Olvida El Pasado [editando]

7. Karl Walker

Abrí lo ojos, giré la vista y solo veía algunos rayos del sol que entraban por algunos espacios entre la ventana y la cortina, me levanté, hice lo mismo de todos los días y baje a desayunar, al terminar me despedí y salí de casa. Si, solo, era la primera vez que salía solo hacia la escuela pero iba un tanto más estusiasmado, no sabia que podía pasar hoy, pero lo bueno, es que estare con Cone. Mientras iba en el camino me acordé del Tour, sonreí. 
Llegué a la escuela y busqué a Cone, prácticamente no lo tuve que hacer: estaba ahí, tocando la guitarra como todos los días, sonreí nuevamente, camine hacía él y me sente a su lado, lo miré y me sonrió. sentí varias miradas sobre mi: eran las chicas que estaban al frente de él, sus miradas eran frías, llenas de odio, pero no les di importancia y seguí escuchandolo a él. 
Varias chicas hablaban entre ellas, Cone enarco una ceja; al parecer se había dado cuenta. Él, solo dejo de tocar la guitarra y de cantar, las chicas, furiosas, se levantaron del suelo y caminaron hacia el interior del instituto. 
—No lo hubieras hecho, solo... Las hubieras ignorado — Negó.
—No iba a seguir cantando para que ellas hablen mal de ti y te miren así —Asentí y sonreí.
Nos levantamos y fuimos juntos a la primera clase. Entramos, Cone se sentó a dos filas de mí, no hice nada al respecto. Pasaron varios minutos, y giré para ver a Cone, no despegaba mi mirada de él.
—Abel —Me llamaba el profesor, pero no podía quitar la mirada de él, me hipnotizaba con lo hermoso que es—. Abel! —Cone me decía que mirara al profesor. Pero no quería hacerlo —. ¡Abel! —Gritó. está vez, si hizo a que lo mirara. También miré al alrededor; todos me miraban. Me sentía muy incómodo —. Ven y da la clase.
—Por favor, no profesor, disculpe. Le juro que no vuelvo a hacerlo. — Más incómodo me sentí. El profesor me miraba: serio, su mirada era fría.
—Bien. —Terminó. Luego de eso no volví a mirar a Cone, no queria que volviera a pasar, y que está vez, si tenga que dar la clase obligatoriamente.
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Cuando el timbre dio el aviso de terminada la clase, me levanté y salí casi corriendo del salón. Al ir por el pasillo, alguien me agarró del brazo y me arrastro hasta la parte menos poblada de la escuela. al llegar, me puso contra la pared, y me di cuenta de quien era; Conan. 
­­—Sueltame —Le dije al ver que no me soltaba de las muñecas. —. ¡Sueltame Conan! —Y al fin me soltó. Sé que estaba siendo algo dramático, peor no me importaba.
—Está bien, está bien. Pero dime, ¿Que ocurre? ¿Por qué saliste casi corriendo de ahí? —Dijo señalando el salón. Volví mi mirada hacia él. 
—¿Me podrías responder? —Soltó al ver que no decía nada. Enarcó una ceja. Suspire.
—Estoy avergonzado. ¿Okay? —Respondí al fin. Cone alzó las cejas, dejando a plena vista el color marrón de sus ojos. Sacudí la cabeza para dejar de verlo y dirigir mi mirada hacia otro lado.
—¿Estás avergonzado por lo ocurrido con el profesor? —Asentí.
—Me tengo que ir, ya está por empezar la siguiente clase. —Me dirigía a la siguiente clase cuando Conan me agarro por el codo, me estampó contra la pared, y me besó. Traté de zafarme pero no pude, Conan me tenía bien agarrado. Al final lo empuje, y logré soltarme de su agarre. 
Caminé, dejando a Conan atrás. Después de dos clases, dos clases más aburridas, fui a mi casillero, metí lo que no usaría, y saqué lo que usare en la siguiente clase. Al cerrar el casillero, di un respingo al verlo parado al lado mío.
—¿Que haces aquí? —Solté.
