Olvidé quien era

5

Limpiaba la barra de la piscina con la mente en las nubes y la mirada puesta en Henry. Desde el día que la llevo a casa entre ellos había surgido una complicidad que descomponía sus esquemas. Por que pese a que él la seguía incordiándo, la aversión hacia su sola presencia desapareció. Incluso sus ojos lo buscaban y cuando a través de la gente se encontraban con los de él se sentía rara.

Como si supiera que estaba pensando en el, Henry, que estaba metido en el Jacuzzi con sus dos amigos encontró los ojos de Abbi de nuevo. Como tantas veces en los últimos días. El la sonrió con sus hoyuelos y ella apartó su mirada avergonzada.

-Cuando trabaje en la SW creare un grupo de chicas latinas -Shin Woo desvió su mirada tras una chica con generosas curvas-. El nombre será algo con boom, seguro que a mi padre le encanta la idea.

- Tu padre no es consciente de que clase de degenerado heredara la agencia de talentos más importante de todo Corea. Convertirás eso en la casa playboy en dos días -Henry habló sin apartar la mirada de la barra.

-Debería mirarte un especialista. Tienes desfilando mujeres por la cabeza a todas horas -Sang Jae quito la sombrilla de papel de su copa-. No sé ni cómo llegaste a acabar la universidad.

-Como no quisisteis estudiar conmigo -el joven se mojo el pelo con la mano-, solo me quedaba pensar en las chicas y las dos horas que me sobraban del día estudiar.

- ¿No quisimos? Teníamos que licenciarnos en derecho y empresariales. Yo si no quería ser desheredado y Henry si no quería que su madre lo matara -este asumió con la cabeza-. Tu padre incluso te dejaba hacer esos cursos tan divertidos.

-Como me gustaban -dijo con añoranza-. Aprendí canto, baile, actuación, ¿Recordáis aquella obra que hice en la que la protagonista y mi personaje se besaban y debería haber simulado el beso pero se lo di de verdad?

-Recuerdo como saliste a saludar al público con la cara roja -respondió.

-La chica demostró ser una gran actriz, se aguanto las ganas de abofetearme hasta que acatbo la obra -sus hombros temblaban mientras se reía.

-Aquello te hizo tener tu primer club de fans -apuntó Henry.

-Es verdad, aquellas chicas que le regalaron una bandera hecha con ropa interior que formaba su nombre -Sang Jae se mordió los labios.

-En mi vida pase tanta vergüenza -bufó-. Solo a él se le ocurre venir a buscarnos a la universidad con la banderita.

-Presumía como si portara la llama de los juegos olímpicos -se echo a reír-, paseó con ella por todo nuestro campus.

-Que bien nos lo pasamos ese día -Shin Woo pasó ambos brazos por los respectivos hombros de sus amigos

-Tú fuiste el único que te divertiste -sentenció.

- ¿Qué me regalaran mis fans de aquí?, quizá me hagan una con bikinis -de pronto se llevo las manos a las cabeza- ¿Que voy a hacer?, cuando volvamos tendré que empezar mi servicio militar y solo veré hombres día tras día.

"¡Volver!" Henry sintió un pinchazo en el estomago, como si le hubieran clavado una aguja muy gruesa. Miró a Abbi con desolación, había estado tan ocupado haciendose un hueco en su vida que no se acordó de que en Septiembre debía volver a casa.

Ella notó como Henry le miraba de nuevo fijamente y aquello la puso tan nerviosa que se corto un poco con el cuchillo mientras hacía rodajas un limón. Refunfuño al ver la sangre y se llevo el dedo a la boca.

-Abbi -el señor Martínez la llamo desde el exterior-, sal un momento, tengo que hablar contigo.

Los treinta kilómetros que separaban del hospital del hotel se le hicieron eternos. Meri había llamado al Wol, Nancy cogió el recado e informo al director que en ese momento estaba en la recepción. Este decidió ir a buscarla personalmente y darle la noticia de que su padre había ingresado inconsciente en urgencias debido a un golpe en la cabeza.

Cuando llegó, aparco al lado de la monovolumen de su hermana mayor. No había estado muchas veces en ese hospital, solo cuando llevo al hermano de Itzel tras aquella aparatosa caída con la bici. Entró por la puerta donde se agolpaban varias ambulancias. Se encontró con un pasillo largo, con las paredes en un tono beige y bancos de madera marrón a ambos lados. A un lateral a modo de recepción había una ventana cerrada y sin nadie detrás. A lo lejos vio a sus hermanas que cuchicheaban sentadas en uno de los bancos.

- ¿Como esta papa? -se sentó en el hueco que ambas dejaron para ella.

-Le están haciendo pruebas. Así que esperamos sin agobiarnos ¿de acuerdo? -Meri le aparto el pelo tras la oreja y Abji notó que temblaba-. No queríamos sacarte del trabajo pero sabíamos que te enfadarias mucho si no te avisabamos.

Pese a estar nerviosa, Meri le hablaba con su habitual tranquilidad. Era el rol que había asumido desde siempre, apaciguar a sus temperamentales hermanas pequeñas pasara lo que pasara. Hasta que nacieron ella fué durante seis años la indiscutible princesa de la casa. Una princesa tranquila, que cuidaba sus juguetes con mimo y obedecia todo sin rechistar. Pero de repente se encontró lidiando con dos monstruitos que berreaban sin parar y arrasaban con todo a su paso.




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