—No dudaré de tus poderes de persuasión —dice Primrose rodando en su cama para quedar boca arriba—. Pero sigo creyendo que eres demasiado para ese tipo.
Sage siente calor en sus mejillas, y cosquillas en su estómago, mientras su prima le observa de pies a cabeza aprobando su elección de ropa, aunque a ella no le gusta la sencillez, Primrose opta por tomar la atención con cada parte de lo que ella es, pero Sage prefiere ir por los bordes, casi entre las sombras. Destacar nunca ha sido su parte fuerte, por eso esperaba que Prim le ayudase a dar una buena impresión.
—¿Para qué la chaqueta?
—Por si hace frío.
Primrose vuelve a rodar para sentarse y arrebatarle la chaqueta de cuero sintético que tenía en una mano.
—Es primavera, y si dices haber llamado la atención de tu gato, puede que no dures vestida por mucho tiempo. —Primrose sonríe de una forma macabra—. Entre menos lleves, mejor.
—¡Prim!
Sus mejillas arden, y ella prefiere evadir esa mirada e ignorar la risa que sonó como un estruendo colorido en su habitación, Sage va a su mostrador para sentarse en la silla y hacer algo con sus pestañas pequeñas. Le gusta lo que ve en el espejo, en su vida no le han faltado pretendientes, pero los lobos del clan la ven como un objeto al que solo deben proteger y cuidar, por eso ella jamás logró vincularse con uno de ellos.
Eso fue la espina aplastando su autoestima durante mucho tiempo, Sage se veía defectuosa por no poder lograr una conexión emocional con alguno de los lobos, y mientras sus demás compañeros sumisos se emparejaban, ella seguía en el mismo punto de partida, viendo desde la distancia como todos armaban sus vidas.
Le costó trabajo y una experiencia cercana a la misma muerte para comenzar a verse como lo que era, una loba. Y ahora tenía una cita con el compañero que había encontrado, quería que fuera algo perfecto aun si no sabía que debía hacer.
—¿Sage?
—¿Hum?
No puede hablar hasta terminar de aplicarse el brillo labial.
—Siempre creí que lo lograrías con Seth.
Sage cierra los ojos, ya no hay dolor en su corazón al recordar los momentos en que casi estuvo cerca de sentir la felicidad. Solo una sensación agridulce y nostálgica.
—El beta más fuerte del clan no estaba hecho para una omega.
Fue difícil aceptarlo, cuando perdió la cordura aprendió varias cosas. Seth Meyer no tenía la culpa, simplemente no eran compatibles, pero cuando él decidió terminar su relación de unos cuantos meses, ella quedó emocionalmente devastada.
—Pero también pensé que lo lograríamos, porque me quería.
Los recuerdos que tenía de él eran hermosos, pero impregnados de dolor y frustración. Seth era un buen hombre, y un lobo noble, pero jamás le permitió llegar a él, Sage supuso que nunca confió realmente en ella como para abrirse y entregar su corazón por completo. Ella no era quien estaba defectuosa, sino que, él no quería vincularse.
—¿Por qué los dominantes no quieren vincularse con los sumisos?
Primrose se arrastra por la cama para alcanzarle, y luego se pone detrás de ella, toma su cabello fino, comienza a dividirlo para trenzarlo como cuando eran niñas.
—Muchos creen que podrían dañarlos.
—¿Cómo? Ellos solo buscan proteger.
Primrose encuentra su mirada en el espejo, hay comprensión en sus ojos azules.
—Hay muchas formas de hacer daño —responde, mientras desvía su mirada al trenzado—. Yo, siendo Alfa, puedo someter tu voluntad y ordenarte que te quedes en casa toda la noche, y me obedecerías.
Sage juega con sus dedos.
—El mayor miedo de un dominante, es aplastar la voluntad de un sumiso. Por eso se nos enseña mucho sobre comunicación y control de instintos.
Sage baja la mirada, sintiendo sus manos frías.
—¿Es por eso que nadie acepta a Harry?
Hasta su madre temió por ella cuando le dijo quien era su compañero, Eloise le preguntó varias veces si no había confundido las cosas, y aunque no le prohibió nada, tampoco aceptó la elección. Ya varios estaban un poco inquietos con la noticia, y ella no podía entender la razón de eso, ¿qué había de malo en que saliera con un cambiante solitario?
—Porque es alguien ajeno al clan y no lo conocemos, podría hacerte cualquier cosa.
—Él no me haría daño —replica.
—¿Cómo lo sabes?
Sage parpadea rápido, se muerde el labio. No puede contradecir el hecho de que Harry sigue siendo un extraño, y que no sabe absolutamente nada de él, pero si hubiera tenido intenciones de lastimarla, ya lo hubiera hecho, porque ella le dio muchas oportunidades.
—No digo que no estés con él —agrega Prim, moviendo sus dedos con los mechones que trenza, formando una corona alrededor de su cabeza—. Solo que tengas mucho cuidado, a la menor señal de agresión, huye.
Sage frunce el ceño.
—Eso es absurdo.
—Sage...
—Me dices que abandone todo ante el primer conflicto, así no funcionan las parejas.
Cuando estuvo con Seth, discutieron algunas veces por el mismo problema, inseguridades y la manera en que el rastreador evitaba hablar de sus pesadillas, pero jamás hubo un golpe de su parte. Un par de palabras hirientes, sí, pero nunca algo físico.
—Me refiero a si él intenta hacerte algo que no quieras. —Las palabras salen un poco temerosas, Primrose teme activar el instinto de Sage que protege todo lo relacionado con Harry, pero más allá de eso, parece temer su rechazo—. Defiéndete y huye a la primera oportunidad, que sea tu compañero no significa que no sea peligroso. Lo sabes.
Sage quiso defenderlo, pero no pudo.
—Sí...
Había historias que servían para el aprendizaje de las nuevas generaciones, algunas tristes, otras horribles, compañeros emparejados que resultaron ser incompatibles, lastimándose mutuamente hasta que uno terminaba matando al otro, historias de cambiantes demasiado posesivos que convirtieron la vida de sus parejas en un calvario, el lado más cruel de la parte humana podía ser multiplicado por mil si se le añadía la falta de control de los instintos animales.
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Editado: 05.11.2021