también era especial, tenía una forma de pensar interesante. Aunque era obvio que no demostraría nunca si le importaba.
Editado: 08.05.2019