Olvidándome del lobo

17

KENZIE.

Abro los ojos con sumo cuidado, dándome cuenta de que no estoy en mi departamento. Estoy en una sala acostada en el sofá, algo esta a la par mía también. Miré hacia esa dirección, puedo respirar tranquila al ver a Carolina allí, dormida.

Hice una mueca de dolor al sentir un dolor de cabeza tremendo, ¿en donde estoy? Y entonces recuerdos vienen a mi: Clara, Carolina y yo yendo a la fiesta en el lago, nosotras tres bebiendo, bailando, diciendo estupideces, queriéndonos meter al lago y de último Kayler y Connor.

Abro los ojos del asombro dándome cuenta de que estamos en el depa de Connor y está anocheciendo. Ahora recuerdo que me puse de sentimental y que hasta nos abrazamos. Siento mis mejilla arder, ¿en serio Connor me abrazó? ¿Ya no está enojado conmigo? ¿Querrá que por lo menos seamos amigos?

Me remuevo, zarandeando a Carolina para que despierte. No hay señales de los dos chicos en el departamento. Y creo que es lo mejor, no quiero ver a la cara a Connor. Muero de vergüenza.

Esta se remueve haciendo muecas de desagrado.

—No, quiero dormir —hace puchero, metiéndose el dedo gordito en la boca como bebe. —Carolina, despierta—vuelvo a insistir, esta vez dándole palmaditas en las mejillas. Hasta que abre los ojos soñolienta.


 

—¿Que... pasa? —frota sus ojos. Su cabello es un desastre, la ropa también. Estamos llenas de arena y un poco mojadas. Pero no es agua, sino alcohol. Esta se lleva una mano a la cabeza haciendo una mueca— Mi cabeza.

—¿Te das cuenta en donde estamos? —inquiero poniéndome de pie. Esta mira el departamento y abre los ojos del susto.

—¡¿Dormimos con alguien?! —exclama a lo bajo con cierta culpabilidad— ¡Dios! ¡Soy una terrible novia! ¡Soy... infiel! —se lleva las manos a la cara.

—No, no —me acerco—. Estamos en el departamento de Connor —le digo— ¿entendiste? De Connor.

Parece entender así que se quita las manos.

—Oh ya —se reincorpora— ¿como llegamos...? —parece estar recordando— entiendo. ¿Donde están? —mira para todos lados.

Me encojo de hombros.

—Pero me tengo que ir antes de que venga y lo tenga que enfrentar sobria —busco mis zapatos. ¿En donde carajos están mis zapatos? Hay ropa de hombre en el piso, la tele está encendida pero está en silencio. El atardecer se mira por la ventana.

¡El trabajo! Tengo que ir a trabajar.

—¿En donde está mi celular? —lo busco por doquier, debajo de los cojines, bajo el sofá, en las mesas y no. Nada del mendigo teléfono. Agh.


 

—Cálmate, de seguro ellos lo guardaron —se levanta— mi cabeza duele —vuelve a quejarse. Me tengo que ir. Me tengo que ir. Me tengo que ir.

A la verga el celular y los zapatos. Me largo.

—¿Vienes conmigo o te quedas? —le pregunto apurándome a llegar a la puerta.

—Me quedo, tengo que esperar a Kayler —suspira.

—Bien, nos vemos después —tomo el pomo de la puerta y la abro, encontrándome con mi pesadilla frente a mi. Trago grueso y siento la respiración entrecortarse.

Allí está Connor, cargando una bolsa del supermercado. Y me mira, pero no se ve enojado ni rencoroso. Es como ver al Connor que conocí.

—Ah... —no se qué decir. Quito la mano y la puerta y bajo la mirada, poniéndome un mechón de cabello tras d mi oreja. —Ya me iba —anuncio.

—No es necesario —responde entrando, detrás de él viene Kayler jugando con las llaves del coche—. Puedes quedarte, Jack dijo que puedes llegar algo tarde hoy —me miró para luego irse a la cocina. Carolina ya le quitó el modo silencio al televisor y ahora está con control en mano mirando La sirenita.

—Kenzie, ¿cómo estás? ¿Qué tal la resaca? —cuestiona Kayler cerrando la puerta tras de él.

Aún no creo lo que Connor me dijo, ¿me puedo quedar? ¿En su depa o en el mío? Es que no entiendo. Pero ¿que cambió en el?


 

—Más o menos —llevo una mano a la cabeza.

Este sonríe un poco pero se apresura a llegar donde su novia. Lo único que hago es sentarme otra vez en el sofá frente a la tele y pensar. Estoy confundida, no entiendo nada ¿estaré soñando aún? No, esto parece muy real. Por las dudas me pellizco, haciendo una mueca de dolor. Pero no, sigo aqui. Entonces es real y Connor está actuando... bien.

¿Estará tomado también? No, se miraba completamente sobrio.

—Kenzie —me llama Carolina. La miro, Kayler se acomodo en el sofá y ahora ellos dos están hechos un ovillo en el—. ¿Que... te pasa? —me pregunta ocultando su entusiasmo. Quizás ella también se dio cuenta de que Connor actúa raro y quiere saber que opino.

Resoplé.

—¿Seguimos dormidas? —bromeo. Esta ríe.

—No, Kenzie, están muy despiertas. Créeme, esta es la realidad —responde Kayler por ella. Frunzo mi ceño y miro la televisión, la película va por donde Ariel se hace humana y el pez y la gaviota buscan ropa para ella. Aunque al final solo le ponen un trapo sucio.

—Kenzie, Kenzie, sabía que esto algún día pasaría —me dice.

—Sinceramente no entiendo nada —confieso— ¿en donde esta el truco? —miro a ambos lados—. No puede ser real.

Connor aparece en nuestro campo de visión así que cierro la boca de inmediato, trae consigo dos vasos llenos de jugo. Le da uno a Carolina.


 

—Gracias, Connorsito —le dice ella sonriendo. Pero ahora él se dirige a mi y me lo entrega. Lo miro interrogante, pero ¡esperen! ¡Detengan todo! ¡Alto! ¡Tiempo fuera! Connor me está sonriendo ¡me sonríe! ¡Agárrenme porque me desmayo!

¡Tierra llamando a Kenzie! ¡Coge el vaso por Dios! Haciendo caso a mis pensamientos tomo el vaso y doy un trago rápidamente. Y entonces Connor se sienta a la par mía, así que me atraganto con el jugo. Empiezo a toser.

—Palméale la espalda, Connor —dice Carolina sin dejar de ver la película. —Aún no lo digiere —añade Kayler. Los dos son unos... mejor no digo nada.

Pero Connor les hace caso y me palmea la espalda... Oh, Connor, no sabes lo que daría para que me palmearas el... ¡suficiente! No puedo creer lo que estoy pensando. Yisus.




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