Omega [moon Fighters 5.1]

Capítulo 26

 


Su incomodidad no ha hecho más que crecer desde que comenzó el día. Los últimos tres meses han sido tan largos, Harry no está seguro de haber podido atravesar todo este tiempo solo. El único rayo de luz, la menos para él, fue el progreso positivo en el estado de Sage.

Las vacunas no fueron el milagro que esperaba en un principio, de hecho, los contagios dentro del clan subieron abruptamente entre los lobos de la ciudad, para la mayoría de los pacientes críticos fue demasiado tarde. Se dieron cuenta, entonces, que las vacunas no eran una solución definitiva sino un método de protección. Los lobos continuarían enfermándose pero sin llegar a la etapa más peligrosa de la enfermedad.

Medicamentos nuevos llegaron para lidiar ayudar a los pacientes de nivel medio, la meta de los médicos era evitar esa terrible última etapa donde había transformaciones anormales, agresividad, fiebre y el riesgo de ataque cardíaco.

Día tras día, alguien del clan caía enfermo, otro no sobrevivía y otros iban saliendo de una crisis para pasar a rehabilitación. Sage estaba dentro de ese último grupo. Los últimos tres meses ella y sus compañeros afortunados se sometieron a un arduo tratamiento para rehabilitarse después de haber eliminado el virus en su sistema.

Quien fuera que hubiera creado algo tan devastador como eso, debería estar ardiendo en el infierno.

Porque, de estar vivo y de saber su nombre, Harry lo cazará hasta el fin del mundo. No importa su nombre, edad o raza, su creación monstruosa ha matado a miles desde que fue liberada. Hirió a Sage, su Omega, y al clan al que ella ama con su vida.

Harry siente un pequeño pellizco en su interior, abre los puños que cerró ante el pensamiento oscuro. La sombra de la loba todavía sigue con él, pero cada día se hace más débil, menos presente, como si lentamente estuviera volviendo con su dueña. Y aunque se acostumbró a tenerla junto a él, en el fondo siente alivio. Los últimos meses han sido duros, pero ella ha estado junto a él en este largo y doloroso viaje en el que ha conocido más de sí mismo que en toda su vida.

Si la sombra está desapareciendo, significa que Sage está mejorando cada vez más, el debe quedarse con eso. Aunque allá afuera todo esté tan tenso y triste entre los lobos, tan envuelto por muerte y llanto, Harry tiene una luz brillando en su interior, una loba que lo ha reclamado a pesar de estar tan dañado.

Una mujer que está luchando con todas sus fuerzas.

Y hoy se supone que está lista para continuar su tratamiento en casa. Un murmullo de ansiedad en su sangre, su corazón dando saltos entre un latido y otro. Harry sólo ha podido ver a Sage durante quince minutos cada día, el resto del tiempo ha estado viviendo en la casa del bosque, custodiándola, rodeado de lobos en un territorio ajeno, se ha esforzado por llevar una vida normal.

Ha llenado su agenda de cosas diarias solo para mantenerse ocupado y dejar de tocar el vínculo de manera obsesiva solo para confirmar que está ahí, que no desaparecerá.

La mayor parte de su trabajo la ha hecho desde esta casa, delegando el resto a sus asistentes y gerentes. La actividad de los talleres no ha parado a pesar del cambio en el comportamiento de sus jefes. Tanto Harry como Sawyer se han distanciado un poco de los negocios, es gracias a los contratos con los lobos y los leopardos de las nieves que pueden solventar los gastos durante otros tres meses más, pero deberán buscar nuevos clientes pronto.

Harry no tiene idea de que hacer sobre eso, todo lo que ha hecho esta última es preparar la casa de Sage, dejarla impecable. Las plantas que cuelgan del techo y descansan en el piso sólo es una fracción, ha peleado duro para mantenerlas con vida, pero al parecer es un trabajo más duro de lo que pensó en un principio, o tal vez no le agrada a estas plantas.

—Hmm... Sus hojas están amarillas en los bordes —murmura, tomando entre sus dedos una pequeña hoja con forma de corazón, la maceta roja con pequeñas flores amarillas cuelga de un armazón de hilo atado al techo. Cae a su altura—. ¿Necesitas más agua? —Arruga el entrecejo—. No, lo hice ayer.

«¿Qué le puede estar pasando?» se pregunta mientras deja la hoja en su lugar.

—Sage sabrá que hacer.

Dentro de él, su leopardo le gruñe. «Cierto, ella sólo tiene que ocuparse de sí misma»

—Pero puedo pedir orientación...

Él está seguro que estas plantas testarudas florecerán cuando ella esté aquí. No puede contener una sonrisa al imaginar su reacción, a ella le gusta lo verde, así que él se ocupó de llenar la casa de verde, de cosas vivas.

Lo hizo a pesar de las críticas de Eloise.

—Ella necesita un lugar tranquilo no un maldito invernadero —le dijo el otro día durante una de sus visitas. Se habían vuelto frecuentes desde que Derek permitió el libre movimiento por la parte forestal del territorio, los contagios se habían frenado en esta parte desde hace dos meses—. Traer tantas plantas solo le dará trabajo.

Harry había terminado de atar el armazón número diez. Tan tranquilo que se desconocía a sí mismo, respondió:

—Señora, si usted supiera cuanto ama Sage a las plantas...

Ahora, Eloise estaba en la cocina, preparando algo ligero para su hija, Primrose acomodaba los últimos detalles en el jardín trasero y Jessie estaba arreglando una nueva cómoda que habían conseguido con Sawyer.

—Mírenlo, el encantador de potus.

El pelaje de Harry se eriza con la burla de Sawyer.

—¿Cómo diablos sabes cómo se llama?

Con las manos en los bolsillos de sus vaqueros gastados, Sawyer se detiene junto a él, la curiosidad de sus ojos grises sobre la planta que apenas consigue cinco o seis hojas normales, el resto se han vuelto amarillas.

—Jessie tiene una en su casa —responde, un ligero encogimiento lo tiene ajustando los hombros, lleva puesta una camiseta verde oscuro jaspeado sin mangas—. Sage se la regaló. Jessie dijo que a veces pierden sus hojas y se vuelven pequeñas y sin gracia, después brotan por todos lados y sin que te des cuenta tienes un montón de ramas colgando.




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