Olvidar a tu ex

1. Borra el nombre cursi

Borra el nombre cursi con el que lo tenías agregado en tu celular.

Sonrío complacida al mirar que mi lista de pasos para olvidar a mi ex está completada. Miro mi habitación buscando dónde podría guardar algo tan valioso y tan importante para mí. Yo no tengo diarios —eso no es lo mío—, pero si alguien llega a descubrir esta lista, voy a sucumbir en la desesperación y la vergüenza que esto podría causar.

Miro mi celular y, con pesadez, lo desbloqueo para poder editar su nombre.

¿Saben qué es lo peor de haber roto conmigo? Quedar como amigos.

No entiendo a esas personas que pueden romper y durar siglos siendo amigos. Ok, tal vez siglos es algo exagerado, pero el punto es que duran muchísimo tiempo. Yo rompí hace un mes con mi novio. Bueno, voy a decir que yo rompí, porque la vergüenza es fuerte cuando saben que fue él quien terminó conmigo. El caso es que tenemos cinco meses separados, y ya he pasado todas las etapas:

El enojo: al principio, cuando dijo que tenía algo importante que decirme, no creía que rompería conmigo. Digo, nuestra relación era muy buena. Así que cuando soltó la bomba, solo me enojé. Estaba furiosa porque él nunca dio indicios de que algo le molestaba entre nosotros. Él nunca lo dijo, tampoco me dio señales. Entonces, cuando terminó todo así, de repente, solo me enojé, porque lo conozco y sabía que no estaba bromeando.

La histeria: me puse histérica. Él era mi novio, uno muy bueno si soy sincera, así que, que me dejara así, de la nada, fue duro. Gracias a eso le golpeé el rostro.

El llanto: el llanto llegó cuando mi momento de histeria se calmó un poco.

Y luego vinieron las preguntas.

Pero ahora que tengo la mente más tranquila y puedo pensar con calma, lo voy a olvidar.

Salgo de mi habitación para buscar un poco de agua, ya que mi garganta lo exige. Mi casa tiene dos pisos y, aunque vivimos cinco personas, es grande. Por acto reflejo, me lanzo al piso con una sonrisa demoníaca al saber que he evitado la chancla de mi madre, la cual iba a terminar en mi cabeza.

Levanto la mirada aún en el suelo y veo a mamá agarrar una columna, mientras parece que un aura demoníaca aparece a su alrededor.

—En la próxima no fallo.

Abro la boca sorprendida.

¡No soy un juguete para probar su puntería! Pero al menos ella no se ha percatado de que rompí su copa favorita solo por jugar con Tomy, mi hermano Le regalo una sonrisa.

—También te amo, mamá —sus ojos miel me miran y luego me sonríen. A veces creo que mi madre es bipolar. Eso es algo que le he cuestionado a papá, pero como él la ama, la encuentra perfecta. Perfecta mi trasero… y es un asco. Diablos, qué sad mi vida. —¿Hay de comer? Muero de hambre.

Ella rueda los ojos, bajando conmigo al primer piso.

—Entonces cocina. Estuve entrenando y estoy muerta.

Trato de no poner los ojos en blanco, pero como era de esperarse, fracaso.

El gran entrenamiento de mamá es durar media hora lanzando chanclas a unos maniquíes que papá le regaló para eso mismo. Ella se lanza al piso, vuela por los aires, todo con tal de tener un mejor entrenamiento y no fallar con nosotros. Encantadora, ¿cierto?

—Tú cocinas mejor.

Hago un puchero de esos que le hace Tomy y que ahora mismo me fallan. No tengo la dulzura e inocencia de mi hermano pequeño delante de mi madre.

—Cariño, Paulina te buscaba. Creo que este ex novio tuyo estaba en su casa. —La miro con los ojos bien abiertos. —Antes me agradabas, cuando te arrastrabas por la vida gracias a que el chico rompió tu corazón.

Abro los ojos y los labios.

—¡Mamá! —chillo sorprendida.

—¿Qué? De esa manera limpiabas gracias a tu depresión y no me molestabas.

Ella se encoge de hombros y la sigo mirando con sorpresa.

—Iré donde Paulina. Y no porque mi ex esté tal vez allá —aclaro—, solo porque necesito hablar con mi amiga de… temas y esas cosas juveniles que adultos como tú no entenderían.

Mamá me mira.

—Me acabas de decir vieja, Daniela Contansa de los Lobos Vanoli.

La miro horrorizada.

—¡Ese no es mi nombre! —me cruzo de brazos.

—Bueno, tampoco soy una vieja —mira sus uñas—. El chico te saldrá corriendo nuevamente —murmura con voz cantarina.

—Ya voy, y no porque él esté allá, ¿comprendes? —pregunto caminando a la puerta.

—Claro. —Abro la puerta de la casa. —Evita la baba, cariño. Cuando te vuelves líquido por el chico es asqueroso.

No respondo a eso y cierro la puerta. Mi madre está loca.

Corro a la casa que queda al lado, donde vive Paulina. Peino mi cabellera castaña mientras saco mi celular. Muy bien, hay una lista que seguir.

Corazón de caramelo mío 💖

Hago una mueca de asco. ¿En serio nosotras nos ponemos tan idiotas cuando nos enamoramos?

Borro el nombre y agrego el nuevo:

Mi ex.

Wow, qué profunda soy.

Toco la puerta de la casa de Paulina y, unos minutos después, su madre me abre.

—Hola, Lisset —le sonrío mientras ella aprieta mis mejillas.

—Paulina te espera, cariño —besa mi mejilla—. Hay galletas.

Le sonrío para luego correr dentro de la casa y suspiro con fuerza.

Mi corazón late como si fuese la primera vez que lo veo: sentado, con sus ojos brillantes color verde que parecen divertidos por algo que le dice Paulina. Sus labios, que siempre me han parecido irresistibles, se mueven mientras le habla. Su rostro angelical, esas largas pestañas, ese cuerpo que, a pesar de no tener un saco de músculos, es fuerte y tonificado. Dios… él es tan guapo.

—Hola —trato de caminar con normalidad, pero caigo de frente gracias a unos tacones que no vi al entrar.

—¡Dani! —el grito de Paulina me hace levantar la cabeza.

Esos ojos verdes hermosos me miran, tratando de ocultar la sorpresa de verme luego de un mes ocultándose de mí. O yo de él… el caso es que no nos hemos visto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.