Ivy se tiró de la manga, tomó aire y abrió de un empujón la puerta de la cafetería. Joseph la siguió con cara de confusión. Me mira como si yo estuviera mirando un rompecabezas: falta la mitad y el resto sigue desordenado.
──¿Preparada?
Intenté parecer tranquila, pero sabía que la voz me temblaba un poco. Joseph asintió y se pasó una mano por la frente, con movimientos rígidos como los de un robot oxidado. Él no sabía nada de su pasado, mientras que yo sabía demasiado... probablemente.
Se me ocurrió llevarlo hoy a una reunión de la comunidad. Tenía un plan ridículamente estúpido: conseguir que hablara con alguien, tal vez desencadenar algunos recuerdos. Parecía reacio, pero no se opuso.
──Un poco nervioso.
Intentó sonreír, pero era como si estuviera conteniendo el dolor. Suspiré.
──Tómate tu tiempo, no pasa nada.
Mi voz sonaba tranquila y serena, pero en realidad yo estaba más confusa que él. El problema era que cada vez que él daba un paso más hacia la verdad, yo sentía que estaba un poco más cerca de los problemas.
Había mucha gente en el centro de actividades, y el ambiente estaba tan animado que quise dar media vuelta e irme. Joseph me siguió, silencioso como un fantasma. Sin embargo, su mirada me decía que no estaba tan tranquilo de la cabeza. Nada más llegar, una mujer de mediana edad un poco demasiado entusiasta nos saludó.
──¡Ivy! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Y éste es...?
──Joseph.
Le presenté brevemente, mientras le tiraba disimuladamente de la manga, indicándole que actuara con normalidad. Sonrió con algo más de naturalidad que antes y le estrechó la mano.
Entonces vio un cuadro sobre la mesa.
Había pensado que era un cuadro corriente, pero su mirada cambió. El emblema dorado del cuadro fue como una cerilla que encendió algo en su mente. Se detuvo, y sus ojos se volvieron profundos por un momento.
──Creo... que he visto esta placa antes.
Su voz era grave y urgente. Contuve la respiración, muy nerviosa. Sus recuerdos, ¿empezaban a recomponerse?
──¿Estás bien?
Le cogí del brazo, con el corazón latiéndome como un tambor. Miró el cuadro como si estuviera luchando con su propio cerebro.
──Esta placa... tiene algo que ver con mi pasado.
Lo dijo con inseguridad, pero supe que no era un comentario casual. La expresión de su cara me asusta. Temo que lo que recuerde nos hunda a todos.
Para aligerar el ambiente, le arrastré a hablar con los demás, fingiendo que estaba bien. Pero ese malestar persistía en mi interior. Sabía que cuanto más se acercara Joseph a la verdad, menos probable sería que la paz volviera a nuestras vidas.
Cuando la fiesta se disolvió, todos se fueron yendo uno a uno. De pie frente al centro de actividades, me sentí agotada. La memoria de Joseph parecía funcionar, pero no lo suficiente. Sabía que no se detendría, pero no estaba segura de cuánto podría durar.
──Voy a buscar una pista.
Su voz interrumpe mis pensamientos. Giro la cabeza para mirarle. Sus ojos transmiten cierta determinación que no puedo ignorar.
──¿Qué pista?
──La placa.
Aprieta los dientes, con ojos tan decididos que me dan ganas de pegarle un puñetazo a alguien.
──Aún no sabes quién eres, y podría pasarte algo si miras a tu alrededor.
Mi voz fue un poco cortante. En cambio, él se limitó a mirarme, con una sonrisita en la cara, más terco.
──Si no miro, nunca sabré quién soy.
Sus palabras me dejaron sin palabras. Quise detenerlo, pero en el fondo sabía que no funcionaría. Es ese tipo de persona: una vez que ha tomado una decisión, no hay nueve bueyes que le hagan retroceder.
Cuando llegué a casa, abrí el buzón, dispuesta a tirar los anuncios sobre la marcha, pero en su lugar vi una carta. El sobre era normal, pero las palabras del interior no lo eran.
«Aléjate de Joseph o te arrepentirás».
Mis manos empezaron a temblar. La letra me resultaba familiar, pero no recordaba dónde la había visto antes. En cambio, me invadió una sensación de presentimiento.
Me apoyé en el marco de la puerta, dándole vueltas a la cabeza. ¿Quién demonios era? ¿Qué sabrán ellos?
──Esta vez, ¿de verdad no hay escapatoria?
me pregunté en voz baja, tan suave que parecía un suspiro.