1
-¿Segura no sabe dónde están, señora Bates? -
La mujer negó.
-A la chica la he visto ayer por el pueblo cuando fui por fruta, y un par de veces más, pero al niño no lo he visto en mi vida -Aseguró.
El oficial Turner suspiró, observando a su compañero que lo miraba expectante desde el automóvil plateado que habían decidido usar, apenas habían subido a la patrulla, se volvieron a bajar ya que decidieron que otro vehículo pasaría más desapercibido, dado que no querían alertar a los prófugos.
Sin embargo, de mucho no había servido puesto que cuando llegaron a la dirección que su "informante" desconocido les había dicho, ellos ya no estaban. Alguien los había puesto en sobre aviso, pero era ilógico si hace al menos tres horas habían recibido el llamado y salieron de inmediato.
-Te lo dije, Dante, seguro nos jugaron una broma -
-No, no... Tengo un presentimiento, ellos están aquí, no sé dónde exactamente pero sé que siguen aquí -
-¿Y ahora quieres que sigamos una palpitación tuya? –El escepticismo era claro en el semblante de Philip Wells.
-Phil, por favor, hazme caso. Ellos aún están en el pueblo –Y Turner se veía determinado.
El castaño suspiró, pasándose una mano por el rostro. Él comenzaba a pensar que no los iban a atrapar nunca, quizás era un poco extremista pero ¿no tenía razones para pensarlo acaso? Ese niño le había causado escalofríos desde un principio, se lamentaba como no pudo verlo antes, como no se dio cuenta de que el mocoso estaba realmente mal… de la que sospechaba en un principio había sido de Petrova pero ella parecía ser solo un títere. Las huellas eran de Oliver Pritzker, probablemente mantenía a aquella chica consigo por conveniencia, dado que el arma de fuego que habían encontrado en la casa estaba limpia de huellas pero era la misma con la que le habían disparado a Edith.
Lauren MacMillan no había firmado el certificado de defunción de la mujer, sino Katrina. La misma que ahora era la tutora legal del niño, la misma que había negado cualquier sentimiento inapropiado hacía él, y lo había defendido en cada pregunta que le habían hecho durante el interrogatorio en contra del pequeño.
-Bien, seguiremos buscándolos -Suspiró resignado.
Dante subió de inmediato al coche, en el asiento del copiloto y Wells arrancó el mismo, continuando con su búsqueda.
2
Cuando Oliver despertó, tenía la extraña sensación de no poder respirar, de no poder ver, no comprendía que estaba pasando. Se quiso levantar, quiso mover las manos pero sentía los músculos pesados, como si estuvieran apresados a la cama por pesas de acero u hormigón. Abrió la boca pero las palabras no salían de su garganta, se sentía como un muerto en vida, cualquier persona se hubiera desesperado en su situación pero a él le desesperaba la sensación de un par de manos femeninas acariciando su rostro, y no saber quién era.
No era Katrina, estaba seguro dado que no sentía el tacto extraño de la pequeña cicatriz que ella tenía en su mano a causa de una mordida de Cerbero hace tiempo, cuando el can aún desconfiaba de ella.
Una presencia helada le hacía congelar las entrañas. ¿Dónde estaba Katrina? ¿Wally, Luca, Tucker...? ¿Quién era la persona que estaba allí con él? No podía verlo, y eso le irritaba.
-Pronto, niño... Pronto -Susurró una voz que desconocía.
¿Pronto qué? ¿Qué pasaría pronto?
Un golpe sonó a la puerta y de repente, todo volvió a la normalidad. Inspiró hondo, llenando sus pulmones al recuperar aquella capacidad, al tiempo que abría los ojos sentándose para ver a su alrededor. Estaba solo.
-¿Oliver, ya despertaste? Tenemos que irnos -Era su reina la que hablaba, oírla le dio una sensación de calma, todo estaba bien. Solo había sido su imaginación.
La puerta se se abrió, al tiempo que un par de ojos claros se asomaban a verlo con inquietud.
-¿Pasó algo, Liver? -Preguntó al notar la expresión tan extraña que el niño tenía.
Él de inmediato regresó a su habitual inexpresividad y negó.
-No, estoy bien -Se levantó de la cama, para luego recoger su mochila, echándole un vistazo de reojo a las cajitas en su interior.
-¿Seguro? -Insistió preocupada.
-Seguro -La cortó, caminando con calma a la puerta.
La rubia suspiró, tomando la mano del niño antes de caminar por el pasillo a la sala, donde Arlet se encontraba sirviendo el desayuno como si fuera un domingo cualquiera.
Editado: 08.05.2019