Olvídate del Pasado

✨Capítulo 4 ✨

Cuando llegué a casa, me di cuenta que la puerta estaba cerrada, por lo que saqué la llave y entre, hambrienta buscando algo de comer. Mire el horario y eran 3:40 de la madrugada, mis tíos deberían haber llegado ya. Tome mi celular y comencé a llamar a mi tía Madison.

Al segundo llamado contestó, y su voz parecía algo agitada.

— Escucha Gin, espérame despierta en casa, necesito hablar contigo.— Ordenó mi tía a lo que yo obedecí, sin preguntas ya que parecía realmente preocupada.

Las horas pasaban y mis ojos ya no aguantaban el peso del sueño, cada vez mis parpados se volvían más pesados. Mire la mesa y vi mi computadora, la tome en mis manos con la única distracción de poder distraerme, no quería dormirme, mis tíos seguramente ya debían venir. Comencé a revisar mi correo, cuando me detuve en un correo en particular. No tenía nada de esa dirección, así que lo abrí curiosa, sin saber que era una de las primeras cosas que me arrepentiría.

"Ginebra:

Soy Damon, veo que sigues teniendo el mismo correo, solo quería disculparme por lo sucedido esta noche. Espero puedas perdonarme, estaba en un muy mal estado, no era la forma en la que quería que me vieras, me hubiese gustado no haber hecho lo que hice. Enserio lo siento. Adiós."

Aquel correo me dejo con una muy mala espina, decidí borrar el mensaje y bloquearle, pero sabía de sobra que mi cabeza no me dejaría dormir por días con todo lo que estaba pasando.

—¿Qué hubiese pasado si Ares no hubiese estado ahí?— Esa pregunta rondaba por mi cabeza, con la certeza de que si Ares no lo hubiese detenido, sin dudarlo, Damon me hubiese golpeado.

Lentamente con miles de pensamientos en mi cabeza, se hicieron las seis de la mañana, y escuché el cerrojo de la puerta abrirse. Vi a mi tía Madison entrar, su mirada se clavó directamente en mi, me observo unos minutos, acercándose cuidadosamente a donde me encontraba y se sentó con cuidado a mi lado.

— Gin, anoche el abogado de ustedes nos llamó, no sé si estés lista para escuchar esto, pero de todas maneras voy a decirte la verdad.— Dijo mi tía con lagrimas en los ojos, ella poseía una sinceridad admirable que la hacía una persona, muy amable y decente. Yo asentí para que ella prosiguiera. — Verás, casi al finalizar este año saldrá de la cárcel, tu tío ha hecho lo que pudo para estirar la sentencia, pero tu padre tiene buena conducta, además de que ya pasaron muchos años, el juez decidió darle arresto domiciliario y que cumpla lo que queda de su condena en su casa. — Finalizó ella, observando mi reacción, pero claramente me había dejado en shock, mi mundo dio un vuelco, yo necesitaba hablar con Ruth urgente.

— Yo... me iré a dar un baño e iré a la universidad, necesito hablar esto con Ruth. — Comenté levantándome del sillón como pude, ya que mis piernas temblaban demasiado. — ¿Dónde están Emma y Ruth?— Preguntó ella, mirando la casa vacía. — Tía creo que cuando venga, nosotras debemos hablar con vos, en este momento no tengo tiempo a explicarte, solo puedo decirte que ambas están más que bien, me voy. — Comenté subiendo las escaleras, hacía mi habitación.

Sabía que lo que mi tía me había contado significaba muchos problemas más, es decir mi padre aún en la cárcel podía tranquilamente seguir arruinando vidas con sus matones y nosotras éramos esas personas a la que él quería seguir arruinándole la vida, como si ya no fuera suficiente el habernos dejado huérfanas.

Con respecto a Emma, no podía seguir ocultándole estás cosas a mi tía, es decir Emma necesitaba rehabilitación urgente, esto se estaba saliendo de control y no podía vivir en problemas y mintiendo por su culpa, estaba cansada de vivir en una mentira, tratando de que Emma esté bien, mientras ella hacía lo que quería sin pensar en los problemas en los que nos estaba metiendo a nosotras.

Cuando llegue al estacionamiento, comencé a buscar el Torino celeste de Cassiel, pero me di cuenta que el estacionamiento era demasiado grande y no lo encontraría fácilmente, por lo que decidí irme dentro y llamar a mi hermana.

— ¿Se te perdió algo rulos?— Preguntó una voz ronca a mis espalda haciéndome sobresaltar ante su presencia.

Lo observe unos segundos, él estaba vestido con un pantalón negro, una camisa roja, que le quedaba apretada en sus bíceps, y un gorro. Él moreno tenía su nariz algo rojiza por el frío de la mañana, una de sus manos la tenía en el bolsillo delantero y en la otra sostenía un cigarro prendido.

— Ares, yo...— Vacilé unos segundos sobre lo que estaba por decir. — yo te agradezco por lo de anoche, realmente, no sé que hubiese sido de mi si tu no estabas allí.— Finalicé algo ruborizada por agradecerle.

Él inhaló de su cigarro y me observó, pero ya no podía contener mi nerviosismo, caminé hacía la entrada de la universidad. — Espera, necesito hacerte una pregunta. — Comentó el joven a unos metros de mí. —Sí, decime. — Respondí esperando la pregunta de Ares, que me había tomado por sorpresa. — ¿Damon tiene algo que ver contigo? — Preguntó inhalando lo poco que quedaba de su cigarro.




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