La lluvia de la noche anterior trajo una mañana soleada. Abbi conducía hacia la ciudad, por la autovía principal, atenta a las señales para no pasarse la salida del centro comercial. Su plan para el sábado hubiera sido despertar y meter la cabeza bajo las sabanas para llorar un rato, levantarse, ducharse y volver bajo las sabanas, seguramente para seguir llorando. Pero Itzel le quito las intenciones, plantándose en su casa a las nueve de la mañana. Obligándola a vestirse, desayunar y encaminarse a lo que denominó, un día de compras y cotilleos.
-Le pregunte a Meri si quería venir -Valeria subía la ventanilla a toda prisa para evitar que el pelo se le pegara al brillo de labios que acababa de ponerse-. Pero tenían comida por el cumpleaños del padre de Patrick y bla, bla, bla... royos de casada.
- ¿Como tiene que ser la vida de casada? -Itzel lanzó la pregunta al aire con un suspiro romántico.
- ¡Aburrida! -exclamo limpiándose los pegajosos mechones con un pañuelo -. ¿Sabes cuánto hace que mi hermana no sale de fiesta?
-Las discotecas no lo son todo en la vida... -recibió un gruñido como respuesta-... cuando tengas cuarenta hablamos de si sigues con ganas de salir de marcha -le dio una palmada en el hombro.
-Tengo planeado divertirme y conocer hombres, por lo menos hasta los cincuenta. Seré como Samantha de Sexo en Nueva York.
- ¿No piensas encontrar a tu media naranja hasta los cincuenta? -replicó perpleja.
- ¡Calla Charlotte! -rió al hacer referencia al personaje con ideas mas románticas de toda la serie
-Ya. Y Abbi, tú podrías ser Carrie -exclamo divertida mientras la tiraba del cinto para llamar su atención.
-Igualita -quitó el intermiten de un manotazo.
-Relájate hermanita. A ser posible quiero volver a casa sin hacer auto stop. A este coche, le falta un soplo de aire para caerse a pedazos.
-No te decía lo de Carrie por lo del novio rico que... - intento disculparse pero la mirada asesina de Valeria, la cual había prohibido nombrar a Henry, la hizo callar de repente -. ¿Qué tal esta vuestro padre?
Recibió una mirada de aprobación por el tema planteado. En la radio un hombre promocionaba una clínica de depilación laser y después presento una canción.
- ¡Jo! -murmuró Abbi y se mordió el labio inferior angustiada.
- ¡¿Jo, qué?! -preguntó su hermana molesta.
-Jo, esta canción -repitió con las lágrimas casi en sus ojos.
-Jo, esta canción ¿Qué?
-Jo, ésta canción... Henry
-Lo sabia -exasperó dando un golpe en el salpicadero-. Definitivamente eres tonta, quieres dejar de pensar en ese de una vez. ¿Qué te dije ayer?
-Esta letra me recuerda a él -explicó señalando la radio.
- ¿Ah sí? ¿Cogerías una granada por él? Pues ya puedes espabilar, por que el por ti no cogería ni un resfriado- Itzel la llamo, haciendo ademán para que dejara de reñir a Abbi, pero su tono era tan elevado que hubiera necesitado un megáfono para que la oyera.
-Es cuando dice lo de que fácil viene y fácil se va -se excusó-. Se ha escapado sin que me diera cuenta, de la misma manera en la que apareció en mi vida.
Amiga y hermana se miraron.
-Venga, prometo no reñirte, desahógate hablando de ese imbécil -accedió al ver como las lagrimas brotaban de sus ojos-. Pero sin llorar.
-Eso, que para los ojos no tienes limpiaparabrisas y no queremos estrellarnos de nuevo- Itzel le acaricio el pelo desde el asiento trasero.
- ¿Es que nunca me vais a perdonar aquello?, me acababa de sacar el carnet y ese bordillo estaba en medio de mi camino -protestó con una sonrisa en medio se las lagrimas.
Tras visitar muchas tiendas, Valeria había comprado unos zapatos morados con un altísimo tacón, Itzel unas diademas para el pelo y ella unos pantalones cortos de lino blanco.
- ¿Y eso pasó en la fiesta? -pregunto Abbi mientras caminaban por el parking -. Tania y Eric. Menuda bienvenida personal le ha dado.
-Y tan personal, nada más y nada menos que en los baños -Itzel arqueo sus cejas de manera insinuante mientras sorbía un café sabor caramelo por una pajita azul-. La gente se turnaba para ir a los escucharles tras la puerta.
-Esa Tania es lo peor -bufó Valeria-. Encima va por ahí con aires de princesita.
- ¿Cómo pude perderme aquello? ¿Dónde estaba?
-Tú estabas con... -dijo Itzel muy bajito.
-Estaba con Henry -acepto con resignación y abrió el portón del coche.
-No quiero volver a oír ese nombre en mi presencia - gruño su hermana mientras lanzaba la bolsa al maletero del coche.
-Adorables niñas. ¿Tenéis algo de dinero para esta buena mujer? -una voz las hizo voltearse. Se miraron entre sí, sorprendidas de que ninguna se hubiera percatado de que aquella mujer estaba junto a ellas -. Es para eso de ahí -señalo una cabina de teléfono-. Tengo que llamar a mi hijo, él está en la guerra. No he podido llamarle en años porque he estado encerrada en una habitación oscura. Estará tan preocupado por mí.