One shots: Stray kids

♪02♪

Na na na na na na na na na na na na na na na na na....

Uno... Dos... Tres... Cinco... Diez...

Quince... Veinte....

¿Cuantos golpes tendré qué seguir aguantando?

—¿ Porque no puedes ser como el joven Félix? ¡Tiene un rostro esculpido por los dioses!— exclamó mi madre, mientras el azotado por el cinturón de mi Padre.

Desdé pequeño fué así...

Félix era mi mejor amigo, nos conocemos desde qué tenemos memoria, el ha sido mi único amigo hasta el momento. Era divertido, amable, simpático y pare de contar...

Ah, y sobretodo era millonario.

La gran familia de Félix posee una enorme riqueza, son engreídos y algo presumidos de sus cosas, todo lo contrario a su heredero, qué era un angelito enviado desde los cielos.

El rubio de cabellera larga, no tenía ninguna mala intención en la vida, siempre era tachado de mala persona, cuando en realidad no lo conocen. Félix me ayudaba mucho, aunque me negaba, siempre dándome algún aporte económico, regalos para mis padres; quiénes muy hipócritamente lo recibían.

Éramos de bajos recursos, por lo cual, mi amistad con Félix era "conveniente". Pero... Todo cambió cuando comenzaron las comparaciones.

Mis padres, mis compañeros de la universidad, hasta los vecinos. No me importaban sus malos comentarios, ya qué siempre trate de enfocarme en qué no era así.

Félix era muy ingenuo, no se daba cuenta de la maldad de las personas, incluyendo la de mis padres. Pasaban noches golpeándome, dando puños y patadas hasta hacerme sangrar, y sin embargo, el rubio no notaba los moretones.

¿Podría ser alguien tan ignorante en la vida?

Mi mamá se decepcionó de mí, al verme con Félix, el vestía de marca, accesorios de lujo, zapatos sin una sola mancha, y yo todo lo contrario. Me dolía en el alma qué mi propia madre prefiriera a él y no a mí.

Comencé a tener celos de él, estaba en una pelea interna conmigo mismo, sobre qué estaba bien o qué estaba mal. Cada día estaba más delicado de salud, me veía más pálido, incluso la misma directora me pidió qué fuera a un médico.

Cada vez que lo intentaba, recibía una paliza peor qué la anterior.

Me sentía traicionado, vacío, sin esperanza...

Tenía tantas cosas qué contar, tantas cosas qué decirle al mundo, a mis terribles progenitores, y al mismo Félix.

Estaba harto de está situación, no sentía qué tenía un lugar en este mundo. La sociedad te impone muchas cosas, que te hacen perder las cosas, materiales y emocionales.

Pasando el tiempo, decidí dejar de ver a Félix por un tiempo, necesitabas descansar y aclarar mi mente. Aprovechando qué eran las vacaciones de invierno, decidí tomarme un tiempo para mí mismo.

Todos los fines de año, y noche buena, mi familia era invitada a la gran mansión de los Lee's para la cena de navidad.

Obviamente me negué a ir, pero luego reflexioné y decidí ir. Hablaría con el rubio y aclararía toda está situación.

— ¡Hey, Lee!— escuché al Rubio, apenas atravesé la puerta. Fingí una sonrisa para no incomodar.

—Hey, Lee— repetí y estrechamos manos— ¿Todo bien?

Félix asintió y me arrastró literalmente al árbol de navidad qué había en el centro.

El GRAN árbol....

Este tomó una caja envuelta en papel de regalo, y me la tendió. Lo miré visiblemente asombrado, y negué.

Esté hizo puchero e insistió.

—¿Porqué no lo quieres?— preguntó con cierta tristeza — lo preparé especialmente para tí.

—Sabes qué no me gustan los brownies, Félix.

Este río y negó.

—¡Te juro qué no son brownies! Es más... Especial, incluso me corto un poco las manos haciéndolo— dicho eso me mostró su pequeña mano, y efectivamente, tenía ligeras heridas pequeñas.

—¿Qué es?— inquirí aceptando el regalo.

—Ábrelo— aplaudió feliz, dando saltitos en su puesto, ansioso por ver mi reacción.

Rasgueo con mis dedos el papel de regalo, poco a poco va dando forma mostrándome el gran regalo que el rubio hizo para mi.

Me sentí un mal amigo, al ver la cálida sonrisa qué me brindó.

Félix se esforzó, y me hizo un hermoso álbum de fotos, desde nuestra niñez, hasta la actualidad. Mis ojos viajaron por cada foto, y cada texto qué estaba tallado e impreso en aquel álbum.

Félix me observó en silencio, Feliz, pero su sonrisa se desvaneció al verme a los ojos.

—Lo siento— fué lo qué dije, antes de dejar el álbum en sus manos, y salir corriendo.

Mis pies parecían tener vida propia, pero no sé detenían aunque yo quería hacerlo, por mi mente pasaron todos los momentos qué viví con mi querido amigo, buenos, malos, divertidos, tristes, terribles, locos.

Félix no tenía la culpa, el no sabía lo qué mis padres me hacían, el no sabía qué en realidad me estaban obligando a estudiar Comunicación, cuando mi pasión era el baile al igual qué el.

El no era culpable de mi desgracia, de mis miedos, y de mis tormentos.
Debía tomar mi decisión, y ahora no había vuelta atrás.

Mejores amigos por siempre

Tú amigo, Lee Félix.

Huí.

Me fui, no sé cómo lo logré pero me aparte de todos, cambié de celular y perdí el número de todos, incluyendo el número del rubio quién no me dejaba de llamar desesperado y confundido por mi partida.

Con mis ahorros, pude cambiarme de universidad, y pude obtener un apartamento privado, fué complicado al principio, pero tenía claro algo en mi vida.

Debía ser yo mismo, seguir mis sueños, mis propias metas... Mi camino, y a mí ritmo...

No importa cuánto tardará, días, meses, años, no importa, ya no tenía miedo, me sentía valiente y listo para enfrentar el mundo.

Un año...

Fue el tiempo en qué me recupere, sabía qué le debía una explicación a Félix, sabía qué aun estaba preocupado por mí, y solamente deseaba saber al menos mi ubicación.

Y aquí me encontraba, de vuelta en Gimpo... El lugar qué me vió crecer, el lugar de buenos y malos recuerdos. Estaba en la calle frente a la universidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.