— Señorita, no se preocupe, fue un accidente — dice él al notar la preocupación que se convierte en desespero.
Olivia no tiene dinero para comprar otras bebidas, pero tiene temor de ser despedida y su hoja de vida fuera manchada por ese monstruo.
— No fue mi intención ... Yo no sé ... — Cada palabra tenía un pequeño ahogo y trató de limpiar aquel desastre causado.
—Por favor, cálmate, no fue gran cosa y regresé a su trabajo — reprime Robert.
Sus ojos mostraban un pedido de ayuda porque todo salía mal.
— Mejor dime, ¿está bien? — pregunta Robert con curiosidad.
Había pasado mucho tiempo desde que alguna persona le preguntará: ¿cómo estaba ella?, y si se sentía bien.
— Sí, lo estoy, gracias por preguntar y perdóneme — dice Olivia.
Algo en su respuesta no era tan creíble debido a su actitud y eso fue lo que la curiosidad en él. Un silencio incómodo los abrazo el uno del otro, Robert es un hombre alto de 1.90 m, de ojos cafés oscuros y cabello castaño, por otro lado, ella mostraba en sus ojos una tristeza profunda, su ropa estaba algo desgastada que tan solo verla producía lástima y sus ojos eran claros como el agua que se podían observar con angustia.
— Ahora, ¿qué haré?, no quería - dice ella en voz alta.
— ¿Qué le sucede?—pregunta él.
Guardó silencio y continuó con su pensamiento de que no tenía dinero para reponer el desecho y ahora sería despedida.
— Es mi culpa, ven, vamos por otros — le habla Robert para tarde de tranquilizarla y ella no lo entiende, es la causante de ensuciar su traje y se negó con su cabeza.
— perderás tu empleo, ¿no? — dice Robert susurrando al odio de Olivia, quien recordó las primeras palabras tras el incidente.
— ¿Cómo? — Olivia abre mucho sus ojos por aquellas palabras.
— Eso lo dijiste tú — responde él mucho con sarcasmo y ella lo acepta.
De regreso al edificio continúan con la conversación.
— ¿A qué pido se dirige?—pregunta Robert.
— Me dirijo al 10 piso, por favor — contestó ella con serenidad.
—Qué coincidencia, también voy a ese piso —presiona el botón del ascensor y prosiguen hasta llegar al décimo piso.
Robert no le dijo quién era y menos que es parte del nuevo equipo, quería conocer la realidad de la empresa y a qué se va a enfrentar. Al llegar, se sorprendió al escuchar un grito fastidioso y grosero. El gerente le gritaba a la trabajadora.
- ¿Aún no entiendes lo inútil que eres?, Olivia, has perdido demasiado tiempo — gritó con repudio ante todos los presentes.
— Jefe, disculpe… Tuve un accidente y - es interrumpida antes de terminar con la excusa.
— Tus problemas no me importan, la nueva junta de accionistas ya casi llega y tú estás jugando, necesito que arregles todo — espesó Gonzalo.
Olivia fue a hacer lo indicado por su jefe y se tragó sus lágrimas.
—¿Y tú? — habló con desprecio ante ese chico.
— Soy Robert, mucho gusto. Hago parte del equipo del nuevo grupo negociador — responde dando un fuerte apretón de mano.
— Ve a qué te asignen una oficina y nos vemos en la reunión — dice aquel viejo de mal carácter.