—Pues, por si no te habías dado cuenta, mi casillero está a un casillero del tuyo. —Alzó las cejas. Y entonces quise golpearme la cara de la estupidez que le pregunté. Como se dió cuenta de que no dije nada, continuó —. ¿Que te ocurre el día de hoy? ¿Por qué reaccionaste así al beso? ¿No te gustó? —Alzó una ceja y curvo los labios de un lado.
—No me siento bien, no quiero pegarte algún resfriado. —Mentí. 
—No ha llovido en estos días, ¿Cómo llegarías a enfermarte así por así? — «Dios, de verdad soy muy estúpido» Pensé. Y nuevamente quise golpearme, pero más fuerte.
—No lo sé, solo me siento mal, no quería arriesgarte. —Finalicé. Cogí mi bolsa y camine a la siguiente clase.
Las clases terminaron de mal en peor. Conan estaba insoportable, preguntandome que me ocurría cada vez que nos encontrabamos. Yo solo respiraba hondo, y lo ignoraba. Iba saliendo del instituto, cuando alguien me toco el hombro. Volté mi mirada y vi a Conan. Su mirada mostraba preocupación. 
—¿Que ocurre? —Pregunté, frunciendo el ceño.
—Necesitamos hablar. No puedes estar así, justo cuando dentro de unos días voy de tour. 
—Lo siento, en serio diculpame. Me sentí muy avergonzado por lo ocurrido con el profesor. Luego de eso no me quise atrever a hablarte.—Dije, con la voz baja. Al verlo de reojo, vi que sonreía.
—No tendrías que estar avergonzado sobre eso, pero está bien, te perdono.—Sonreí. —¿Te puedo acompañar hasta tu casa? —Asentí. —¿Quieres ir caminando o ir en la bicicleta?—En realidad, no lo sabía, decidí darle la opcion de escoger a él.
—No lo sé, ¿Tú?
—Iremos en bicicleta entonces—Asentí y sonreí.
Durante el camino a mi casa, no hubo palabra alguna. Llegamos y me despedí mientras entraba a la casa. Subí a mi recamara, tiré mi bolsa al piso, y me tiré en la cama. Estaba muy cansado. Tanto que tenía muchísimas ganas de dormir, pero no lo hice. Bufando, me levanté de la cama, me desvestí y me fui a bañar. Al salir, me vestí y baje a la cocina. Abrí el refrigerador para ver que podía comer. Decido agarrar la mantequilla de maní y la jalea de fresa para comerlo con pan. Iba a sentarme en el sillón cuando oigo que alguien toca el timbre. Dejo el plato en el sillón y camino hacia la puerta, al abrir la puerta, me sorprendo al verlo en la entrada de mi casa. 
—Ah, hola —Sonreía. «¿Que carajos hace aquí? ¿Cómo sabe dónde vivo? Este tipo de verdad que es raro»
—Hola, ¿Cómo sabes dónde vivo? —Alzó una ceja, confundido. Era Karl, El chico con el que me tropece en mi primer día de clases, me daba miedo que supiera donde vivo. 
—Estoy bien, gracias, ¿Y tú? —Pregunta, ignorando mi pregunta por completo. 
—Estoy bien, gracias. ¿Podrías contestar mi pregunta? No nos conocemos y sabes dónde vivo. Me das miedo. 
—Me he dado cuenta que sales mucho con el tal chico llamado Conan, y le pregunté dónde vives, me ha dado la dirección. — «¿Por qué Conan le da mi dirección a una persona la cuál no conozco?» Mierda, tendré que hablar con Conan al respecto.
—Entiendo, ¿Y para que viniste? —Le pregunto.
—¿Puedo pasar?
—No —Digo rapidamente. —. ¿Para que viniste? —Le repito mi pregunta.
—Okay, okay, tranquilo. Bien, estoy aquí porque quería hablar contigo, desde el día en que tropezaste conmigo, pensé que sería buena idea ser tu amigo. Solo quiero eso. —Alza la comisura de sus labios, haciendolo lucir más lindo de lo que es. Me quede pensando en lo que dijo , la verdad, sería bueno tener un amigo más aquí, estar solo no me se me hace bien. Decidí en aceptar.
—Está bien, pero aún me das miedo. —Suelta una risa, haciendo que sonría como un idiota. Lo deje pasar. 
