22 de septiembre del 2018
Empecé a desvelarme con un dolor de cabeza intolerable, estaba sola en la cama y comencé a recordad lo que ocurrió la noche anterior. Me levanté y fui a la cocina para desayunar algo ya que tenía hambre impresionante, mientras que llegaba a la cocina iba tocándome la barriga.
- Buenos días mi vida.- dijo María
- Hola, ¿Dónde está Julia?- pregunté
- Ha ido a por una cosa y me ha dicho que la esperemos para desayunar.- contestó María
- Vale, voy al baño a darme una ducha.-
- ¿Te encuentras bien?- me preguntó María
- No, pero con una ducha se me pasa.-
Y así hice, me fui al baño para darme una ducha, comencé a quitarme la ropa y contemplé la barriga que ya empezaba a crecer. Me adentré en la ducha y no sé cómo empecé a llorar, joder con las hormonas de los cojones. En estos momentos odiaba a Enzo con toda mi alma, no me creo todavía que me hiciera eso, es un cabrón, hijo de puta. Al rato salí de la ducha y no paraba de llorar, me empecé a vestir y María llamo a la puerta.
- Alma ¿estás bien?- dijo preocupada- ¿Puedo entrar?
- Si pasa- dije llorando- no, no me encuentro bien.- me abrazó
- Sabes que Julia y yo vamos a estar contigo y además vamos para afuera que Julia nos está esperando para desayunar.- y empezamos a reírnos.
María y Julia eran las típicas personas que siempre te sacan una sonrisa en los momentos más difíciles. Por la tarde llame a mis padres por video llamada y se lo conté todo con ayuda de mis amigas, me dijeron que me van a apoyar en todo, y además están deseando de venir a ver como estoy. Mi madre se ofreció para ayudarme, pero ellas les dijeron que estaba en las mejores manos. Las quiero demasiado.
2 semanas después
Estaba de camino al médico con Julia y María ya que me querían acompañar.
- Chicas sino queréis entrar os podéis...- me cortó María.
- Ah no de eso nada, vamos a entrar las tres juntas.-
- Ya que dijimos que te íbamos a ayudar en todo.- dijo Julia.
- Alma Sosa.- me llamó la enfermera.
- Si soy yo.- contesté.
- Acompañadme.-
- Vamos chicas.-
En estas semanas me ha crecido bastante la barriga ya que estaba de cuatro meses y medio.
- Buenas tardes chicas, Alma te puedes echar en la camilla y levantarte la camiseta por favor.
Hice lo que me dijo la doctora y me echo el gel en la barriga, cada vez que vengo parece que está más frio.
- Alma los bebes están muy bien, evolucionan perfectamente,- me comunicó la doctora- ¿Quieres saber el sexo de ellos?
- Sí por favor me encantaría.- dije muy emocionada, cada una de mis amigas me daban la mano a cada lado.
- Pues mira él bebé A es una niña ¿ves?- asentí- y él bebé B es otra niña- empecé a gritar emocionada.
- Alma no va a haber sitio para tantas niñas en casa.- dijo bromeando Julia.
- Anda exagerada- dijo María emocionada- verás tú que cuando crezcan su tita Mari se las va a llevar de fiesta por todos lados.
- De eso ni en broma- dije riéndome.
- Bueno Alma dentro de tres semanas vuelves a venir para ver cómo evolucionan las niñas.- me dijo la doctora.
- Vale, muchas gracias, hasta luego.
- Adiós, que tengas un buen día.
Salimos de la consulta y continuamos nuestro camino hasta casa
- Dios nunca he estado más feliz en mi vida- les dije abrazándolas.
- ¿Has pensado ya en los nombres?- me preguntó Juls.
- La verdad es que si, una de ellas se va a llamar Valeria y he pensado que la otra peque le elijáis vosotras el nombre.-
- ¿De verdad? Me encantaría.- dijo Julia.
- A mí también.- continuó María.
Durante todo el camino no dejaron de decir nombres, me estaban volviendo loca.
- ¡Lo tenemos!- exclamó Juls.
- Nuestra sobri se va a llamar...- empezó a decir María haciendo palmas en sus piernas- Juls ¿haces los honores o lo hago yo?-
- No no las dos juntas.- informó Julia
- Vamos chicas.- dije nerviosa.
- 1, 2, 3... Adrianna.
- Joo chicas, me encanta ese nombre, os debo todo lo que estáis haciendo por mí.- dije emocionada sin poder contener las lágrimas de felicidad.
- No vuelvas a darnos las gracias que les cambiamos el nombre.- amenazó María.
- No no vale nunca más.- y empezamos a reírnos.
Que suerte estar rodeadas de mujeres tan maravillosas y ahora se añaden dos más a la familia Valeria y Adrianna, mis peques. Las quiero tanto que no sé lo que sería sin ellas en mi vida.