Omnia

XV

22 de agosto del 2021

Llevo desde el viernes por la noche ingresada en el hospital porque estoy de 41 semanas y África no quiere nacer. Está siendo el parto más largo con diferencia de las gemelas. Ayer por la tarde me provocaron el parto, pero aquí sigo a las cinco y media de la tarde con unos dolores insoportables y con unas ganas de acaba ya todo.

Julia y María se han quedado con las niñas. Abraham no ha vuelto a llamar cosa que agradezco porque ya no podía más con el miedo de que volviese a por mí o a por quien sea. Álvaro vuelve a ser el doctor que me va a atender y en el que más confianza tengo, además estoy súper contenta porque cada media hora pasa a verme. La enfermera se ha pasado ya tres veces para ver cuánto había dilatado y solo llevo siete centímetros, uno más y me bajan al paritorio.

3 horas más tarde

Por fin me han puesto la epidural y me han bajado al paritorio. Álvaro me ha dicho que espere quince minutos a que me haga efecto entonces ya podré empezar a empujar.

Tal y como dijo, me hizo efecto y el dolor disminuyó. Enzo estaba todo el rato conmigo. Una de las veces se fue a acercar para ver cómo iba todo abajo y sin querer le di una patada dejándole el moflete morado.

- Alma no tuviste bastante con hacerme un esguince en la mano el día que nacieron las gemelas-dijo riendo- que ahora me tienes que dejar el moflete morado.-dijo indignado.

- Lo siento mi amor-dije dándole besitos en el moflete.

- Te quiero- dijo él.

- Y yo más.-

- He pensado que cuando te den el alta podríamos irnos hasta septiembre a Elche, aunque no hayamos tenido unas buenas vacaciones, podríamos hacerlo.-

- Me parece perfecto-conteste cansada- bueno y mañana podríamos bailar como cuando nacieron las gemelas ¿te parece bien?- pregunté sonriendo.

- Nada me gustaría más.- dijo dándome un beso.

La enfermera volvió a entrar y me dijo que ya estaba totalmente dilatada. Fue rápido a llamar a Álvaro y me dijo que antes de un abrir y cerrar de ojos la tendríamos con nosotros.

Coloqué las piernas en unas agarraderas con la ayuda de Enzo ya que el efecto de la epidural es que se te duermen las piernas.

- Alma cuando yo te avise, puedes empezar a empujar.- me dijo Álvaro.

- Vale, estoy preparada.- Enzo me dio un beso.

- Cuando empiece a contar empujas-dijo Álvaro- 1, 2, 3...10.

- Uuuuuh- dije empujando.

- Vamos, otra vez-continuó Álvaro.

- Uuuuuh

- Ya se ve la cabecita, otra vez más y terminamos.- me comunicó Álvaro.

Tal y como dijo a los treinta segundos nació África, con unos mofletes gorditos y muy rojita. Las mejores 41 semanas de espera. El quinto día favorito de toda mi vida.

Nació cerca de las ocho y media de la tarde y no podía estar más feliz. Tiene signos claros de que se parece a Enzo y además su pelito es más parecido a mí que a él, tiene el pelo marroncito.

Al rato nos subieron a la habitación y al entrar estaban María y Julia jugando con las gemelas y un montón de globos en ella. Las niñas estaban monísimas, las dos vestidas iguales.

- Mami, mami- dijeron Valeria y Adrianna a la vez, mientras se acercaban a mí.

- Hola mis vidas.-dije dándoles un besito a cada una- Os presento a vuestra hermanita.

- Mami es muy uapa-dijo Adrianna y Valeria le dio un besito en la cabeza.

- Valeria, Adrianna ¿os habéis portado bien con las titas?- preguntó Enzo.

- Sí papi.-dijeron las dos al unísono.

Estuvimos un rato haciéndoles fotos a las tres niñas y cada foto que hacíamos era preciosa y no podía evitar emocionarme. Al final hicimos una foto de los cinco que la enmarcaríamos y pondríamos en nuestro cuarto junto al resto de las fotos, como la que tenemos de cuando nacieron las gemelas.

- Bueno peque, va a ser hora de que nos vayamos y dejemos descansar a los papis- las dos asintieron y María se fue con ellas.

- Chicos- dijo Julia- cuando volváis a casa, quiero contaros una cosa, no tiene nada que ver con él,- refiriéndose a Abraham- es otra cosa que os va a emocionar y mucho.

- ¿Y por qué no lo cuentas ya?-pregunté con intriga.

- Porque tiene que estar también María, ya que ella tampoco lo sabe.-contesto Julia.

- Bueno pues estoy deseando de salir para ver lo que nos tienes que contar.-dijo Enzo con la misma intriga que yo.

Unos minutos más tarde Álvaro entro en la habitación con un ramo de flores, se despidió y se fue. Antes de que se fuera con Julia le pregunte que si eran de él, pero me respondió que lo habían dejado en recepción con una tarjeta con mi nombre y mi apellido. La cogí y la leí.

"Enhorabuena Alma, espero que estés bien y que me eches de menos. Quiero que me perdones y vuelvas conmigo

Abraham"

No me podía creer lo que estaba leyendo, me empecé a marear y Enzo me vio y cogió la tarjeta.

- Me cago...- y empecé a llorando podía más.

- No puedo Enzo ¿cómo puede saber que estoy aquí?- pregunté sin dejar de llorar.

- No lo sé, pero mientras que estés conmigo nada va a pasarte ni a ti ni a nadie que más quiero, incluidas María y Julia. Lo vamos a solucionar todo.

- Te quiero.- le di un beso.

- Y yo mi vida-dijo devolviéndome el beso- descansa amor, yo vigilaré a la peque.

Me acabe durmiendo sin dejar de preguntarme como podía él saber que estaba aquí. Estoy muy asustada, solo sé que cuando Enzo está conmigo, consigo olvidarme de todo. Al final, después de un rato me dormí y descanse tranquila.
 




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