— Por fin, creí que no usarías tu cerebro mi querida Olivia — Gonzalo se alegra al ver que estaba decidida.
— Usted sabe por qué lo hago y será la última vez — refuta con asco.
— Ya veremos, vemos el sábado en la noche en el lugar que te indicaré — filmina Gonzalo y le indica donde verse en la noche.
Robert se queda sorprendido al escuchar su conversación, no podía creer que Olivia era ese tipo de mujer y algo en esto no lo convencía. Se encuentra con ella en el archivo buscando unos informes y ve que casi se cae.
— ¿No has almorzado? — pregunta él.
— ¡Eh! Sí, claro — su estómago rugió.
— ajajajajajaja Si, claro, ven te invito a almorzar — dice él y ella se fue forzada le dio pena.
Paso la hora del almuerzo, ella se sentía bien porque llevaba días sin comer algo decente en el almuerzo.
— ¿Qué harás el sábado noche? — pregunta él curioso con su respuesta.
— Yo… estaré un poco ocupada ¿Por qué? – contesta ella nerviosa.
— Quería invitarte a comer, has sido muy buena conmigo y tienes mucha paciencia – responde él entre risas esperando una respuesta.
— ajajajajajaja eres bueno aprendiendo, pero de veras esa no puedo — responde ella y ambos continúan trabajando, ya que les toco el archivo nuevamente hasta la finalización de la jornada laboral.
Ella no se fija la hora y se le hace tarde para recoger a su hija.
—¡Ay, Dios mío! Ya me tengo que ir, son más de las 5 pm. Nos vemos mañana – Sale ella corriendo.
— Adiós — responde él con curiosidad de su afán.
No sabía que Olivia tiene una bebé de meses, eso solo lo sabía el viejo asqueroso. Y ella seguía con su monotonía y suplicio.
— Hola mi niña — saluda una vecina.
— ¿cómo está, señora Owen? — responde con afán.
— Muy bien, gracias y tu bebé cada día más grande — dice la señora.
— Gracias, que tenga buena noche — contesta rápido e ingresa a su vivienda, tenía mucho frío.
Ella dormía con su bebé lo que hacía que se sintiera más tranquila en las noches y el poco tiempo que podía dedicarle a ella.
Al siguiente día, su mañana era muy atareada con la información solicitada de su jefe y Robert le ayudaba para que agilizara, aun así, su trabajo no se detenía por eso.
— Tráeme lo pedido, Olivia — grita Gonzalo.
Gonzalo vio como el nuevo le ayudaba y eso no le agrado, entonces lo llamo para dejarle claro cuál era su trabajo, no interferir en los asuntos ajenos y Robert no le hizo caso. Ella junto con su compañero llevaron los documentos a la oficina del jefe como lo indico, sin embargo, la expresión de este no fue buena.
— ¿Ahora te la pasas jugando con el nuevo? Haz tu trabajo más rápido- espeso Gonzalo con fuerza y la zarandea.
— Oiga, ¿qué le pasa?, me está lastimando — refuta con molestia.
— ¿le parece una buena forma de tratar a sus empleados? — dice Robert enojado.
— Cierra la boca, bastardo — responde cada vez más molesto.
— Le sugiero cuide sus palabras y suéltela — Robert está perdiendo la paciencia.