Vivía modestamente, el lugar era pequeño, estaba casi vacío, no había muebles, comedor, etc., el espacio era sala comedor, una diminuta cocina y una habitación en la que solo tenía una cama y su ropa colgada de una guarda atravesada porque al final vendió lo poco que tenía para juntar algo de dinero para el nacimiento de su bebe.
Jackson se desapareció con el dinero que ambos habían ahorrado desde que estaban juntos, pero, ahora, todo desapareció en segundos y quedó abandonada a su suerte con su recién nacida.
— Amor, ni siquiera te pude comprar una cuna, ni tener un cuarto bonito para ti, mi vida, perdóname — sus lágrimas empezaron a brotar sin detenerse y se derrumbó sobre una colchoneta un poco gruesa que había en la sala.
Pensaba en ello. ¿Cómo su marido la abandonó así, sin nada, y tirarla a la calle embarazada de su hija? ¿Cómo podía ser tan cruel? Estaba sola, sin familia, sin nadie y con una beba recién nacida que pasaría necesidades.
5 meses después, Olivia logró encontrar un trabajo sin saber el infierno que viviría y aguantará a su hija.
— Olivia, ven a mi oficina — grita aquel hombre.
Ella sabía que la iban a regañar y humillar como siempre. Su jefe era el gerente de una pequeña empresa de textilería y de moda llamada Lambert.
— ¿Qué crees que haces? No tengo tiempo para tus errores, fui claro al pedirte los informes del año pasado de la empresa — región con desprecio y lanzo las carpetas lejos.
— Pero, don Gonzalo … ¿Usted …? Usted me pedió los informes de este año hasta el mes de junio — contesta ella con temor.
— Eres una inútil, ¿acaso no eres consciente de la realidad? Lambert ya no existe y ahora un imbécil la compró, seremos un anexo de su compañía — gruñó con desprecio, haciéndola sentir como una idiota.
Olivia era consiente, sabía que el nuevo dueño echaría a los incompetentes como ella y la incertidumbre era cada vez mayor. Los despidos ya eran obvios y más de uno lo sabía; esa tensión empeoraba el ambiente.
— En un momento le traeré los informes del año pasado, jefe — ella salió de esa oficina.
Fue a imprimir los reportes que le pidió ese señor grosero y despreciable. Olivia trataba de dar lo mejor de ella todo el tiempo, agilizando todo lo que hacía para no perder tiempo y era de conocimiento que su jefe jamás iba a reconocer todo lo que hacía, para ella eso no era tan importante porque solo necesitaba trabajar para sostener a su hija y aún más porque Gonzalo la amenazaba con quitarle a su hija.
Por fin logró entregar el encargo y, como de costumbre, la envió por unos documentos al edificio del frente. Como siempre dejaba las cosas en la oficina de su amigo y ya casi era la reunión con el nuevo dueño y su equipo de trabajo en 20 minutos, ella va a hacer lo que ordenó.
Su mente tenía apuro, pero no podía correr, ya que tenía tacones un poco altos. Al ingresar al edificio, su mente estaba agobiada por los maltratos de su jefe y temor a ser despedida. Sin prestar atención a su entorno, choca con un señor que iba saliendo de una oficina y toda la papelería se dispersa.
— Dios mío, ahora ¿qué haré? ¡Me va a despedir! ¡Me matará! — dijo con desesperación y lágrimas en sus mejillas.