Omitir drama

CAPÍTULO ONCE

Antoine.

Golpeé con demasiada fuerza mi mejilla por el piquete de un zancudo que sentí a mitad de mi sueño. Abrí mis ojos al notar mucha luz. No estaba en la cama y en definitiva no seguía en la habitación. ¡Estaba en el puto bosque! Me levanté de un salto. Las piedras picaron en mis pies al hacerlo, pero poco me importó cuando solo llevaba puesta mi bóxer.

Miré el suelo, buscando a…

—¡Lia! —la llamé corriendo hacia ella. Se despertó y también se levantó exaltada. Solo usaba el camisón con transparencia que se puso anoche después de bañarnos y su cachetero de encaje. Fue una distracción del paisaje.

—¿Qué hacemos aquí?

Escaneo nuestro alrededor, averiguando lo que sucedía. A lo lejos, bajando la colina, había un cofre. Una campana sonó por los parlantes.

—Un reto grande —murmuré. Tomé su mano y la jale cuesta abajo conmigo mientras una ridícula melodía sonaba.

—Esto es muy raro —atinó a comentar. La solté unos centímetros alejada del cofre, sé que en ningún reto se pone en peligro nuestra vida, pero más vale prevenir.

No podía abrirlo, la cerradura era electrónica. Volví hasta Lia; golpeó su brazo, matando un zancudo y no me detuve a pensar cuando la envolví en mis brazos. No sabía quien estaba viendo y su camisón no dejaba nada a la imaginación.

—¡Buenos días, queridos huéspedes! Espero hayan dormido bien después de nuestro pequeño reto. Antes de explicar el motivo de despertar fuera de sus camas, anunciaremos el marcador, yendo de menor puntaje, al mayor.

El cielo se iluminó con un proyector.

—Chandler: 1905 puntos. Antoine 1950 puntos. Rurik: 2084 puntos. Donnet: 2173 puntos. Colette: 2654 puntos. Didler: 2701 puntos.

Me consuela saber que no estoy en último lugar. Vamos comenzando, podemos recuperarnos si ganamos todos los juegos. Lo sorprendente es que Didler ocupe el primer lugar. Nunca lo había hecho. Nadie además de mí, mejor dicho.

—¡Felicitaciones! El reto de hoy se basa en una carrera de obstáculos que tendrán que librar con su pareja. —El cofre se abrió. Nos adelantamos a verlo y había ropa dentro, zapatos y unas esposas—. Todo el tiempo se mantendrán juntos. La ropa dentro del baúl podrán usarla, pero no importa el lugar en que lleguen, se les descontarán cien puntos por cada prenda. Lo único exento a esta regla son los zapatos.

Lia soltó la blusa que se iba a empezar a poner.

—Dentro del cofre encontrarán un sobre con las indicaciones de donde iniciar la pista. Tienen dos horas para completarla. El primer puesto se llevará tres mil puntos; el segundo, dos mil; el tercero mil quinientos. Los demás participantes que lleguen después, entrando en el tiempo establecido, solo se les sumaran quinientos.

»¡Mucha suerte, huéspedes!

La campana sonó y una canción que se supone nos motivará ocupa los parlantes. Mentalmente desconté los puntos conforme agarraba la ropa para Lia, pero ella me hizo a un lado, tiró las cosas dentro y solo tomó un short y un top.

—Cuatrocientos puntos menos, no podemos darnos el lujo de perder más.

Nos colocamos las zapatillas de deporte, tomé las esposas y antes de cerrarlas en su muñeca, me volvió a detener. La miré.

—No sabemos qué clase de obstáculos hayan preparado, quizás vayamos a ocupar ambas manos , uno detrás del otro será algo difícil para la fuerza.

—¿Dónde sugieres que las pongamos?

Encajó una de las puntas en el short, perforándolo. Miré mi bóxer y me acerqué a ella con pesar.

—Era mi favorito —me quejé viendo el agujero.

—Vuelves a comprar, porque se te ve un trasero divino. —Golpeó mi glúteo derecho y sonrió.

Negué con la cabeza. Al fondo del cofre estaba el sobre y dos barras para no desmayarse del hambre a mitad del recorrido. Leí el contenido, pasándole una a Lia. Hice bola el papel, lanzándolo al interior de la caja.

—Tenemos que subir la colina e ir a una viaja cabaña a unos metros. Ahí comienza todo.

—Andando, entonces.

El reloj marcaba que nos había llevado diez minutos llegar a la cabaña. Dentro estaban dos botellas de agua y más barras energéticas. Miré el mapa en la pared. Lia tenía razón, íbamos a tener que ocupar ambas manos al escalar la montaña para finalizar el reto deslizándonos en la tirolesa hacia el muelle.

—¿Qué es esto? —Lia apuntó el dibujo de una olla, el primer obstáculo.

—Vamos a averiguarlo.

 

***

 

Una cuerda.

En la cima había algo colgando. En medio de dos árboles estaba un empleado, supongo que cuidando que le obstáculo sea completado y no solo corran hasta la línea de meta.

—Ah. Por eso una olla —dijo Lia comprendiendo las cosas. Yo no comprendía nada. Se puso frente a mí, acercándome a la cuerda. Coloco sus manos por encima de la cabeza. La imité—. Al subir vamos a parecer eso.




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