Olvidándome del lobo

21

CONNOR

Al llegar a casa me dejé caer en el sofá, llevándome las manos a la cara en el proceso. Pensé que esto iba a ser fácil para mi, pero no lo es. Para ambos. Kenzie dijo que no quería ser mi amiga, está claro que yo tampoco. Pero, si tan solo me contara qué fue lo qué pasó realmente todo sería más fácil entre los dos. Necesito respuestas. Me he dado cuenta de que no puedo estar un día más sin ella. Necesito su calor, despertar junto a ella. La necesito.

Mi teléfono empieza a sonar, de inmediato contesto sin mirar quién era. —Diga.

Silencio.

—¿Quien habla? —me senté en el sofá.

Se escuchó una respiración del otro lado.

—Tu novia ha estado metiéndose en lo que no le importa —dijo una voz ronca.

Me tensé de inmediato.

—¿De que hablas? ¿Quien eres? —ahora tenía toda mi atención—. ¿Hablas de Kenzie?


 

El solo hecho de pensar de que alguien le haya hecho algo a Kenzie la piel se me eriza. El aire se empieza a colar por la ventana, una ventisca fría, seguido por un ligero sumbido. Un rayo se hace escuchar, cayendo gotas de lluvia después.

—Ella no tiene que seguir haciendo investigaciones que no le conciernen —habló—. El precio será muy caro.

—¿De que mierda hablas? Si le haces algo juro por Dios que...

—Shhh tranquilo, solo me divertiré un poco con ella. Por cierto, no intentes buscarla porque no la encontrarás.

—¡Quien demonios eres! Colgó.

Me quedé viendo la pantalla del celular sin poder procesar la información, de paso miré la hora: 12:56 a.m. Me metí el celular en la bolsa de adelante del pantalón y me apresuré a salir de mi departamento, deteniéndome en la puerta de Kenzie.

—¿Kenzie? ¿Estás ahí? ¿Hay alguien allí? ¡Responde! ¡Abran! —empecé a empujar la puerta con mi hombro, intentando romperla. La seguí empujando hasta que decidí darle una patada, ahí sí se rompió la cerradura haciéndola abrir.

El departamento estaba oscuro, así que me apresuro a encender la lámpara. Habían cosas en el suelo, alguna ventana rota y pisadas llenas de lodo.

—¿Kenzie? —la empecé a buscar en la habitación, el baño y la cocina. No estaba. No había ni rastros de ella. —¡Mierda! —maldije, tomándome el cabello con algo de fuerza. Se la había llevado


 

sea quien sea que fuese. Y ni siquiera sabía porqué. Y entonces recordé: hoy Kenzie, Carolina y las otras dos chicas estaban actuando extraño, como si ocultaran algo.

Saqué mi celular y llame a Jack. —Connor, ¿qué son estas horas de...? —Secuestraron a Kenzie —solté. —¿Q-que?

—Alguien se la llevó —me senté en el borde del sofá y llevé mis dedos al puente de la nariz. El corazón me empezó a latir más a prisa, no podría soportar si algo malo le pasa a Kenzie. No me lo perdonaría ¡joder!

—¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Necesito que reúnas a la manada y nos veamos en la casa de Kayler. Tenemos que averiguar quién y porqué la raptaron. Ah, y de paso llama a Clara. Creo que ella tiene mucho que ver en esto.

Corté sin darle tiempo de responder ni nada.

Tiré el celular en el sofá y me llevé las manos al cabello, tirando algo duro de él. Me siento tan impotente de no hacer nada, de no saber en donde está Kenzie y quien la tiene. ¡Joder! Me quedé viendo que en la mesita de en medio había una foto familiar. La estreché en mis manos frunciendo el ceño ligeramente, no conocía a esas personas. Era Kenzie, una señora y un señor ya mayores. También había un chico joven.


 

Es como si fueran sus padres y su hermano. Estando en esta situación y posición me doy cuenta de que no conozco nada de Kenzie, no conozco su vida, no se quien es. Solo sé que se llama Jade Mackenzie Coleman, que tiene 17 años y que estuvo un tiempo en Europa en un internado. Nada más que eso. Y me odio por eso, me odio. En ese momento empiezo a sentir un aire oscuro y enigmático en el ambiente, y me quedo rígido dándome cuenta de quien se trata.

—No supiste cuidarla.

Me tensé al escuchar la voz de Clark.

—¿Que haces aquí? —espeté entre dientes sin voltearme a verlo.

—Lo mismo que tú supongo. Han raptado a Kenzie —sentí sus pisadas cerca. Hasta que noté que se posicionó frente a mi—. Sinceramente pensé que serías más valiente e harías todo para recuperarla —ahora no hablaba del secuestro— te dejé el camino libre y no supiste aprovecharlo.

Apreté los puños.

—Deja de decir estupideces —murmuré a lo bajo.

—No son estupideces. Es la verdad.

Me puse de pie y lo encaré, su cara pálida tenía una sonrisa de satisfacción y diversión. Es un maldito.

—Kenzie merecía a alguien capaz de luchar por ella. Alguien que la amara tal y como era y a alguien que le creyera incluso cuando la mala pareciera ser ella. Eras un terrible novio, Connor, uno muy terrible. No aprendes a tu amigo Kayler.


 

—No soy como él.

—Es obvio que no.

—Voy a encontrar a Kenzie y luego hablaré con ella. Aclararemos todo. —lo rodeé para salir.

—Eso si no la encuentro antes yo —dijo a mis espaldas, como si fuera una maldita competencia.

No respondí, solo salí del departamento con el retrato de Kenzie en mis manos en busca de la manada.

—Kenzie estaba sola, obvio, en su departamento, tocaron la puerta, ella abrió y, bueno, la raptaron. Nadie vio nada. Nadie escuchó nada tampoco. Aún no sabemos qué buscaban o porqué se la llevaron. —dijo Jack. Estábamos reunidos todos en la sala de la casa, estaba Gabe, Nicholas, Sam, Jack y yo. En ese momento la puerta principal se abre dejando ver a Clara.

—¿Se puede saber porque me hacen venir a las 1 de la madrugada? —reprocha esta. Esta en pijama y con el cabello algo despeinado.

—Raptaron a... Jade, Clara —me puse de pie con los brazos cruzados—. Y tú me vas a decir el motivo.

El rostro de Clara denotó confusión, para después quedarse pensativa y luego llevarse las manos a la boca dando a entender su asombro.




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