Subimos a mi recamara. Al entrar yo fui hacia mi cama y me sente en la orilla mientras me comía el pan con mantequilla de maní y jalea, Karl, estaba viendo mi recamara detenidamente, cuando decide romper el silencio que se había formado.
—¿Te gusta este lugar? —Voltea a verme, esperando una respuesta, asiento, Karl despega sus labios, haciendo parecer que dira algo más, cuando las cierra nuevamente y devuelve la vista a las fotos colgadas en la pared. Yo solo lo veo, como pasa sus dedos por cada foto que ve. 
—¿Y a ti? —Le pregunto al terminar de comer. 
—Si, la verdad me gusta mucho este lugar, me siento bien. Oye, yo te iba a pedir un poco de eso que comías. —Me hecho a reír, haciendo que el sonría. 
—Si quieres te hago uno y ya está. 
—Bien, aceptaré eso. —Ambos reímos y bajamos juntos a la cocina. Al final, el que terminó haciendo el pan, fue él. 
Luego, decidimos ver una pelicula en Netflix, pasamos varios minutos encontrando una que nos gustara a ambos. Los gustos de Karl eran peliculas de acción, mientra lo mío era comedia, era difícil encontrar una película con ambas cosas, asi que decidimos no ver nada y salir de casa. 
No sabíamos hacia dónde ir. Pensé en la colina en la que había ido con Conan, pero decidí no ir, porque para mí; ese lugar es muy especial entre Conan y yo. Luego de pensarlo tanto. Preferí ir al parque de atracciones que estaba cerca. Karl, aceptó la propuesta sin pensarlo. 
Lo malo era que yo no tenía casi nada de dinero. Así que probablemente Karl se subiría solo a las atracciones y yo solo pueda comprarme algo para comer. 
Le escribí a mi mamá y le dije que que saldría y que llegaría un poco más tarde de lo normal a casa. Me dijo que estaba bien y que me cuidara. Guardé mi celular y al mirar hacia al frente abrí los ojos, tanto que dolieron: una moto Honda modelo NC750X color negro se posaba frente a nosotros ¿Cómo sé el modelo? Pues a mi mejor amigo de Chicago le encantan las motos, y por más que a mi no me gustan, le prestaba atención cada vez que me hablaba de ello. 
—¿Prefieres ir en moto o en bicicleta? —Preguntó Karl, sonriendo al ver mi cara de sorprendido. Inmediatamente trate de relajar mi expresión. No sabía que escoger: si escogía la bicicleta ¿Karl que usaría? La bicicleta de mi hermano no está y no hay otra. Después de varios segundos en silencio, decidí la moto, él solo asintió. Al subirme crucé un pie al otro lado y me aferré al asiento. 
Estabamos a medio camino cuando Karl decidió acelerar. Y aceleró tanto que lo abracé por detrás para no caer. Me di cuenta de que había reído cuando sentí la vibración en mi mejilla. Luego habló:
—Me vas a dejar sin aire si me sigues abrazando tan fuerte. —Dijo sonriendo y dando una mirada hacia atrás. 
—Entonces no aceleres demasiado. —Al terminar de decirselo, aceleró aún más, provocando que mi agarre se volviera muchísimo más fuerte. Nuevamente miró hacia atrás, sonriendo, le di una mirada fulminante cuando ví como lo disfrutaba. Cuando por fin bajó la velocidad, mi agarre volvió hacia el asiento. 
Me bajé de inmediato cuando llegamos al parque de atracciones, Karl estacionó la moto a unos cuantos metros de la entrada del parque. Pagamos la entrada y una chica de cabello rubio y ojos grises, nos puso una cinta en la muñeca. 
No habíamos entrado aún al parque cuando me di cuenta de que Karl estaba emocionado y demasiado: tenía una gran sonrisa en su rostro. Entramos y él empezó a dar brinquitos como un niño pequeño. Fruncí el ceño y sonreí. Eran demasiadas atracciones, todas se veían muy divertido.
—¿Y bien? ¿En cuál nos subiremos primero? —Preguntó, mirandome con esa sonrisa de hace un rato. 
