Olvídate del Pasado

✨Capítulo 26 ✨

ARES

La pelea era en unas horas, y nosotros ya habíamos llegado, estábamos en un cuarto de hotel, preparándonos para hoy en la noche.

—Iré a bañarme, necesito relajarme, no puedo creer que esté más nervioso yo que tú, que vas a pelear. — Mencionó Cassiel caminando hacía el baño, con su celular en la mano, suponía que debía estar hablando con Ruth.

El timbre sonó, haciendo que mirará la puerta del cuarto. — Debe ser el servicio a la habitación que ordené, abre la puerta. —Ordenó mi hermano ya del baño.

Lo que me encontré detrás de esa puerta no era el servicio a la habitación y estaba muy lejos de serlo. La castaña de unos cuarenta años, estaba parada frente a mí, ella era pequeña en estatura comparándose a mi lado, pero su mirada celeste parecía furiosa conmigo.

— ¿Qué hace aquí Madison? — Pregunté mirando a la tía de Ginebra frente a mis ojos, cerrando suavemente la puerta detrás, para que Cassiel no pudiese escucharme. —Me tomé el atrevimiento de averiguar dónde te encontrabas y venir a verte para poder conversar unos segundos breves contigo. — Respondió golpeteando con sus tacones el piso de madera. — No te quiero ver cerca de mi sobrina Aáron, no quiero saber que tú estás ilusionándola ni coqueteándole, ella no es para ti, deberías saberlo ya. — Advirtió escogiéndose de hombros, mientras cruzaba sus brazos. — ¿Es alguna clase de prohibición? —Pregunté sonriendo. — Porque mientras más me prohíba a su sobrina, más me va a gustar, de hecho a ella le encantaría saber de donde usted me conoce, ¿no cree Madison? — Dije haciendo que su rostro cambie de calmado, ha enojado en cuestión de segundos.

Ella se acercó muy cerca de mí, poniendo uno de sus dedos en mi pecho. — Estás poniendo mi matrimonio en juego, mira Ares para serte más certera ambos tenemos mucho que perder, yo no pienso perder mi matrimonio y mi hija por tus juegos. —Amenazó la mujer rubia de ojos color celeste. —No se equivoqué señora, me puede gustar mucho su sobrina, pero yo ya no tengo nada que perder, y si tengo que perder a Ginebra por decirle la verdad, quizás corra el riesgo. — Mencioné haciéndola enojarse. — Eres igual a tu padre, físicamente claro, porque tu padre jamás hubiese amenazado a una mujer. — Dijo molestándome con sus palabras. — Que por si no lo sabías, jamás seré mi padre, y se nota que no lo conociste bien, porque era un maldito violador, de hecho no se si sabías que él violo a mi hermana, pero creo que estabas tan ocupada intentando amenazarme que te tomaste poco tiempo para investigar realmente nuestra historia y de hecho no soy igual a mi padre, soy igual a mi madre. — Solté viéndola alejarse un poco más de mí, hacía el otro extremo del pasillo.

Ella se mantuvo unos segundos allí, con su mano en su rostro, tapándose la boca, en señal de asombro, pero sus ojos contaban una historia muy distinta. Ella estaba a punto de llorar. — ¿Puedo pedirle que se retire? — Pregunté mirándola unos segundos. —Si esta preocupada por el secreto que ambos compartimos, tranquila, todavía no estoy considerando contárselo a Ginebra, en cuanto a mi y a ella, no voy a dejar de verla señora, espero tenga un buen viaje de vuelta. — Dije viendo acercarse a un empleado del hotel, con una bandeja en sus manos.

Tomé la bandeja, le deje propina, y mire por última vez a la tía de Ginebra fuera, para entrar a mi habitación y cerrar la puerta detrás. Esa mujer nunca iba a agradarme, jamás en mi vida, pero estaba sorprendido cuanto había aguantado el que yo saliese con su sobrina sin decirme nada.

— ¿Por qué te tardaste tanto? — Preguntó Cassiel saliendo del baño, mientras se secaba. — Se habían equivocado de orden, así que tuve que acompañarlos a buscar la verdadera orden. — Mentí fugazmente a mi hermano, quien no dudó de mi palabra y atacó la bandeja con comida que sostenía en mis manos.

Sin embargo seguía algo anonado ante la presencia de Madison aquí, ella había viajado durante horas para venir a amenazarme con respeto a lo mío y de Ginebra, estaba seguro que no se quedaría así esto, conocía demasiado bien a esa mujer, o lo suficiente como para saber que no se daría por vencida con respecto a su sobrina y a mí. Pero por el momento yo había ganado y ella tardaría más de lo que pensaba en volver a molestarme.

— ¿Tú y Ginebra no se hablan? — Preguntó mi hermano con la boca llena de comida, mientras señalaba mi celular.

Observe mi celular negro unos segundos, y negué pensando que no sabía nada acerca de ella. — No, de hecho ella necesita tiempo con su hermana y su amigo y yo necesitaba tiempo para hablar contigo, por lo que preferimos no molestarnos. — Respondí, recordando lo que habíamos hablado antes con Ginebra. — ¿Qué son ustedes dos? — Preguntó Cassiel tomando un sorbo de jugo que habían traído, me escogí de hombros ante su pregunta. — No lo sé, no se que somos, pero estamos bien así Cassiel, ella todavía no quiere nada serio y yo prefiero no forzar nada, además ya somos grandes para estar presionando e intentando saber esa clases de cosas. — Respondí haciendo reír a mi hermano que parecía que le hubiese contado un chiste.

Lo observe unos segundos hasta que paró de reírse. — Tu eres grande Ares, ella solo tiene veinte, lo cual significa que no piensan igual, además no entiendo a que te refieres a nada serio, ¿ustedes dos ya tuvieron sexo o no? —Corrigió y preguntó el castaño. — Ella ya no es una niña, sabe perfectamente lo que hace, y no voy a responder esa pregunta, a ti no te interesa lo que nosotros hacemos. — Respondí caminando hacía el cuarto de baño. — Entonces son ¿casuales y abiertos? ¿no son exclusivos para ustedes? — Preguntó antes de que entrara al baño, haciendo que me replantará esas preguntas. —No entiendo, ¿Qué significa casuales y exclusivos en personas? —Pregunté poniendo mi mano en la puerta. — Casuales es que se ven de vez en cuando, mantienen relaciones pero no son novios ni nada, y que no son exclusivos significa que pueden salir con otras personas además de ustedes. ¿Entiendes? — Preguntó mientras metía un pedazo de carne a su boca.




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