Pasaron tres días de aquel martes, donde Ares había admitido que yo le gustaba, habían pasado tres días de que lo bese. Hacía tres días que vi a Ares por última vez, no estaba asistiendo a la universidad, ni Cassiel tampoco.
Ruth me había mencionado que Cassiel se fue de la ciudad por unos problemas familiares, pero no pregunte nada más, después de todo, Ruth y Jade ya sabían lo que había sucedido con Ares y yo, no quería insistir demasiado, no me gustaba demostrar demasiado mis sentimientos.
Decidí que estos días en donde no vería a Ares, me iban a hacer bien para pensar lo que había pasado y lo que mi tía me había dicho.
Estacione el auto en el hospital de rehabilitación que se encontraba Emma, hacía mucho no la veía y quería ver como seguían sus estudios, su rehabilitación. Le puse la alarma al auto, pero cuando me gire para caminar dentro del hospital, algo llamó mi atención, estaba segura que no me equivocaba, era la moto de Ares estacionada frente a mi auto. Sentí un dolor en el pecho que me obligó a caminar rápidamente hacía dentro, en busca de Emma.
— Disculpe, ¿Emma Morrison? — Pregunté a la joven que se encontraba en la recepción del hospital. — Habitación 18 señorita. — Respondió ella con una sonrisa. — ¿Usted es familiar? — Preguntó la castaña. — Si, soy la hermana, muchas gracias. — Respondí caminando hacía los pasillos.
— 1...2...3... — Veía las habitaciones mientras caminaba. — 15...16...17... — Cuando me acercaba a la habitación de Emma, choqué con alguien.
— ¿Qué haces acá? — Pregunté mirándolo salir de la habitación 19. — Tengo un amigo acá. — Respondió algo entre cortado. — ¿Y tú? — Preguntó él. Quité mi mirada del 19 que tenía la habitación de donde había salido Ares y lo observe. — Emma está en la habitación 18. — Respondí señalando la habitación de ella.
Ares se giro mirando la puerta 18. — Que coincidencia, bueno me voy. — Dijo pasando de mí.
—Entonces... ¿así va a ser esto? — Pregunté más para mí misma, pero él no logró escucharme, por lo que decidí ignorar eso.
Lo vi desaparecer por los pasillos, caminé hacía la habitación 19, toqué la puerta pero nadie contestaba, decidí abrirla, encontrándome con una cama vacía, una habitación que parecía no estarse usando.
— ¡Me mintió! — Pensé.
Caminé a donde se encontraba Emma, la vi sentada en su cama, mientras comía la comida que seguramente le habían dado aquí. — ¿Cómo estás? —Pregunté llamando su atención. Su pelo estaba largo, sus ojeras ya no estaban en sus lindos ojos y estaba vestida de un celeste como sus lindos ojos.
—Tratando de mejorar, de hecho en unos meses me van a dar el alta si sigo mejorando de esta manera. —Respondió dejando la comida a un lado.
— ¡Me alegra oír eso! en casa se te extraña. —Comenté sentándome en una silla que se encontraba frente a su cama. — ¿Andrew? — Pregunté mirándole sus uñas bien pintadas y arregladas, de un color rosa.
— Ya no es mi novio Gin. — Respondió, haciendo que mi mirada se fijara en su rostro, no parecía estar triste por ello.
— ¿Y cómo te encuentras con eso? —Dije sentándome más cerca y tomando una de sus manos para cubrirla con las mías.
— Me siento bien, lo quiero mucho Gin, pero mis padres me necesitan más, además mi psicóloga dijo que tenía que comenzar a sacar cosas malas de mi vida, y quiero estar bien, me he dado cuenta con el tiempo que he estado aquí, que realmente no le importo, nunca ha venido a verme, ni a querido cambiar para hacerme bien, por lo que he decidido ya no amarrarme a él. —Finalizó su relato Emma, poniendo su pelo detrás de su oído.
— Bueno, la verdad todo esto me alegra mucho Emma, es decir quiero verte bien, eres como mi hermanita para mi, te amo, me hace bien verte mejorando. — Dije abrazando a Emma. — Bueno me voy feliz de verte mejorando, la próxima vez que vuelva voy a traer cosas para que disfrutemos de la tarde. — Saludé dándole un beso en la frente, ella solo sonrió y asintió.
Camine hacía la puerta y me gire. —Emma, por casualidad ¿has visto a Ares por aquí? — Pregunté viendo la sorpresa en su rostro. — ¿Ares por aquí? — Repitió ella casi incrédula. — ¿Que haría él por acá? — Me preguntó algo dubitativa. — Pregunté, solo eso, me voy Emma, en unos días volveré. —Me despedí, y caminé nuevamente a recepción.
—Disculpe, ¿la habitación 19 esta deshabitada verdad? —Pregunte a la joven de recepción.
— No, de hecho hace unos días que está habitada señorita. — Respondió la joven sin mirarme a los ojos, algo dudosa en cada palabra que dijo.