Only Then

Capítulo XXI

Planeaba despedirme de Max, no que nos quedaríamos conversando sobre asuntos que por ahora no tienen una solución clara, no nos veríamos por más de un mes, casi todo el receso de invierno lo pasaremos en casa de la abuela como cada año, estaba algo feliz de que terminaran las clases, porque después de la fiesta de cumpleaños de la abuela, volveremos hoy a visitarla. Siempre me ha gustado ir a su casa, no sé si sea porque está alejado de todo ese ajetreo en el que nosotros vivimos, o porque me trae recuerdos de mi infancia. Aunque admito que me da pena cuando empieza a contar las travesuras que hacíamos mi hermano y yo, no entiendo cómo es que recuerda todavía eso.

—Ya voy mamá, solo dame un par de minutos —mi madre subió las escaleras dejándonos a solas.

—¿Se van hoy? —preguntó Max, a lo que yo asentí.

—Cada año pasamos esta temporada en casa de la abuela, quería despedirme de ti, pero terminó así.

—No te preocupes, al menos pudimos vernos un rato —tenía una sonrisa en el rostro, lo que me causo un poco de dolor. No deja de pasar por mi mente que él merece a alguien mejor.

—Tratare de estar en contacto.

—Bien, creo que me voy, antes de que tu mamá te regañe por mi culpa —correspondí a su sonrisa y el salió de casa.

Después de terminar de revisar que llevara todo en la maleta otra vez, la cerré, repasando aun mentalmente que estuviese al menos la mayoría de lo que pudiera necesitar.  Fue difícil cerrar la maleta, era todo un caos, mi madre había entrado unas cuantas veces a revisar que tuviese todo ordenado llevándome un regaño cada vez que pasaba, haciéndome “ordenar”, pero no era así, mamá dice que Oyster es más ordenado que yo, algo que se le hace raro, porque según ella Oyster es el que debería tener el desorden y no yo. Después de tenernos tanto tiempo aún no se acostumbra a que Oyster es más perfeccionista.

—Hija, ya daté prisa, solo faltas tu —escuché a mi madre gritar desde la planta baja, no sé qué fascinación tiene por hacer eso, es algo desesperada.

Salí de mi habitación cerrando la puerta y dirigiéndome al auto, donde mi padre me ayudo a subir la maleta, algo que pude haber hecho yo, pero se negó a dejarme hacerlo —Yo lo hago, después haces lo mismo que la vez pasada.

—Bien, no fue mi intención tirar las maletas esa vez, en mi defensa, no estaban bien acomodadas —a mi mente vino ese momento, en el que había tratado de subir mi mochila sobre las maletas, pero sin querer mi suéter se había atorado en uno de los cierres lo que ocasiono que dos de las maletas cayeran dándole un susto a mi padre.

—Sube al auto —dijo mi padre con una sonrisa, de seguro había recordado ese momento al igual que yo.

Mi padre puso el auto en marcha, saliendo de casa dejando en la nieve las huellas del auto a nuestro paso. El día estaba bastante frio, las nubes negras adornaban el cielo, tal vez nevaría más tarde. Los minutos en la carretera fueron pasando, dejando rastro de la ciudad detrás, veía por la ventana como pasábamos entre los árboles, horas más tarde, en silencio, el sueño me había vencido, sentía los parpados tan pesados que no podía despertar a pesar de los intentos de Oyster por hacerme abrir los ojos.

—Es imposible, es un tronco.

—Mejor bájala, hijo, y llévala adentro, no ha dormido bien, si he de conocer a tu hermana.

—Está bien má.

Cuando desperté, solo recordaba esa pequeña conversación entre mi madre y mi hermano, la habitación estaba a oscuras y algo fría, solo me cubría una manta, que por suerte me brindaba algo de calor. Tome mi teléfono que había estado sonando, el causante de que despertara, sino fuera por este seguiría en los brazos de Morfeo.

—¿Hola? —respondí el teléfono sonando adormilada.

—Ali, ¿podemos hablar? —la voz de Mackenna se escuchó al otro lado.

—Mack ¿Qué sucede? —me recargue en el respaldo de la cama, cubriéndome con la manta.

—Quiero pedirte disculpas, creí que estabas enojada conmigo y por eso no respondías mis mensajes y llamadas, pero hace un rato hablé con Oyster y me dijo que seguías durmiendo.

—Sí, acabo de despertar. Hablado de lo anterior, no tienes por qué disculparte, reaccioné de esa manera por causa de lo que había estado hablando con Alex, ninguno de los dos merecía que reaccionara así —encendí la lámpara de noche que estaba a mi lado, no me gustaba estar completamente a oscuras.

—No debí hacer que hablaras con él después de lo que me habías dicho, pero él me insistió, dijo que quería aclarar algo contigo, por eso accedí.

—Accedí a darle una oportunidad a Max, por eso quería hablar conmigo, Max me ha dado mi primer beso —sentí como las mejillas me ardían, tratando de imaginar la reacción de mi mejor amiga.

—¿Qué? ¿Por qué no me habías dicho? Eres cruel, no puedo creerlo.

—Te lo iba a decir, pero no encontré la manera de decírtelo, soy una mala amiga.

—No digas eso, solo lo decía a modo de broma, pero ¿Cómo ha pasado esto? ¿te gusta?

—Bueno, fue algo raro, Max es un gran amigo y creo que esto que está pasando entre nosotros sobrepasa los límites, han pasado unos días desde lo sucedido, pero siento que me he precipitado en aceptar darnos una oportunidad, no puedo dejar de pensar en Alex, cada que lo veo pasar siento que me he equivocado y eso solo hará que Max salga lastimado, porque no le puedo corresponder de la misma manera.




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