One shots: Stray kids

♪03♪

We're only going to dance like crazy
It's just that, I like it, la la la.

¿Qué tenía de malo seguir tú sueño?

Para el heredero prodigio de la familia Seo, todo tenía de malo.

Changbin, un chico estudioso, pulcro, el más inteligente de su clase, con una racha de las mejores notas de TODO el instituto.

Entonces... ¿Porque el no se sentía a gusto con eso?

Sus padres eran estrictos, le exigían excelencia en absolutamente todo, nada de salidas extrañas, amigos solamente de la alta sociedad. Para nadie era un secreto qué los Seo eran una de las familias más populares y poderosas en el ámbito académico.

Pero ellos no estaban satisfechos con eso, y por esa misma razón debían usar al primogénito de la familia para cumplir el mismo objetivo; seguir el legado de sus antepasados.

Convirtiéndose en uno de los mejores profesores de matemáticas al nivel nacional.

— ¿ Ya le has contado qué las matemáticas son una mierda?— habló la voz femenina qué se acercaba.

Ah Min Hee, chica estudiosa, amable, carismática, ocupando el segundo lugar en el ranking de toda la clase.

Ah, y la novia secreta de Changbin.

—¿De qué serviría decírselos? Si al fin y al cabo seguirán con su obsesión de qué sea educador.

Min Hee se sentó a su lado, besando su mejilla, ojeó el cuaderno de matemáticas qué tenía su novio en la mesa, observando los ejercicios y todo tipo de operaciones realizadas correctamente.

Changbin era bueno en casi todo, deportes, matemáticas, arte, oratoria, ciencias, etc... Etc...
Era la definición del profesor ideal.

Pero al pelinegro le llamó la atención la música, desde qué la comprendió y la sintió supo qué eso transformaría su vida en algo más productivo.

El baile, el canto, y el rap, se convirtieron en una forma de expresar sus sentimientos, gracias a su novia había aprendido como bailar y cantar, y el por su propia cuenta aprendió su especialidad: El rap.

—Esta noche hay otra batalla de Baile.— comentó Min Hee.

El pelinegro suspiró.

—Tengo una cena familiar, Papá quiere presentarme al gobernador para hacer una especie de "acuerdo" — explicó acentuando las comillas con sus dedos —, esto realmente es horrible.

—De nada servirá si sigues guardandote esto— El salón estaba vacío, por lo que podían hablar cómodamente sin interrupciones.

La brisa fresca del mediodía día se colaba por los ventanales, junto a ello los pequeños rayos calurosos del verano haciendo el contraste perfecto.

Changbin apoyo su cabeza en el pupitre y suspiró, estaba agotado de está vida y sus padres tenían todas sus esperanzas y exigencias en él. Tanto estrés hacía qué un ligero dolor se acentúara en su cabeza haciéndolo fruncir el ceño.

—No puedes seguir así, Binnie— le susurró ella, abrazándole— , sabes qué te apoyo en todo, Pero no puedes continuar ocultando la verdad, ellos deben comprenderte.

— No, no lo harán, los conozco.— Sentenció con seguridad, y la miró, aquellos hermosos ojos color esmeralda qué lo miraban con amor y ternura, Pero también con suplica.

—Amor, por favor. Al menos piénsalo ¿Sí? Me preocupa qué esto pueda llegar a más lejos y... Y puedan separarnos...

Eso se levantó bruscamente y tomó su rostro, ella sorprendida lo miró por su arrebato pero no pudo decir nada, ya qué el pelinegro la besó.

Sus labios rojos y suaves tomaban los de ella con anhelo y ternura, sus manos fueron suavemente a su cintura abrazándola para atraerla más cerca, buscando su consuelo.

—Seguiremos juntos a pesar de lo qué digan los demás, ¿Entendido?— murmuró Changbin sobre los labios de la chica, quién solo asintió rendida.

Ella no quería perder a su chico, solo porque el no quería decepcionar a sus progenitores.

Luego de clases, ambos partieron agarrados de manos, disfrutando del momento de paz por al menos unos minutos. Changbin admiraba a su chica, ella se queda con él a pesar de su cobardía, a pesar de qué le daba miedo perderla y hablarle abiertamente a sus padres.

Ella siempre está allí para él, Apoyándolo aunque sus ideas sean bobas y sin sentido, Min Hee siempre sería el refugio de Changbin.

—¿Iremos está noche?— preguntó Min Hee con alguna esperanza de qué el pelinegro aceptara ir a bailar con ella.

—No lo sé, Cariño, Hoy habrá visitas y no sé si pueda escabullirme— aclaró este con desánimo.

No llores Min Hee... No llores

Se repetía en su mente la chica mientras le sonreía a su novio, ella solo quería ayudarlo a qué el tuviera valentía.

—Por favor habla con ellos, y si cambias de opinión sabes qué puedes buscarme— Changbin sonrió y se inclinó a besarla.

La dejo en la puerta de su casa, y se despidieron con un suave abrazo, para el luego partir.

A diferencia de Changbin, los padres de su novia los apoyaban a ambos, Min Hee quería ser bailarina profesional y ella se lo había comentado, esperando que compartan el mismo sueño.

Pero el destino es cruel, y pretende qué el Jóven Seo renuncie a su verdadera pasión.

El sonido de las llaves girando en la cerradura resonó en la tranquila casa de Changbin. Al abrir la puerta, fue recibido por el inconfundible aroma de la comida casera que su madre había preparado con esmero. Había un aire de formalidad en la casa esa noche; la cena no solo era un evento familiar, sino que también contaría con la presencia del gobernador, lo que hacía que todos estuvieran un poco más nerviosos de lo habitual.

—¡Changbin! —lo llamó su madre desde la cocina—. ¡Ya llegaste! Ven a ayudarme con la mesa.

El joven sonrió, quitándose los zapatos antes de entrar. Mientras se aproximaba, escuchó la conversación entre sus padres y el gobernador, quien estaba sentado en la sala de estar. La charla giraba en torno al futuro de Changbin, y su corazón comenzó a latir más rápido al escuchar sus nombres.

—Estamos muy orgullosos de él —decía su padre con voz firme—. Ha conseguido una beca impresionante para estudiar matemáticas. Creo que debería considerar ser profesor. Es una carrera estable y respetada.




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