1
La joven rusa se encontraba buscando al chiquillo por la casa, llevaba alrededor de veinte minutos buscandolo y no lo encontraba, esperaba que no se le hubiera escapado.
Lo que sucedia es que Oliver le habia pedido un receso para jugar, ella habia pensado en negarse pero nunca podia negarle nada a su niño. Cuestion que terminaron jugando a las escondidas, ella contando y él escondiendose.
Aunque tampoco le extrañaba mucho no encontrarlo, es decir, la casa era enorme, e incluso el niño podria conocer lugares de esta que ella no, lo que si le extrañaba un poco era no encontrarse con el tio del menor. Casi estaba resignada para cuando llegó a un cuarto que no conocia, la hoja de la puerta era de madera, cosa que le extraño un poco pues no era el mismo material que de las otras habitaciones.
Katrina se debatio por un momento si debia ver alli o no, aunque al final decidió asomarse solo para comprobar si el niño estaba escondido alli. Que, ingrata, sorpresa se llevó al encontrarlo sentado sobre la gran silla detras del escritorio y con los pies sobre el mueble.
Pero eso no fue lo que llamó terriblemente su atención y que la hizo pararse en seco en la puerta, quedarse inmovilizada con la vista fija en el arma "de juguete" que Oliver apuntaba hacia ella.
-L-Liver ¿que..? -Balbuceó mirandolo fijamente, estaba nerviosa.
Pero el niño parecia completamente tranquilo, incluso le sonreia.
-Te tardaste un poco en encontrarme, tuve que ponerme comodo -Alegó vagamente.
-La casa es muy grande -Se excusó, sin quitar la vista del arma, intentaba verificar a vista si era real o no. Porque de serlo... ¿quien demonios le daba un arma de fuego a una criatura de doce años?.
-¿Que? ¿Me tienes miedo, Katrina? -La voz de Oliver sonaba tan dulce y suave, que lo hacia parecer un ángel, lo hacia ver inofensivo, hacia que ella confiara aunque no debiera ser asi.
-Y-yo... no -Terminó por decir firmemente- No te tengo miedo, Liver, porque sé que tu no me harias daño... no a mi, no se lastima a las personas que quieres ¿verdad? -Ella le sonrió cariñosamente, avanzando dos pasos hacia él.
Que estupida ingenua, que no se daba cuenta de que solo era una marioneta.
-Eso es verdad, no se lastima a los que se quiere -Concedió el pequeño, parecio bajar el arma por un momento.
-¿Es de juguete? -Pregunto Katrina avanzando unos pasos más.
En ese momento, Oliver volvio a subir el arma y jaló el gatillo hacia ella causando que pegara un chillido y que cerrara los ojos fuertemente, pero no sintió nada por unos segundos. Petrova se sintio temblar como una hoja, abriendo enormemente los ojos mirando a Oliver.
-No lo es -Creyó oir a su Liver, que se mantuvo sin perder la sonrisa ni despeinarse.
Entonces sintio el dolor en su hombro, un dolor profundo y casi desgarrador, soltó un grito, antes de perder la consciencia por la vision de su propia sangre manando de la herida, que comenzaba a manchar su camiseta.
Lo ultimo que vio fue a Oliver.
Su Oliver sonriendole como si todo estuviera bien... y se pregunto, ella se pregunto porque parecia no afectarle el herirla si se suponia que la queria.
2
Despertó en uno de los cuartos de la casa, casi no sentia nada, hasta podia considerarse algo adormilada. Tenia el hombro vendado notó de pronto, intento enfocar su vista para poder ver mejor alrededor de donde se encontraba.
Vio a Oliver sentado junto a la cama donde ella reposaba, una molestia aparecio en su pecho al verlo.
-Lo siento, Katrina.. -Susurró el niño arrodillandose a un costado de la cama- Lo siento, no pense que estaba cargada... -La rubia notó que los ojos del chico estaban cargados de lagrimas.- No queria lastimarte... yo te aprecio mucho, eres mi mejor amiga...
Inmediatamente la molestia fue reemplazada por otra cosa. Por compasión. No debia pero.. no podia evitarlo. Katrina estaba conmovida por el claro arrepentimiento que veia en el semblante de Liver, ademas ni asi podia enojarse con su alumno, no entendia porque, quiza se debia a que lo queria demasiado... lo queria tanto que ni siquiera notó que ese arrepentimiento era solo un teatro perfectamente actuado por el niño.
Ella sonrió un poco, afablemente, aun sintiendose ligeramente atontada por la anestesia que seguramente le habria aplicado el medico que oía ahora fuera de la habitacion conversando con alguien, que supuso era Adrien.
-Tranquilo, estoy bien, Liver... -Susurró acariciandole la frente.
Él se trepó a la cama, quedandose junto a ella, cerca de ella. Ambos se miraban a la cara.
-No fue tu culpa, pequeño... tu solo eres un niño curioso -Continuó ella, acomodandole un poco el cabello- No tienes mucha idea de lo peligroso que es jugar con armas de fuego...
Él asentia, soltando un par de lagrimitas.
Editado: 08.05.2019