Olvidar (spin off saga clichélove)

6.

Seis

Daniel jadeó a causa de la falta de aire. Él se inclinó aferrándose a sus rodillas mientras Nicholas lo veía reprimiendo una sonrisa.

—¿Estas bien, mi rey?

Daniel lo fulminó con la mirada.

—Creí que mi estado físico era optimo —inspiró profundamente. —Parece que no.

Nicholas se regresó hasta su lado y con un simple gesto de su mano le indicó al asesor de Daniel que no era necesario que se acercara. Todo estaba en orden. El medico de la corona ya les había notificado de las alteraciones que sus cuerpos presentarían a causa de la altura.

—Mis condolencias a la futura reina. Bibi debe sentirse pletórica de su rendimiento físico, alteza —el joven Baron dejó escapar una sonora carcajada. — Ahora entiendo porque todavía no te da el sí.

Nicholas supo que le había dado justo en el hueso a su mejor amigo. Sobre el planeta tierra existía una sola cosa que pudiese desestabilizar el mundo del joven rey y esa era su prometida, futura reina de Liechtenstein, Bibian Denis.

Daniel sonrió.

—Eres un imbécil. Sabes muy bien que está esperando a terminar sus estudios para darme el sí.

—Se va a casar contigo de todas formas. ¿Cuál era la diferencia que lo hiciera ahora a que lo haga en un par de meses?

Daniel se encogió de hombros simpatizando con la conclusión de su amigo. En un principio él también había mostrado disgusto ante la decisión de su futura esposa y madre de su hijo. Luego, con un profundo suspiro y una explicación sincera por parte de la rubia, había cedido.

Sí, el rey era un blando con ella.

—Ella lo decidió así y yo lo respeté. Deberías aprender algo sobre las mujeres, estimado señor Baron; ellas siempre tienen la razón —se burló Daniel. —De esa manera Dolores no tendría que reprenderte tantas veces.

—Mi esposa —remarcó Nicholas al contrataque, —me pide ser más expresivo y “abierto” con mis sentimientos. Nada más.

—Y mi Bibi quería tiempo para prepararse y ser una reina digna. Le dije que jamás le impondría algo o la obligaría a hacer lo que ella no quisiese. Puedo esperar… además— sonrió con picardía, — la recompensa por ser un niño bueno es bastante agradable.

Nicholas negó con una sonrisa sin sorprenderse con esa respuesta. Daniel se veía feliz y dichoso con su nueva vida como hombre comprometido. Era nada más verlo y notar la alegría brotando de sus poros. La triste sombra que se cernía sobre sus ojos verdosos había desaparecido en cuanto Daniel había formado su familia junto a Bibi y Laurie, el hijo de los dos.

Uno de los hombres que habían contratado se acercó hasta ellos que destacaban como una mosca flotando en la leche.

—Señores —saludó con un asentimiento a ambos hombres que dejaron de lado las bromas y las peleas infantiles.

El equipo de búsqueda del importante jeque de Qatar se reunió en la casa privada que utilizarían los días que durase la misma. Daniel había sido quien la eligiese por las esculturas y la gran fuente en el exterior.

—Efectivamente, el señor Al Mahad estuvo de paseo el día anterior a su desaparición. Alquiló una camioneta todo terreno y un mapa en papel.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Parece que el señor Khalil no quería que sus datos quedasen guardados en el historial de navegación del GPS de su celular. Esa información va directa al satélite de los Al Mahad —informó uno de los soldados especialista en seguimiento, que el grupo de mercenarios tenía. —Pudimos acceder a la base de datos de su teléfono móvil a través de un hacker ya que la familia no nos permitió el acceso al dispositivo.

Nicholas y Daniel se miraron de reojo con sus sospechas creciendo minuto a minuto.

—¿Te dijeron el por qué?

El líder de los mercenarios asintió.

—Todo lo referente a la desaparición del jeque lo está llevando a cabo un experimentado equipo de seguridad catarí. Ellos todavía no han informado a los medios o a la madre del jeque sobre su ausencia.

Daniel bufó.

—Quieren asegurarse de volver con un cadáver que les permita pavonearse.

—¿Qué averiguaron sobre el tal Omar? Ese que se dice ser su primo—volvió a preguntar Nicholas que se encontraba frustrado por los últimos acontecimientos—¿Es de fiar?

Otro de los hombres les entregó una carpeta que contenía imágenes y la información que ellos habían solicitado. Daniel y Nicholas sonrieron complacidos. El equipo de búsqueda era el mejor.

—Vaya, vaya —dijo Daniel rascándose una de las mejillas. —¿Qué tenemos aquí? Una pequeña rata de alcantarilla.

**

Adali le sonrió con incomodidad al hombre que la miraba fijamente. Ella sentía que ese par de ojos oscuros podían leer cada centímetro de su alma. Él no quitaba sus ojos de ella y parecía no inmutarse al tener al doctor García a su lado quitándole la intravenosa.

El doctor lo instó a incorporarse ya que él se veía retraído, con la mirada perdida y un gesto serio.




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