Once upon a time in Hollywood (libro #3)

Capitulo 4:Mañanas dulces

El sol me golpeó de lleno en la cara despertándome con la noticia de que cualquier chance de un día frío con nubes que cubrieran el cielo eran totalmente nulas.  O eso asumí cuando saqué mis pies de la cama y me dirigí a la ventana corriendo la cortina para tener una mejor vista de la ciudad.

Recuerdo que tuvimos una gran pelea con Jessica cuando recién llegábamos a esta casa. Y como las personas adultas que éramos lo resolvimos jugando a "piedra, papel o tijera" . Cuando gané ella se enojó bastante pero su rabieta acabó cuando le llevé un pote de helado.

Sacudo la cabeza y comienzo a reir quitando el recuerdo de mi mente y cualquier otra cosa incluso e de anoche. Até mi bata favorita alrededor de mi cuerpo y aproveché los minutos que me sobraban para trenzarme el cabello. Lavé mis dientes y bajé en busca de algo de comida para desayunar.

Al llegar a la cocina no podía creer lo que estaba viendo.

-Tu....tu hiciste todo esto?-pregunté incrédula.

-Sí -sonrió orgulloso de su obra de arte-Siempre se me dió bien este tema de la cocina, solamente que nunca tuve a quien cocinarle. Por eso vivo a base de ensaladas.

-Podría acostumbrarme a esto-contesté llevándome un pedazo de pancake a la boca, dándome cuenta demasiado tarde de lo que había dicho.

Ian sonrió de esa forma que hacía que los hoyuelos aparecieran en su ara. Me preguntaba  a cuantas chicas había conquistado con ellos.

-Digo, estos días que te quedes aquí, tume harías de comer. La cocina y yo no somos muy amigas que digamos-me sinceré rápidamente intentando no meterme en más problemas por culpa de mi lengua.

-¿Cuáles  son tus preferencias?

Pensé un minuto mientras ordenaba mis pensamientos.

-Mmm...-coloqué una mano en mi barbilla imitando al emoji que pensaba- Me gustan las hamburguesas, la salsa barbacoa, papas con cheddar y un poco de todo de ahí en adelante. Mi favorita es la comida mexicana.

Una de sus carcajadas inundó el pequeño lugar que nos albergaba y lo miré intrigada.

-¿Hay algo que no te guste?

-Disculpame por ser humana- reí.

-Estas perdonada -colocó una mano en mi hombro; acto seguido un escalofrío recorrió mi espalda.

-¿Estás bien?

-Sí, si-bajé la mirada ecitando la suya a toda costa.

-En serio , ¿que no te gusta?

-El pescado y las pastas.

-O sea que nada de lasagna los lunes ni sushi los viernes.

-Nada de lasagna ni nada de sushi-repetí.

-Entendido-dijo-Ahora prueba el jugo de arándanos . Va bien con eso que comes.

Le dí un trago generoso a mi vaso y una agradable sensación me llenó.

-No le digas a Jess, pero esto es mucho más rico que su jugo de naranja.

Colocó su dedo sobre su boca.

-No diré ni una sola palabra.

-¿Lo juras?

-Palabra de scout -dijo haciendo la seña que los caracterizaba.

Me paré de mi silla y dejé los paltos sobre el fregadero.

Tenía la sensación de que él no había olvidado la conversación de ancohe, pero igual tenía que sacarme la duda.

-Oye.

-¿Si?- me miró atento

-¿Puedo llamarte Stefan, verdad?

-Claro que no.

-Oh, con lo hermoso que es ese nombre-dije riendo.

-Dime.

Tomé una larga respiración  traté de convencerme a mi misma de que esto era solo una pregunta inocente que no lastimaría a nadie.

-Lo de anoche.

-Nunca pasó-me cortó- Quedate tranquila.

-Muchas gracias-de repente sentí un impulso de abrazaro y me acerqué a él.

Sus brazos rodearon mi cintura y me pegó más a él. Hacía mucho que no estaba tan cerca de un hombre. Su olor llegó a mi nariz ; una mezcla de menta y una fuerte colonia hicieron que mis rodillas se doblaran y el me agarró antes de que pasara algo más. Supongo que muy pocas chicas pudieron resistirse a eso.

Se alejó un poco para luego mirarme a los ojos.

-Ya lo sé-dijo tocándo la punta de mi nariz con su dedo-Soy el mejor.

-No te des tanto crédito-le corté su momento de confianza haciendolo enmudecer de repente, su sonrisa desapareció inmediatamente-¿Qué pasa?

-Cuando salgas del trabajo pasaré por tí e iremos a buscar las cosas para prepararnos una buena cena.

-¿Con vino y todo?-pregunté jugando un poco.

-Con vino y todo-respondió a mi pregunta.

Me quedé mirándolo un momento en silencio- No me había percatado de que sus ojos eran una perfecta mezcla entre verde y marrón.

Miró el reloj  y luego me miró a mí.

-Ahora vete o llegarás tarde al trabajo.

Lo imité y sonreí antes de ir a mi habitación. Luego de media hora, tomé mi bolso y salí decidia a enfrentar otro día de trabajo . Odiaba la rutina,debía admitir, pero tenía que enfocarme en la meta...la revista.

-Toma -dijo extendiendo la mano y dejando en la mía una taza de café.

-Gracias-sonreí sorprendida por su gesto.

-No lo agradezcas.Creeme, te hará falta hoy.

-lan...

-¿Si?

-¿Por qué me tratas bien?

-¿Por qué no lo haría?

-No lo sé, apenas nos conocemos.

-Amber me caes bien y punto.Ahora ve y ten un gran día en el trabajo-se acercó a mí y depositó un beso en mi mejilla antes de alejarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: diversion, amor, amor amistad

Editado: 12.05.2020

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