Silas se mantuvo en las sombras, su figura desdibujada en la oscuridad. A pesar de su presencia inquietante, su voz parecía estar impregnada de una sabia urgencia.
— Si el Orbe cae en las manos equivocadas, las razas se destruirán unas a otras y nadie, ni siquiera los hombres lobo, podrá salvarse.
— ¿Qué quieres de nosotros? — Lyria lo miró fijamente, sin saber si debía confiar en él.
— Quiero que entiendas lo que está en juego — dijo Silas, avanzando lentamente hacia ella. — El Orbe tiene la capacidad de destruir las barreras entre los mundos. Los muertos podrán caminar nuevamente, y los vivos serán gobernados por los que ya han caído, y cada raza se convertirá en esclava de lo que fue, y el ciclo de muerte y resurrección continuará hasta que todo esté sumido en un caos interminable.
Kael apareció de repente, su presencia alertó a Lyria.
— ¿Qué significa todo esto? —dijo, su tono tenso, observando a Silas con desconfianza.
Silas levemente, su rostro lleno de sabiduría pero también de tristeza.
— Significa que el Orbe no solo representa el poder, sino también la salvación y la condena. Para detenerlo, tendréis que hacer sacrificios; no habrá un final feliz sin perder algo y no pueden ganar sin perder lo que más quieran.
— Hemos perdido demasiado ya, ¿qué más podemos sacrificar? — La respuesta de Lyria fue firme.
— Lo que más temen es perder — contestó Silas con gravedad. — El Orbe no permitirá que la batalla sea fácil. Solo aquellos que estén dispuestos a entregar lo que más aman podrán detener lo que está por venir.
El silencio se instaló entre ellos mientras las palabras de Silas calaban hondo. Kael y Lyria compartieron una mirada, sabiendo que la decisión que tomarían a partir de ese momento sería irreversible.
— Y si fallamos... — comenzó Kael, su voz baja, pero llena de determinación.
— Entonces todo estará perdido, no solo para vosotros, sino para todo lo que conocéis — respondió Silas.
Las palabras flotaron en el aire como una sentencia. Sabían que la batalla por el Orbe había comenzado, y no solo sería una cuestión de fuerza, sería una cuestión de sacrificio, de perder lo que más querían para salvar a lo que quedaba de su mundo.
El día del enfrentamiento se acercaba. Las fuerzas oscuras estaban en movimiento, y con ellas, la esperanza de un futuro mejor parecía desvanecerse cada vez más. Pero Lyria y Kael sabían que su único camino era hacia adelante. No podía permitir que las sombras de la historia arrasaran con todo.
— Estaremos listos — dijo Lyria, su voz firme, aunque su corazón latía con incertidumbre.
Kael ascendió, su mirada fija en el horizonte.
— Estaremos listos, aunque no sepamos a qué nos enfrentamos.
La guerra no solo era una lucha por la supervivencia. Era una prueba de lo que significaba ser humano, o algo más. Y Lyria sabía que solo atravesando los peores momentos podrían tener alguna oportunidad de ganar.