La boda fue en junio. Casi dos años después de aquel fatídico día en el que nos emborrachamos y decidimos cometer la tontería más grande del mundo.
Pero fue la mejor a la misma vez, porque nos enseñó muchas cosas. Nos enseñó que en la vida las cosas giran más allá del dinero, del poder y del talento.
Nos enseño que el amor si es de verdad , volverá a tu vida, de alguna u otra forma y si bien la nuestra no fue la tradicional y tuvimos que luchar para llegar adonde estábamos hoy, al fin podía darle a aquella niña de 13 años el final de cuento de hadas con el que tanto había soñado y que siempre relataba en su diario íntimo.
Era íncreible que la pequeña Chloe por fin había conseguido casarse con su príncipe azul , con esa persona a la que le había dedicado días y noches enteras soñando con él, al que miraba de costado y con cuidado para que no lo pillaran haciéndolo y nadie sospechara.
Con la persona con la que buscaba la más mínima excusa para hablarle luego de años porque temía que si no lo hacía, si no se dejaba ver , tal vez el se olvidaría de ella para siempre y eso sinceramente la mataría.
Y aquella tarde de junio, mientras el viento soplaba y las hojas de los árboles caían dándole ese toque de las películas de amor cliché que tanto odiaba , luego de decir “Si, acepto” se dio cuenta de que su vida estaba completa al tener a su lado a la persona que le daba sentido a su vida . Y nunca se sintió más feliz en su vida.
La Chloe adulta le había dado a la pequeña Chloe el mejor regalo del mundo. Un final de cuento de hadas.Y esperaba vivir feliz para siempre con su príncipe azul.Para siempre y por siempre.