Su corazón late con fuerza, Sage siente su rostro arder, pero no puede dejar de mirar el serio rostro de Harry. Por dentro maldice a su prima por ser tan boca suelta, por fuera lucha por armar algunas palabras.
Hay tensión en el aire y nadie parece darse cuenta.
—¿Qué dijiste? —Harry repite entre dientes.
Primrose mira a Sage y luego al leopardo que parece que estallará en furia en cualquier momento, vaya pareja...
—¿Qué insinúa? —Harry retorna su mirada a Sage.
Ella la sostiene, la necesita, pero en sus ojos verde solo ve un pánico profundo que le golpea con fuerza. Hay una grieta en la armadura del hombre hostil, y el miedo lacerante se deja sentir. Es puro, antiguo y grande, muy grande.
—Bueno..., Harry... Yo...
¿Cómo decirle? ¿Cómo arriesgarse a que huya?
Lo hace de todos modos, sin embargo.
Harry deja un par de billetes sobre la barra y se apresura a moverse entre la multitud en la pista, el pulso de Sage se dispara y el pánico motiva a su loba a moverse. El impulso natural es demasiado fuerte.
—No es bueno que lo sigas —advierte Primrose.
Pero Sage toma una decisión. Entre tantas personas diferentes, busca la presencia, aquella huella emocional que lo distingue, es como su marca, como su esencia, ella es capaz de encontrar a su compañero con solo sentir... Y su rastro la lleva al exterior a la noche oscura, las luces de la calle arrojan una luz tenue, amarillenta, que se traspasa al pavimento y lo hace brillar, oye pasos lejanos por la acera, encuentra a Harry alejándose con prisa.
—Harry... —Llama, pero no se detiene—. ¡Harry espera!
—¡Ya deja de seguirme! —Exclama, las palabras le salen entre dientes apretados, la ira lo recorre por completo y el estruendo de su voz tan dura le hace pegar un grito—. Ten miedo de mi, ¡huye! ¡Largo! Regresa con tu clan y no vuelvas a cruzarte en mi camino.
La furia llega hasta sus ojos, el brillo en ellos es escalofriante, pero hay dolor ahí, Sage lo siente, siente tantas cosas que un poco más podrá marearle.
—Harry, podemos hablar...
—Deja de seguirme, Omega.
Sage abre los ojos.
—¿Qué? Yo no te he estado siguiendo. —Miente, lo ha hecho sin siquiera dudarlo.
Un gruñido altera a su loba, el pelaje se mueve bajo su piel como una señal de que ella está ahí por si necesita protegerse. Pero este es su compañero, hostil, serio e inflexible, pero está ahí, lo ha encontrado y lo que siente tiene que tener algún significado.
—Mientes.
Del bolsillo de su pantalón, Harry saca su teléfono y lo arroja al pavimento de la calle, Sage oye la pantalla fracturarse por el impacto.
—¿Crees que soy un idiota? —Cuestiona, en un paso se acerca tanto que puede oír el ritmo de su pulso.
—N-no.
—Tu clan espía a cada persona a través de los aparatos electrónicos que venden.
Gira la mirada a la calle, se lleva una mano al cabello, dejándola ahí, la tela de su remera se marca a su cuerpo, Sage graba ese detalle, la forma en que respira con fuerza, el poder de su esencia, la manera en que su corazón late tan rápido como el suyo, pero no sabe si será por lo mismo o por la rabia que le invade.
—Debemos hablar.
—No.
—Harry...
—¡No! ¡Vete!
—¡Eres mi compañero! —Grita.
Una pareja murmura algo “Oh rayos” al pasar junto a ellos, pero Harry les sisea y entonces se apresuran a alejarse. El hombre gira hacia ella, el movimiento algo brusco, sus ojos se expanden, un color verde con pupilas dilatadas. Oye un efímero suspiro, está impresionado, otra fractura en su coraza y Sage puede sentir ese miedo horrible.
—Eso no es verdad. —Su sonrisa es afilada, tenebrosa.
Su loba se desespera.
—Lo es, mi loba te ha reconocido.
—¡¿Cuando?!
—Aquella mañana en que fui a llevarle ropa a Jessie.
Harry se pasa una mano por el rostro, y luego pone las manos en sus caderas, se queda mirando algo más allá, la lejanía reclama su atención, y el silencio anticipa un brutal rechazo para ella. Otro más en su larga lista de decepciones.
—Pues yo no lo hago.
Su corazón duele.
—Y no quiero nada.
Su alma se astilla.
—Tienes muchos lobos a los que fastidiarle la vida.
Pero no es un rechazo real, solo excusas... La esperanza no le abandona.
—No hay nadie más para mí.
Porque nadie jamás podría entenderle, un lobo dominante le ahogaría en protección y un sumiso le aburriría hasta el cansancio. Pero un felino... Ellos... No conocían de rangos ni puestos...
—Pues consigue uno y deja de fastidiar.
Sage gruñe, Harry se mueve a un costado, acercándose a la pared de ladrillos de un edificio de apartamentos.
—Mirate, tan serio y hostil, tan duro, ¿a quien impresionas? ¿A quien alejas?
Hay en sus ojos una emoción tan cruda que cuando Sage la percibe, la inunda de pies a cabeza, es demasiado para absorber y muy potente como para alejarla. Para no caer en un Shock emocional, decide expandir sus sentidos para atender a lo que sucede a su alrededor y así atenuar su habilidad empatica. Harry no se da cuenta del impacto que tiene en ella, su enojo es demasiado puro, así también el dolor en su mirada y el brillo resignado en el color verde. Se humedece los labios y permanece sosteniendo su mirada, con cualquier otro lobo Sage la habría desviado, pero sentía más curiosidad, más hambre de sentidos, que la necesidad de atender a un dominio superior.
—A todos.
Las grietas se sellan y entonces, todo queda silenciado, Sage ya no percibe nada más que las huellas emocionales de las personas cercanas, que caminan pasando por su lado ignorando la situación.
—Tienes miedo —Sage le confronta, dando un paso.
—Eso es absurdo.
Otro paso más y la distancia se desvanece, es ahí, sintiendo el calor del animal salvaje que duerme, cuando nota su pulso.
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Editado: 05.11.2021