Once upon a time in a cafe (libro #1))

Capítulo 1: Decisión y esperanza

 

Algunas personas ven a la independencia como la meta más grande en sus vidas. El único objetivo que quieren alcanzar. A veces no es tan fácil.

Yo era una de ellos, una de esos millones de personas que soñaba con el día que por fin podría dejar atrás la casa de sus padres, conseguir mi propio lugar donde vivir, tal vez compartir un pequeño piso con una de mis amigas y trabajar de lo que más me gustaba, algo sencillo, útil, indispensable para la vida de algunos.

No podía quejarme de la vida que tenía la verdad, afortunadamente tenía un techo sobre mi cabeza, no tan grande como el que me hubiese gustado, pero lo tenía y contaba con una familia que me brindaba todo el amor y cariño que necesitaba.

Tal vez esto no era lo que había esperado para mi vida. Siempre había soñado con ser una persona exitosa, alguien con un diploma colgando de su despacho.

De pequeña soñé y quise ser tantas cosas que ya había perdido la cuenta a esta altura de cuantas eran.

Solía llevar un pequeño diario donde anotaba todo y pegaba recortes en él. Para cuando tuve 7 años quise ser veterinaria, y fui la ayudante de la veterinaria que estaba cerca de mi casa. Cuando tuve 9 años inicié clases de ballet y el sueño de cuidar y curar animales se transformó en ser una gran bailarina que recorrería el mundo asombrando a todos con sus dotes y ganando millones de halagos.

En mi adolescencia fue cuando todo cambió. Mi amor por la docencia comenzó, quería pararme frente a un montón de niños y poder enseñarles las maravillas de algún idioma extranjero, como el italiano.

Pero me decliné por el periodismo, amaba escribir y el bichito de la curiosidad siempre había estado dentro de mí.  Años después y por un golpe duro del destino tuve que declinar de aquella idea y le di una oportunidad a mi sueño de ser profesora de italiano.

Tampoco me resultó. Así que aquí estaba. Frustrada y con dos carreras a la mitad y sin un rumbo fijo. Pero con un gran sueño en mente.

No podía quejarme de la vida que tenía la verdad, afortunadamente tenía un techo sobre mi cabeza, no tan grande como el que me hubiese gustado, pero lo tenía y contaba con una familia que me brindaba todo el amor y cariño que necesitaba.

Tal vez esto no era lo que había esperado para mi vida. Siempre había soñado con ser una persona exitosa, alguien con un diploma colgando de su despacho.

Mi gran sueño era montar mi propia cafetería algún día.

 

Sería una mezcla de todas a las que algún día fui, y todas las que quiero conocer. Con mesitas en la calle al mejor estilo parisino, grandes máquinas de café trabajando hasta más no poder, el lugar inundado a ese delicioso olor, que por un tiempo fue algo completamente desconocido para mí, pero que luego de un tiempo , logró llevarse mi corazón y ha estado ahí desde ese momento.

De adolescente y antes de entrar a la universidad, me gustaba ir con mi amiga por ahí y descubrir las diferentes cafeterías que habían abierto en nuestra ciudad, y en nuestra ignorancia, comparar sabores, olores y texturas.

Pero las cosas se complicaron, la universidad llegó y el suelo firme que conocía, comenzó a desvanecerse de a poco. Había experimentado muchos sentimientos encontrados al respecto, amigos, que ya no eran amigos, enemigos que no eran tan malas personas al final, y personas que solo basta conocerlas un poco más para darse cuenta de que eran un poco más interesantes que lo que dejaban ver en esos años superficiales e insufribles a los que algunos llaman secundaria.

Eso fue hace mucho tiempo, y hoy en día, tras dos carreras frustradas, un par de corazones rotos y un pequeño departamento para mi sola, porque mi querida compañera de habitación, mi secuaz a la hora de realizar travesuras, y prácticamente quien hizo de esos 6 un paraíso dentro de ese infierno, se mudó con su novio con quien se casaría dentro de dos semanas.

Así que por lo pronto estaba sola, con un trabajo que se asemejaba a lo que yo quería hacer para ganarme la vida, trabajaba en un Starbucks cerca de Central Park, y debía dividir mis ahorros entre la renta, y lo que ahorraba para poder alquilar algún día un lugar y empezar a construir mi propia cafetería.

Sin embargo , sabía muy dentro mío que ese sueño no se cumpliría del todo a no ser que pidiera un préstamo para poder comprar la maquinaría y los muebles, aunque me rehusaba a hacerlo, todo eso cambió un día en el que me desperté de un sueño en el que me vi a mi misma , dentro de un hermoso café, lleno de mesas, de gente compartiendo historias, de parejas viviendo sus mejores momentos y de amigas riendo y pasando un gran momento como Madeleine y yo solíamos hacerlo en nuestras adolescencias, fue ahí cuando me decidí, dejando mi orgullo y dignidad ,en el caso de que me dijeran que no, detrás de mí y me encaminé a una sucursal donde ofrecían prestamos en cuotas que serían por lo visto fáciles de pagar.

Me levanté de mi cama, dejé mis pantuflas de conejito a un lado y me coloqué el traje más formal que tenía dentro de mi guardarropa. Quería dar la mejor impresión posible si quería conseguir ese crédito.

Salí a la calle, con mis auriculares en mis oídos, mientras escuchaba a Beyonce cantar el himno del feminismo más grande de todos, algunos dicen que la confianza es la clave de todo, y esta canción me hacía sentir como Angelina Jolie, no por su apariencia claro está, pero si por su actitud.

Miré al cielo antes de entrar al lugar y le pedí a lo que fuera que se encontrara allá arriba que por una vez en mi vida me diera una mano.

La campanilla que descansaba sobre la puerta de "Crediya" sonó ni bien puse un pie en el lugar, no sabía si podía fiarme en el lugar guiándome por su nombre, pero no tenía muchas otras alternativas, y ya saben lo que dice el dicho " a caballo regalado, no se le miran los dientes".

Me senté detrás del primer escritorio que vi, tomé una gran respiración, que se cortó bruscamente cuando el hombre que estaba del otro lado, me sonrió y articuló 3 palabras que hubiese deseado que nunca salieran de su boca



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En el texto hay: diversion, romance, amor

Editado: 23.05.2020

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