—Yo no me subiré en ninguna, tú decide en cuál te subiras. —Su sonrisa cambió a una seria. 
—¿Que ocurre? Vinimos a divertirnos los dos juntos, no yo solamente. 
—No tengo dinero, ese es el problema. Solo me alcanza para comprar algo de comer. —Dije, bajando la mirada.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes de venir? Pero no importa, el dinero que traigo conmigo alcanza para los dos. 
—Pero... 
—Pero nada —Me interrumpió —, vendrás conmigo, te pagaré los boletos y nos divertiremos juntos. —Terminó, volviendo a sonreír.
Decidí en no decir más nada. Por un lado no quería aceptar eso, no quería que él usara su dinero en mi también, pero por el otro, también quería divertirme. 
Nos acercamos más a las atracciones. Había demasiado ruido por cualquier lado; las distintas músicas, la gente hablando, e incluso los gritos de las pesonas montadas en las atracciones. Karl gritó algo que no logré entender, luego agarró mi mano y corrió en dirección a la Montaña Rusa. 
No quise montarme ahí: una vez tuve una muy mala experiencia en eso. Estaba con mi hermano en uno de los últimos puestos, cuando en la vuelta de cabeza un hombre que estaba frente a nosotros vomitó, haciendo que el vómito cayera sobre mi hermano y yo. Y desde ese día no quise subirme jamás en una Montaña Rusa.
Miraba los vagones moverse a toda velocidad cuando Karl nuevamente me agarró de la mano y corrimos hacia la fila para poder comprar los boletos de cada atracción. cada boleto costaban $2.50, compró 14, en total se fueron 35 dólares, no se cómo Karl era capaz de gastarse todo eso solo para que yo pueda subirme con él. Pero lo agradecía, y demasiado. 
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Fuimos a comer al terminar de subirnos en la mayoría de las atracciones. Cuando había dicho que eran demasiadas lo decía en serio. Los boletos que habíamos comprado solo nos alcanzaron para siete atracciones, y eran más de diez. Karl y yo estabamos riendonos de cuando estabamos comiendo, a él le cayó un poco de mostaza y ketchup de la hamburgesa en su camisa blanca, Karl trató de quitarla con agua y un trapo, pero logro que la mancha se esparciera más. Ya ibamos de camino a la salida cuando tropiezo con algo, aunque muy bien, alguien. Al subir la mirada veo la hermosa cara de Conan, y por instinto, mi sonrisa se convierte en una falsa. Mi mirada se dirigió a otro lado al ver que no estaba solo. A su lado había tres personas, dos chicas y un chico, estaban bromeando entre ellos.
—Oh, hola —Dije, luego de que nuestro encuentro se convirtiera en un silencio demasiado de incómodo. 
—Hola —Su mirada cambió drásticamente de seria a felíz. —. No pensé encontrate aquí. ¿Cómo estás? 
—Estoy bien, ¿Y tú? —Conan miraba a Karl con una mirada fría, aunque trataba de ocultarlo. 
—Estoy bien. —Volvió su mirada hacia mi —. ¿Te parece si salimos mañana? —Me preguntó, volviendo a sonreír. Yo solo asentí y me despedí. Karl y yo ya estabamos junto a la moto cuando decidió decir algo. 
—Eso fue demasiado incómodo. Sentí que me traspasaba el alma con su mirada. 
—Lo sé. —No supe que más decir, además de que no quería hablar de eso. Y al parecer Karl se había dado cuenta de eso; volteó a mirarme y luego a la moto, se subió en ella y con un movimiento de cabeza me ordenó a que me subiera. 
En el camino de vuelta a mi casa estuve ausente. Quería saber el porque Conan miraba de esa forma a Karl, y la única cosa que pedía, era que no fueran celos. 
Al llegar a mi casa, me bajé de la moto, me despedí de Karl y entré a mi casa. Eran las once de la noche, y aunque a esa hora mi mamá y mi hermano estarían durmiendo, había una luz encendida; la de la cocina. Fruncí el ceño y camine hacia ahí. Al ver a mi hermano buscando algo en el refrigerador, me calmé. 
