One shots: Stray kids

♪07♪

'Cause when our eyes lock, it's like my heart stops'~

La primavera en Busan era suave, tibia como una manta vieja y llena de aromas marinos. El cielo solía vestirse de azul casi perfecto, con nubes tan delicadas que parecían flotar sin propósito. Fue en uno de esos días donde Hana conoció a Seungmin por casualidad, aunque con el tiempo entendería que algunas casualidades son decisiones del destino disfrazadas.

Hana era ilustradora. Trabajaba como freelance desde su pequeño estudio con ventanas amplias y papeles por todas partes. Sus ilustraciones no eran alegres, pero tampoco tristes. Tenían una dulzura silenciosa, como si supiera que la vida siempre lleva un poco de ambas cosas. Seungmin, en cambio, ya vivía sumergido en la industria musical, parte del grupo Stray Kids, con una agenda apretada, miles de luces encima y canciones que nacían del desvelo. A veces, cuando las cámaras se apagaban, deseaba desaparecer un rato. Justo por eso, aquel día de descanso, terminó en un café frente al mar, buscando silencio… y la encontró a ella.

Ella estaba sentada sola, dibujando el oleaje. Él se acercó sin razón real, solo porque sintió algo, una punzada leve. Ella levantó la vista y sonrió. No lo reconoció. O al menos no lo demostró. Para Seungmin, eso fue un descanso.

Desde ese momento comenzaron a encontrarse. A veces en el mismo café, otras caminando por la playa sin decir mucho. Ella le hablaba del color de los cielos al atardecer, él de las letras que escribía y jamás mostraba. Fue lento, como debe ser lo que importa. Sin promesas ni prisas. Se enamoraron entre silencios compartidos y sonrisas prestadas. Y cuando al fin se besaron, la marea subió sin pedir permiso, como queriendo guardarse esa escena.

Pero Hana tenía un secreto.

Los síntomas eran esporádicos: mareos, palpitaciones rápidas, una fatiga que no correspondía a su edad. Lo atribuía al estrés, al insomnio creativo. Hasta que un día, después de desmayarse en medio de una galería donde presentaba su primer mural, todo cambió.

Fue diagnosticada con miocardiopatía restrictiva. Una enfermedad rara, que iba cerrando poco a poco las paredes de su corazón como si quisieran mantener el amor encerrado. No había cura definitiva. Solo tratamientos que alargaban el tiempo… pero no lo detenían.

Ella quiso irse sin decir nada. Alejarse antes de arrastrarlo hacia la angustia. Pero Seungmin era más terco que la tristeza. La encontró, semanas después, en una clínica de rehabilitación cardiopulmonar, donde el aire sabía a esfuerzo y a miedo.

—No vine a salvarte —le dijo, con la voz quebrada—. Vine a acompañarte. Aunque sea solo un tramo.

Desde ese día compartieron más que momentos: compartieron hospitales, pastillas, recaídas, y también días buenos. Días donde ella bailaba despacio con él en el pasillo de su estudio, con un suero colgando cerca. No necesitaban más.

El tratamiento era riguroso. Medicación diaria, controles semanales, terapia respiratoria. Ella se agotaba con facilidad. La tos seca se volvió rutina. Pero aún así, ilustraba. Usaba su arte para dejar constancia de lo que sentía. Cada dibujo era un latido. Y Seungmin componía, escribía letras que solo ella escuchaba, recostada sobre su pecho.

Pero el cuerpo comenzó a ceder.

Un otoño, más frío de lo usual, Hana decidió dejarlo todo en una última ilustración. Un corazón abierto por la mitad, con una flor creciendo dentro. Se lo entregó envuelto en papel artesanal, el mismo día que le pidió que no la esperara más.

—No quiero que tu amor sea un duelo, Seungmin. Quiero que sea un recuerdo cálido.

El hospital se volvió un segundo hogar, aunque esa palabra nunca terminó de encajar. Pero mientras los pasillos olían a alcohol y desvelo, la habitación 407 era otro mundo: uno donde el amor y la risa aún tenían permiso de entrar.

Cada tarde, Seungmin llegaba con algo diferente. A veces eran flores silvestres robadas del jardín trasero, otras un vaso de té de jazmín de su cafetería favorita, o una cajita con dulces de arroz que él intentó preparar… con formas dudosas pero sabor sincero. Hana los comía riendo, llamándolos “bolitas tristes de amor”, y él fingía ofenderse antes de terminar tragándolos con ella.

Reían, mucho más de lo que el personal esperaba en una unidad cardiológica.

—¿Te conté que casi me desmayo en el escenario por pensar que habías mandado un mensaje? —decía él.
—¿Te conté que me escapé una vez para espiar cómo ensayabas en la azotea del edificio de al lado? —respondía ella, con esa risa quebradiza que parecía hecha de cristal.

Jugaban “verdad o reto”, una versión censurada y lenta, adaptada al monitor de oxígeno y a los días en que hablar era agotador. Él leía en voz alta libros cursis con voces ridículas; ella lo dibujaba con orejas de conejo mientras dormía en el sofá improvisado junto a su cama. Los enfermeros entraban y salían entre carcajadas suaves.

Una mañana, Seungmin llegó con una sorpresa: había traído a sus compañeros de Stray Kids. Fue un momento tierno y caótico. Chan llevó galletas que él mismo horneó (“demasiado horneadas” según Hana), Hyunjin le enseñó fotos de sus mascotas, y Felix le preparó café con leche en una taza diminuta. Todos fueron cariñosos, discretos, como si intuyeran que estaban entrando en un santuario. Hana les mostró sus ilustraciones. Seungmin observó, en silencio, lo que significaba para ella ser tratada con tanto respeto, con tanta ternura.

Cuando ellos se despidieron, fue sin palabras pesadas. Solo abrazos largos. Changbin le dijo que la canción que estaban escribiendo juntos tendría su nombre escondido en una línea. A Hana se le llenaron los ojos de agua. Esa noche, le confesó a Seungmin:

—Hoy sentí que viví fuera del hospital, aunque no me moví de la cama.

En los días finales, el dolor fue mayor. Las risas eran más cortas, pero aún ocurrían. Como aquella vez que él se disfrazó de doctor con una bata que robó del perchero y la examinó con un estetoscopio de juguete. Ella fingió estar indignada. Terminaron abrazados, escuchando en el teléfono una grabación de su voz leyéndole una carta que nunca había tenido el valor de decir en voz alta:




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