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Por alguna razón, cuando Katrina despertó, lo primero que hizo fue asomarse a la ventana. Por alguna razón, fijó su vista en el patio.
Ahogó una exclamación de sorpresa al ver quien estaba allí. De pie y mirándola fijamente desde ahí, con una sonrisa,... Edith. La madre de Liver, la miraba, su ropa estaba igual que aquel día, podía ver la sangre en la zona de su abdomen donde le había disparado.
La rubia se refregó los ojos. "Es un sueño, ella no está ahí, ella está muerta" se repitió mentalmente. Cuando volvió a buscarla con la mirada, ya no estaba. ¿Se lo había imaginado? ¿Acaso se había vuelto un fantasma como los amigos de Oliver?
Suspiró. Al parecer el llamado del cura no había servido de nada, aun escuchaba voces o se topaba con sombras, incluso llegaba a saber que su Liver aun veía a sus "amigos". Debería acostumbrarse a ello, parecían llevar años ahí, quizás por eso no podía sacarlos así como así.
Qué ironía de la vida, había fantasmas en la casa, ella estaba volviéndose loca, era Halloween y eso significaba que Oliver hoy cumplía trece años. Su niño estaba creciendo, se sentía orgullosa de haberlo visto desde los diez cuando era más bajito y adorable, para luego notar ahora al caballerito en el que se había convertido.
Caminó hasta el armario y procedió a cambiarse la ropa de dormir, para algo más normal de día. No sabía si Oliver aun dormía, por lo que se acercó a su cuarto a revisar, enterneciéndose al ver a su niño abrazando a Cerbero completamente dormido.
-Bien, debo prepararle un pastel -Decidió con una sonrisa antes de bajar a la cocina para poner manos a la obra.
Se pasó un buen rato, bastante más tranquila de lo que había estado los últimos días, simplemente batiendo la mezcla, oyendo música bajo... Bueno, más bien el opening de la primer temporada de Tokyo Ghoul, joder que se había obsesionado con esa serie y chillaba como fangirl cuando veía a Kaneki usar su kagune. Aunque le angustiaba el que todavía no hubiese salido la tercera temporada, llevaba como dos años esperándola.
Perdida en sus animes y demás pensamientos, metió la mezcla al horno y se sentó a esperar, medio recostándose en la mesada. Casi podía oír a su madre regañarla por eso "Solo los muertos se suben a la mesa", bufó.
Escuchó los pasos en la escalera, más el sonido de las patas del animal bajar con rapidez tras su amo, para luego ver a Oliver asomarse a la cocina, ella se puso de pie cubriendo el horno y el desastre que había hecho. El chiquillo bostezaba, le miraba con ojos somnolientos y su cabello estaba revuelto, se veía tan tierno.
-Buenos días -Saludó él, queriendo acercarse.
-¡No! -Ella lo detuvo en seco, para luego medio tartamudear nerviosa- Ehm... Buenos días, Liver, ¿porque no mejor vas a la sala y haces un poco de descanso más en lo que te llevo el desayuno?
Él la miró desconcertado por un segundo, casi desconfiado. ¿Qué le escondía? Sin embargo, asintió y se retiró a la sala, ni idea de qué día era, el sueño aun lo tenía algo atontado.
Un par de minutos después, Katrina apareció con un pastel en manos y le cantaba el "Feliz cumpleaños". Oliver la miró incrédulo un momento antes de resignarse y apagar las velitas para hacerla feliz. Luego de eso, ella lo abrazó y besó su cabello afectuosamente.
-Feliz trece años, Liver -Sonreía la muchacha.
-Gracias, Katrina -
-¿Qué quieres que hagamos hoy? Después de todo, es tu día especial -Sinceramente él no recordaba haber tenido fiesta de cumpleaños, no le interesaba tenerla tampoco.
-Bueno... Mi madre hacia fiestas por Halloween cada año -Respondió dudoso.
-Pss, Oliver... -Wally le susurró cerca, siendo invisible para ellos así Katrina no lo notaría.
El pelinegro miró disimulado a su alrededor, haciéndole saber al otro que estaba escuchándolo.
-¿Quieres hacer una fiesta de Halloween entonces? -Pregunto la rubia, pensativa.
-¿Porque no mejor hacemos una casa del terror? Sé que te gusta cuando las personas se asustan, Oliver... -
Eso no sonaba como una mala idea. Sabía que tal vez Wally y los otros estaban aburridos por lo que asustar personas seria entretenido para ellos... y además se ahorraría los fantasmas de papel, incluso quizás podría abrir la perturbadora habitación de su madre, aunque sería arriesgado si alguien notaba que esos corazones no eran falsos sino de verdaderos humanos muertos.
Bueno... Le agradaba más que la idea de hacer una fiesta de disfraces como hacia su madre, y lo cual curiosamente le traía recuerdos de ese sueño tan raro que había tenido hace un tiempo.
Editado: 08.05.2019