Oliver: Inocencia maldita

Chapter Three: Estrellas

1

 

Oliver paseó su mirada alrededor, consciente del terrible silencio que lo acompañaba, estaba escondido... o tal vez no, si es que podría considerarse estar escondido a estar en la sala de su casa, a la espera de la reacción de Adrien al ver el precioso regalo que él le había hecho.

 

Pensaba que podría haberle quedado mejor, pero hizo su mejor esfuerzo con poco tiempo.

 

-¡¿Que mierda significa esto?! -Oyó, y entonces sonrió, sentándose como si nada en el piso, jugando con un autito de colección, uno de tantos que su madre le obsequiaba cada vez que tenía ganas.

 

Permaneció así jugando tranquilamente hasta que una mano grande y masculina lo jaló de la ropa, alzandolo a la altura del hombre que lo miraba furioso. El niño lo observó con una inocencia inmutable.

 

-Fuiste tu ¿verdad, mocoso? -Adrien sacudió al chico, que apenas se quejó.

 

-¿Que paso, tío Adrien? -Preguntó, fingiéndose confuso, sus pies colgaban en el aire.

 

-No te hagas el tonto que ambos sabemos que no lo eres -Dijo entre dientes.

 

Oliver sonrió tranquilamente, sin sentir temor en absoluto.

 

-¿No te ha gustado tu regalo de bienvenida, tío? A que me quedo bonito -El niño soltó una risita.

 

-Escúchame bien, sobrinito, yo no te tengo miedo. Así que si lo que buscas es asustarme, no vas a lograrlo -Exclamó en su cara, casi haciendole entrecerrar los ojos por reflejo.

 

-Dices que no me temes pero yo te veo muy alterado... ¿o será porque traicionaste a tu hermano? -Ronroneó el pelinegro.

 

Adrien frunció el ceño.

 

-¿No sientes culpa por haberlo hecho? -Insistió el mocoso.

 

-No se de que hablas, será mejor que te calles o sino... -

 

-¿Si no que? Tío -

 

La frialdad en la mirada del menor chocaba con la furiosa del mayor.

 

-¡Adrien! ¡Suelta a mi hijo, ahora mismo! -Edith llegó alterada al ver a su cuñado sujetando de aquella forma a su angelito.

 

El hombre la miró y soltó a Oliver, causando que este cayera de golpe al suelo y tosiera un poco, aparentando estar asustado, después de todo él sabia que su madre siempre se pondría de su parte, aunque las pruebas estuvieran en su contra. Y se aprovechaba de eso. Para cuando su madre se giro hacia su hijo, este la miraba con los ojos cristalizados.

 

-¡Mami! -El niño corrió hacia los brazos de su progenitora buscando refugio, sonriendo para sus adentros al sentir que ella lo abrazaba con fuerza, protectoramente.

 

La castaña mujer miraba a Adrien fijamente, con algo similar a la ira, y es que ¡¿quien se creia para tratar así a su bebé?!

 

-Esta fingiendo, Edith, no le creas -Protestó levantando la voz, casi indignado el mayor.

 

Entonces Oliver comenzó a sollozar, aparentando temblar, escondido en las faldas de su madre, el adulto lo oía tan real que se sorprendió un poco.

 

-Luego hablare contigo, cuñado -Dijo firmemente la dama.- ¡Ahora largo de aqui! -

 

Adrien apretó los dientes, se dio la vuelta y caminó hacia las escaleras, aunque por un momento echó un vistazo sobre su hombro notando que Oliver le sonreía desde el costado de su madre, para luego seguir fingiendo el llanto.

 

"Ese mocoso.." Pensó casi odiandolo mientras se dirigía al que antes había sido el despacho de su hermano y ahora era la oficina de su cuñada.

 

Mientras tanto Edith apartó un poco a su hijo para revisar que estuviera bien, preocupada, limpio las lágrimas de Oliver.

 

El niño soltó un gimoteo más antes de ver a su madre con un puchero tembloroso.

 

-¿Que paso, mi amor? ¿Porque te agarro así? -Pregunto con suavidad, acariciando el palido rostro de su niño.

 

-No lo se, mami, yo solo quise hacerle un regalo de bienvenida y él se enojo de pronto, y me agarro muy fuerte -Contaba el pequeño refregandose los ojos, como si se limpiara mas lágrimas sin derramar.

 

Edith miró a Oliver analizandolo, como si por un momento sospechara pero el niño no aflojaba en su teatro, y la mujer suspiro abrazándolo, ¿como podía llegar a desconfiar de su pequeño?

 

Si Oliver era inocente.


Él era inocente.

 

2

 

Adrien tomó nuevamente la caja azul con moño rojo que le había aparecido en la puerta de su cuarto, no tenía nota alguna pero era obvio que había sido su sobrino quien se la había dejado en su puerta.

 

Abrió la tapa, casi conteniendo las ganas de vomitar al ver aquella pelotita cubierta de pelo que se había oscurecido por la sangre, con las tripas de fuera a través del tajo que le abría el estómago y un ojo reventado, además de que le habían rajado ambos pómulos para formar una sonrisa casi escalofriante.



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En el texto hay: fantasmas, psicopata, demonio

Editado: 08.05.2019

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