Olvidar (spin off saga clichélove)

Epílogo

Epilogo:

Cumplir cuarenta años, ser exitoso y estar ahogado en dinero es el sueño de la mayoría de los hombres con un poco de sensatez en la cabeza. Ahora, el jeque Khalil Al Mahad, podía sumarle más logros a esos sueños terrenales.

Una familia que lo quería, la mujer de sus sueños y los hijos más hermosos que alguien pudiese desear. Esa era ahora su vida.

El tiempo le había enseñado que era sabio y que las mejores lecciones de vida se aprendían con paciencia… y algún que otro golpe en la cabeza. Cuando pensaba que lo mejor para sesgar el dolor de un alma era olvidar, el destino le enseño que se puede salir adelante. Que los sentimientos negativos podían cambiar y que siempre estaba la posibilidad de encontrar un amor que ahora sí, floreciera entre sus manos.

Adali era su compañera perfecta. Su otra mitad y complemento. Su cómplice y una gran amiga. Al fin Khalil había entendido esa fiebre estupidizadora que habían sufrido sus amigos; el amor te volvía un romántico empedernido. No era cuestión de forzarlo, crecía indómito y libre en los corazones de quienes lo compartían.

Con la llegada de su primera hija, seis exactos meses después de su boda, ese sentimiento no hizo más que potenciarse. Khalil adoraba ser padre y así lo hicieron ver, dos años después dando la bienvenida a su segundo y tercer hijo; dos varones culpables de que su cabello mostrase las primeras canas.

Él era absolutamente feliz, más aún, cuando podía restregarle en la cara a Daniel lo avanzados que Nicholas y él se encontraban en relación al monarca de Liechtenstein.

Algunas cosas nunca cambiaban.

Adali conoció a Catalina Vaduz, y la historia que los conectaba. Su mujer no estaba del todo feliz de saber que su corazón había pertenecido a alguien más antes que a ella, pero lo entendió. Y eso lo hacía amarla aún más. Adali no siempre estaba de acuerdo con él, no obstante, ella intentaba llegar a un acuerdo entre ambos. Con ella nunca era perder o ganar. Era entender lo que era mejor para los dos.

Sí, la vida era buena y generosa.

 

 

 




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