—¿Que haces? —Le pregunté. Al escucharme dió un respingo, y debido a eso se golpeó la cabeza con la parte de arriba del refrigerador. 
—Mierda! —Se queja —. Estaba buscando algo para comer. Y no vuelvas a asustarme así —Dijo mientras se sobaba la cabeza. Tenía la leche en la mano, bajó la caja con cereal, y lo sirvió en un plato. —¿Quieres? —Casi no se le entendió, debido a que tenía un poco de cereal en la boca. Hice una mueca de asco y negué con un movimiento de cabeza.
Subí a mi recámara, me duché, me puse una pijama y me acosté en la cama. Debido al cansancio, el sueño llegó rápido. No tuve tiempo de pensar en lo que pasó hace un rato, aunque agradecía el hecho de que no pudiera hacerlo.
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Odio los celulares, sin duda alguna. Estaba durmiendo profundamente cuando mi celular me despertó, lo agarré de la mesita de noche y revisé la pantalla: Conan. Torcí los ojos, y respondí de mala gana. 
—¿Qué? —Pregunté. 
—Mira por tu ventana. —Fue lo único que dijo y colgó. Frunci el ceño en máxima confusión, miré la hora y nuevamente torcí los ojos. No puedo creer que Conan me haya despertado a las 12 de la medianoche solo para que mire por la ventana. 
Caminé hacia ella, abrí las cortinas, y lo ví. Estaba parado en la acera, con algo en la mano que no podía diferenciar que era, pero parecía una caja. Al verme sonrió y me me indicó que bajara, cerré las cortinas, baje las escaleras, y abrí la puerta principal tratando de no hacer mucho ruido, al salir, cerré la puerta detrás de mi. Me froté los brazos, hacía demasiado frío. Conan caminó hacia mi y me abrazó, su cuerpo estaba cálido, aunque un poco frío. Le devolví el abrazo, tratando de calmar el frío en mi. 
—Hola —Dijo, separándose de mí. Sonreí.
—Hola —Y de inmediato recordé que me despertó a las 12 de la mañana. Cambié mi gesto por uno serio, y le pregunté: —¿Que haces aquí a estas horas? 
—Vine a traerte esto. —Estiró su brazo y en sus manos había una caja, no muy grande. —Es mi regalo por tu cumpleaños. —Volví a mirarlo, y sonreí. Me devolvió el gesto. No puedo creer que Conan se haya acordado de eso, incluso yo no me acordaba. Agarré la caja y lo abracé nuevamente.
—Gracias —Dije. —. Te quiero demasiado. —Solté sin pensarlo. 
—Y yo a ti. —Su aliento estaba a solo un centímetro de mi oreja, lo cuál hizo a que me estremeciera. 
—¿Solo viniste para eso? Pudiste habermelo dado hoy cuando nos ibamos a ver. No tenías que venir a estas horas de la noche solo para eso. 
—Si tenía que hacerlo. A las 12 de la medianoche es cuando una persona que cumple años, debe recibir felicitaciones y regalos. 
—Está bien. —Silencio. —. Regresaré adentro, hace demasiado frío acá afuera. Tú también deberías regresar. —Asintió. Iba a abrir la puerta cuando me agarró del brazo, me hizo dar media vuelta y me besó. Fue un beso suave, nuestros labios se movieron en sincronización. Al separarse, se alejó y lo vi desaparecer al final de la calle. Sonreí y entré a la casa.
Al llegar a mi cuarto, cerré la puerta, al encender la luz entrecerre los ojos debido a la luminosidad que este proporcionaba, cuando mi vista por fin se acostumbró, caminé hacia mi escritorio. Dejé la caja ahí, lo miraba con intriga, preguntándome qué podría haber dentro. Decidí que lo mejor será abrirlo durante la mañana. Me levanté de la silla, apagué la luz y me acosté nuevamente. 
No podía dormir, definitivamente que no. La curiosidad me está matando poco a poco, y esto seguirá hasta que abra la caja y pueda ver lo que hay dentro. Me levanté bruscamente, caminé otra vez hacia mi escritorio, encendí la lámpara y abrí la caja. 



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En el texto hay: romance, amor, amor lgbt

Editado: 08.09.2022

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