Omega [moon Fighters 5.1]

Capítulo 3

 


La intensidad con la que siente es abrumadora, lucha por contenerse, por quedar al margen, por reaccionar aunque sea con un gruñido de advertencia. Harry no sigue ordenes, no de una Omega, pero hubo algo que escapó a toda lógica y le hizo sentir poderoso, era orgullo, Sage Smith era más fuerte de lo que pensaba.

La loba se quita de en medio, se aleja unos cuantos pasos y de ahí gira, Harry sabe que no debe bajar la guardia teniendo a un lobo como Seth frente a él, pero es irresistible, está confundido, alterado, preocupado, aterrado por las emociones que parecen revivir dentro de él. Las entierra, sabe que los lobos pueden sentirlas y no quiere eso, Harry quiere ser un muro para cualquiera, impenetrable, indestructible.

—¿Vas a quedarte ahí? —Sage pregunta con irritación.

Harry gruñe por lo bajo, la mirada de Seth se vuelve ácida, peligrosa, avanza con cuidado, sabe que un mal movimiento, una sola acción que se tome como agresión podría incitar al lobo a saltarle al cuello.

—Sube al Jeep, Omega.

Ahí adentro, empeora, la esencia dulce le envuelve como un cálido abrigo, su leopardo está más vivo que nunca, y controlarlo es un dolor de cabeza. Harry se obliga a pensar, a ignorar todo esto, recuerda a Sawyer, la sangre hierve en sus venas. Todo esto es por culpa de esa mujer... Entonces algo llega, las piezas encajan.

—No son cazadores —murmura.

—¿Qué dices?

Harry enciende el Jeep, tras asegurarse de que no hubieran autos aproximándose, gira y retoma el camino de regreso.

—La trampa no es de Cazadores.

Sage guarda silencio, Harry puede oír su corazón golpear.

—¿Cómo estás tan seguro?

—De serlo tú estarías ahora con tu hermana.

Y Sawyer recluido en una jaula. Pensar en eso le hace gruñir, apretar el volante con fuerza. Una mano delgada se ubica en su brazo, Harry de pronto pierde un poco de aliento, luego recuerda lo que ella es, lo que él es.

—No me toques, Omega.

«O me harás sentir» y él está decidido a hacer justo lo contrario. Aniquilar sus emociones, matar a su leopardo.

—Lo siento —Sage baja el brazo, la marca de su calor perdura un momento más—. Fue algo instintivo.

Calmar al dominante. Las lobas Omegas servían para eso, recordar ese rasgo removió la pila de dolorosos recuerdos, momentos en donde se transformaba en el monstruo para capturar y matar...

—Los Cazadores nunca toman lobos como trofeos —comenta para despejar esos recuerdos—. No tienen nada de especial y ellos buscan algo raro, único.

Como Sawyer, que prácticamente era un mito viviente y valía millones solo por su pelaje. En cierta forma, era un alivio saber que el Crazy Green no había sido puesto por Cazadores, pero ese alivio le dura poco al saber que está desaparecido. Tendría que recurrir al neuroestimulador inactivo que Sawyer tiene en el cuello para ver si puede ubicarlo por computadora. Por esa razón no juzga a Sage de vigilar a Jessie con un chip de rastreo, sin embargo, lo de Sawyer es diferente, una cuestión de vida o muerte, porque así ha sido desde que huyeron, vivir como nómadas, sin socializar, sin comprometerse, como sombras... Al filo de la captura.

—¿Crees que se relacione con la mujer que están buscando?

Harry no responde, no está seguro, eso suena a algo que puede ser probable.

—Ya aparecerán —responde, enciende el reproductor de música a un volumen moderado. Ya no quiere hablar, ni oír esa voz que le desestabiliza.

Ya no quiere más contacto con Sage Smith, pero su animal es otra historia. Lo siente presionar con fuerza, inclinarse a una decisión que le asusta tanto que su pecho arde. Lo reprime, no va a dejarlo ganar, ya no lo quiere, es la causa de todo lo malo en su vida, arrastrarlo junto a una Omega es el golpe final.

El mayor error de Harry es haber nacido.

Las horas se diluyen entre un silencio pesado, al ritmo de la oscuridad que torna todo en una negrura, un juego de tonos grises y oscuros alrededor. La mayor parte del camino, Sage observa el manto estrellado, miles de puntos que se mueven, parpadean, observando desde la lejanía, la vida era tan insignificante... Pero su fascinación por el cielo le causó ternura. Harry se aferra al volante, le ignora todo lo que puede, necesita deshacerse de ella lo más pronto posible. En el fondo de su corazón entumecido hay una angustia que duele, no quiere pensar que Sawyer haya sido descubierto, capturado, vendido...

Gruñe bajo, de manera inevitable provoca que la atención de la loba cambie del cielo nocturno a él, puede sentir su mirada gris sobre su figura, que se detiene en las puntas rojas de su cabello. El único atisbo de color, el resto solo es negro.

El pelaje se mueve bajo la piel con insistencia. Resistir es un esfuerzo sobre humano.

—No es necesario, puedo continuar a pie —ella afirma, un poco sorprendida al verlo tomar la desviación hacia el territorio forestal del clan.

Harry tiene la boca seca, la garganta hecha fuego y el corazón palpitando con fuerza, aunque lucha por moderarlo.

—Dijiste que te llevara a casa, eso es lo que estoy haciendo.




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