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AMENAZAS

AMELIA


Me remuevo incomoda en la banca del parque cuando las confianzudas palomas empiezan a comerse los residuos que la gente ha dejado caer a mi alrededor, a lo lejos una madre regaña a su hijo que grita y hace pataleta, una pareja se besa apasionadamente debajo de la copa de un árbol y un par de pequeños se persiguen de un lado a otro alrededor de la fuente que permanece apagada justo en la mitad del parque; miro hacia el cielo y unos nubarrones empiezan a acercarse rápidamente hacia mi posición, debo irme rápido del parque si no quiero llegar empapada a mi casa, a pesar de que amo el agua y la lluvia no creo que sea del agrado de mi institutriz que llegue mojada, suficiente tendría con su regaño por escapar de casa y faltar a mis clases de trigonometría y piano. Nuca había sido una chica rebelde pero estar tanto tiempo encerrada me tenía cansada y como sabía que no me dejarían salir no tuve más opción que escapar de casa.

Un crujido me saco de mis pensamientos un anciano se sentó en el espacio que quedaba de la banca en la que estaba sentada, probablemente tenía unos 82 años igual que mi abuelo,  -Cuídate- me dijo sin siquiera voltearse,  lo siguiente que hizo el anciano fue levantarse e irse. Para cuando mi cerebro había captado sus palabras era muy tarde y ya lo había perdido de vista.

Decidí ignorar el comentario del anciano e irme, tal vez me había confundido con otra persona, era normal en alguien de su edad. Mientras caminaba pequeñas gotas de lluvia empezaban a caer y poco a poco el cielo perdía su color rojizo típico del atardecer y se tornaba oscuro, genial había pasado todo el día fuera y el regaño que me esperaría seria monumental.

Al llegar a casa los autos de mis padres y otro auto que no reconocí estaban estacionados en el patio, ni siquiera se habían tomado el tiempo de meterlos al garaje lo cual significaba que igual que siempre estaban con prisa. Al entrar a casa distinguí más o menos 5 o 6 voces que provenían de la sala, intenté pasar lo más desapercibida posible y seguir directo por las escaleras para llegar a mi habitación, pero mi torpeza no me lo permitió mis pies se enredaron con la alfombra y caí de bruces encima de la matera favorita de mi madre no solo provocando un gran estruendo si no que todas en la habitación se callaran de golpe sorprendidos y las miradas de todos se posaron inmediatamente en mí.

-¡Mamá, papá!- dije mientras me levantaba del suelo, no esperaba verlos aquí tan rápido creí que llegaban en un mes.

-¿Dónde estabas? ¿ sabes lo preocupados que estábamos?, creímos que te habían raptado o algo parecido ya íbamos a llamar a la policía- dijo mi madre con una mirada acusadora- además casi le da un infarto a Margaret cuando no te encontró para tus clases, la pobre nos llamó llorando diciendo que te había perdido y que por favor no la despidiéramos.

-Mamá,  quieres tranquilizarte, solo quería algo de aire libre, además ya estoy aquí. Así que no veo cuál es el problema.

-¿Cuál es el problema? El problema es que no puedes simplemente irte de casa de esa manera, volamos desde el otro lado del país perdiéndonos juntas importantes, solo para venir y buscarte- dijo esta vez mi padre- ¿qué te pasó? , tú nunca habías tenido este comportamiento.

- Bueno, discúlpame por arruinar tus juntas que al parecer son más importantes que tu propia hija así ha sido siempre ¿no? Además no puedes saber si no he sido siempre así, porque tú nunca estas aquí, así que no tienes derecho a reclamarme.

-¿Así que de eso se trata? ¿De escapar para tener un poco de atención? Sabes perfectamente que si no fuera por esas juntas no estarías tan cómoda viviendo en una casa como esta- respondió mi padre casi gritando.

-Pues sabes que...

-¡BASTA!- dijo una voz masculina, al fondo de la sala, -no estoy aquí para escuchar sus peleas familiares, Mark. Dile lo que tienes que decir y acabemos con esto de una vez- dijo un señor de unos treinta y tantos, más o menos de la estatura de mi padre solo que un poco más robusto.

-Hija...- comenzó mi madre- no sabemos cómo decirte esto, puede que sea duro para ti. Por qué no te sientas, nos calmamos y conversamos un rato

-¿Qué sucede mamá? ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué necesito sentarme?

-Bueno lo que pasa es que...

-Deja de dar rodeos y ve al punto Lorain, no es una niña tiene 16 años estoy segura que puede entender estas cosas.- dijo el mismo señor que me había interrumpido, al parecer dejar hablar a las personas no era una costumbre suya.

-Han habido amenazas de un posible asesinato, y creemos que lo mejor es que te vayas a un internado para que estés segura mientras encontramos el autor de las amenazas.

-Espera ¿Qué? Amenazas, internado, ¿de qué carajos estás hablando?

-Recibimos una cartas diciendo que atacarían a nuestra familia, y estamos preocupados por tu bienestar, así que tu padre y yo hemos decidido que acompañaras a la hija de los Alard, Dominique. A otro lugar donde estarás más segura.



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En el texto hay: internado, juvenil, secretos

Editado: 06.06.2018

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