Onceava razón para odiarte.
He aquí mi última razón, y la más poderosa de todas las que ya había mencionado.
Esta última razón para odiarte va de la mano con el inmenso amor que siento por tí Stefan Well.
Te odio y me odio por enamorarme de ti, de quién no merece mi amor.
Disfraces el inmenso amor que siento por tí, por odio porque esperaba que con el paso del tiempo desapareciera. Pero no, no desaparecio en absoluto. Tomo tanta fuerza que tuve que aparentar odiarte para no quedar al descubierto.
Como podría decirte que te quiero cuando tú solo buscas la forma de herirme, burlarte de mi o hacerme bromas estúpidas.
Como decirte que desde que llegaste a casa entraste en mi corazón y de allí nadie ha podido sacarte estúpido Well.
¿Como decirte que te quiero?
¿Como decirte que por tí me muero?
Di me como.
¿Como te lo diría?
Mikaela
Me seque las lagrimas que había derramado tras escribir mi última razón.
Me dolía tener que alejarme de todos, pero así tenían que ser las cosas.
Apile las razones en mis manos y una lágrima salió de mis ojos.
—Once razones para odiarte -susurre mientras dejaba un beso en las once cartas que había escrito. —Once razones para incubrir lo que siento por tí Stefan Well.
Desvíe mi cabeza hacia donde estaba él y una punzada de dolor atravesó mi pecho.
Es verdad que él me había hecho mucho daño pero aún así el inmenso amor que siento por él no desapareció.
Tras darle una última mirada deje las cartas en su mesa de noche y me encaminé hacia la puerta.
—Espero no volver a verte Stefan Well, espero que esté amor desaparezca de una vez por todas. Qué se extinga de mi ser y que tú recuerdo se borre de mi mente para siempre. Lucharé por olvidarte, pelearé por sacarme este sentimiento del corazón. Me esforzaré por sacarte de mi corazón de una vez por todas Stefan Well.
En estas once razones se queda Mikaela, se queda la niña ingenua que se enamoró de un perverso crapuloso. La joven que te odio para encubrir cuanto te quiso.
—Hasta nunca Stefan Well. Hasta nunca -termine diciendo y un segundo después cerré la puerta tras salir de la habitación.
Tomé la pequeña maleta que me llevaría a mi próximo destino, el lugar que mi padre tanto desprecia: el ejército.
Se que al despertar mi padre afirmará que no tiene una hija, por yo marcharme al lugar donde él perdió a mi madre. Se que a mi padre le dolerá mi partida pero, más me duele a mi quedarme en esta casa.
Hoy muere Mikaela, ahora solo seré simplemente Marcela.
Quién debí ser desde el primer día.
¿Fin?
Editado: 10.10.2023