Olvido

Capítulo 6: El enfrentamiento familiar

Ivy estaba de pie en la puerta trasera de la cafetería, las sombras de los árboles se balanceaban como sus nervios. Joseph había vuelto y su vida era un completo caos. La amenaza de la familia Stewart pesaba sobre ella. Se susurró a sí misma: ──¿Esto resolverá el problema? No bromeaba.

Fuera de la ventana de cristal, el coche negro parecía el fantasma de Richard. Sabía que el tipo estaba tras ella, o mejor dicho, tras Joseph. Justo entonces, el sonido de unos pasos apresurados la sacó de sus pensamientos incoherentes. Karen empujó la puerta trasera, con el ceño fruncido como un limón a punto de ser exprimido.

──Ivy, Richard ha empezado a observarte.

──Lo sé. Es imposible que deje en paz a Joseph, sobre todo cuando vuelva.

Karen la miró fijamente como si fuera un rompecabezas que no pudiera entender. ──¿De verdad sabes lo que estás haciendo? Joseph no es quien tú crees que es. Tendrá consecuencias nefastas si cuenta esos secretos familiares.

El corazón de Ivy se hundió como si hubiera caído al agua. Secretos, por supuesto que conocía esos secretos, incluso sabía demasiado sobre ellos. Se sintió como si alguien le dijera que el billete de lotería que compró había ganado, sólo para que el premio fuera enviado a Marte.

──No quería involucrar a Mick, tenía seis años y aún le costaban las matemáticas. Mi única opción era ayudar a Joseph, no le quedaba nada.

Karen suspiró y le palmeó el hombro. ──A veces es valiente dejarse llevar.

¿Dejar ir? se burló Ivy, pensando: «Dejar ir es el movimiento característico de un cobarde, me agarraré más fuerte».

En ese momento, la puerta se abrió de un empujón y Joseph entró. Parecía un soldado que acababa de volver del campo de batalla, cansado pero con la mirada decidida.

──Ivy, ¿estás bien?

Ivy no contestó y se volvió hacia la ventana. Sentía que contestarle sería admitir que todo se estaba descontrolando, y eso era lo que más temía ahora mismo.

──La amenaza de Richard. Lo sabes, ¿verdad?

──Sí. No se saldrá con la suya.

Lo dijo con facilidad, como si estuviera hablando del tiempo que hacía hoy. Ivy quiso poner los ojos en blanco, pero no estaba de humor.

──Pero tienes que entender que no solo va a por ti, Mick también está en sus planes. Además, Emma está empezando a agitar las cosas.

──¿Emma? ¿Qué ha dicho?

La mano de Ivy se aferró involuntariamente a las cortinas como un salvavidas.

──Dijo que Richard no era sólo el hombre al mando de la familia, que estaba implicado en una conspiración mayor. Y... tu pérdida de memoria podría haber sido deliberadamente preparada por él.

Sus palabras helaron instantáneamente el rostro de Joseph. Se acercó a ella y le puso suavemente una mano en el hombro. Ivy pudo sentir que su mano temblaba ligeramente, sin saber si era ira u otra cosa.

──Ivy, pase lo que pase, no dejaré que ni tú ni Mick salgáis heridos.

Ivy se volvió y lo miró fijamente a los ojos. ──Tú siempre hablas de protegernos, pero a mí me están machacando. Richard es controlador, hará lo que sea, incluso a nuestra costa.

──Yo ya no soy quien era, Ivy. Ahora tengo opciones.

¿Opciones? No pudo evitar reírse. ¿Qué pasa con sus opciones? Ya no tiene opciones.

──¿Qué elegirías? Si llega el día en que seamos nosotros contra la familia, ¿a quién elegirías?

Joseph guardó silencio. Había duda en sus ojos, y en ese momento, Ivy casi podía oír su corazón romperse.

──Pase lo que pase, no te defraudaré.

Qué respuesta tan estándar, pensó Ivy para sí.

En ese momento, la voz de Emma entró por la puerta, fría como un cuchillo. ──Ivy, parece que ya lo sabes todo.

Ivy se dio la vuelta y la vio entrar. ──Emma, ¿qué quieres otra vez?

──Recordártelo. Si quieres estar con Joseph, prepárate para sufrir las consecuencias. Richard no perdonará a nadie.

Emma hizo una pausa y miró a Joseph. ──Sabes tan bien como yo que esto no es sólo una pelea familiar, es una conspiración mayor. Tu pérdida de memoria, no fue un accidente.

Ivy sintió que la cabeza le estallaba. Aquellas palabras eran como un martillo, golpeándole el pecho una a una. Incluso empezó a preguntarse si hacía tiempo que se había convertido en un peón en el tablero de ajedrez.

──Ivy, será mejor que tomes una decisión ahora, o de lo contrario... sufrirás las consecuencias.

Cuando Emma se marchó, la casa quedó tan silenciosa que se oía el viento agitando las hojas. Ivy sintió que se asfixiaba. Se susurró a sí misma: ──¿Qué demonios se supone que debo hacer?

Nadie le respondió, excepto el corazón que se agitaba.




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